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Interés general 14 de marzo de 2017

El bosque, en peligro

Los errores de planificación originales, la elección equivocada de las variedades y la falta de criterio para talar están perjudicando al barrio. Pasaron más de sesenta años, los árboles llegaron al límite de su vida sana. La opinión del especialista Alfredo Antoniucci.

por Agustín Marangoni

El bosque Peralta Ramos nació para alimentar un aserradero. Fue en 1952. Se delimitaron 50 hectáreas y se plantaron miles de eucaliptus, pinos y cipreses con la intención de talarlos y convertirlos en madera para muebles e insumos. Pero la idea original cambió sobre la marcha: antes de que el bosque alcanzara su dimensión definitiva –actualmente tiene 450 hectáreas– se decidió lotear y vender las tierras para construir casas de fin de semana. Así nació un barrio que hoy, sesenta y cinco años después, necesita una replanificación urgente.

En Mar del Plata, en la zona costera, no había árboles naturales. Es decir, los que hay fueron traídos. Son plantas exóticas y duran mucho menos que en sus lugares de origen. En el hemisferio norte es común encontrar pinos y cipreses de ciento cincuenta años. En estas latitudes no duran ni la tercera parte. A partir de los treinta años envejecen, entonces caen con los vientos fuertes, arriba de una casa, de un vehículo. O generan una desgracia peor. Cuando se pensó poner en funcionamiento una industria maderera, el plazo para talar era, como máximo, de veinte años.   

El viverista experto Alfredo Antoniucci explica que las caídas se intensifican por la edad y porque se genera un efecto dominó que impacta en los árboles cercanos a los que ya se cayeron. Según los principios de la silvicultura –la ciencia que estudia la explotación de montes y bosques– los árboles deben ser talados siguiendo una línea recta, desde afuera hacia adentro de la superficie. Pero claro, los vientos generan caídas múltiples, sin criterio alguno. Lo mismo pasa con los árboles que se extraen para construir.

– Más allá de que los árboles están viejos. ¿Qué errores se cometieron originalmente en la planificación del bosque?

– En primer lugar, las variedades que hay no son aptas para un barrio. Predominan las de hoja perenne, que son las que mantienen su follaje todo el año. Eso da mucha sombra, frío y generan una humedad tremenda. En invierno, hay zonas del bosque donde es de noche a las cuatro de la tarde. Y el segundo error, que está relacionado con lo mismo, fue lotear en parcelas de 500 metros cuadrados. Si vos no tenés la posibilidad de acceder a dos lotes, como para sacar algún árbol para que entre sol, vivís en un lugar sombrío y oscuro. Lotear con esas medidas es propio del casco urbano, no de un barrio con estas circunstancias.

La falta de luz solar, además de la disminución de la temperatura ambiente y el aumento de la humedad, puede generar alteraciones emocionales. El denominado Trastorno afectivo estacional (TAE) es muy común en los países escandinavos durante las estaciones de días cortos. En el bosque Peralta Ramos el efecto es el mismo. Hay personas más propensas que otras a sufrir estos cambios, lógicamente, pero es un cuadro que se intensifica entre los meses de abril y octubre.

– ¿Cuál sería una solución a las problemáticas del bosque?

– Creo que al bosque Peralta Ramos hay que racionalizarlo. Hay que replantearlo enseguida, hay que sacar todas las plantas que son peligrosas para los vecinos. En cada tormenta se lamentan pérdidas serias. Hay que replantar con variedades de hoja caduca. Si se planta un árbol hoy, lo vamos a ver fuerte y del tamaño adecuado dentro de diez años. Es algo que hay que planificar. El barrio está muy bien ubicado, pero las especies no acompañan.

bosque 2Cuando Alfredo Antoniucci habla de racionalizar se refiere a desarrollar un censo de especies como primera medida. Es una tarea que pueden llevar adelante profesionales en biología, ciencias agrarias, o integrantes del INTA de Balcarce. “Son tres o cuatro variedades las que hay que identificar. Algunas plantas estarán para tronchar y otras directamente para quitar. Después se hace un plan para replantar, en lugares lógicos, las especies convenientes”, explica.

– ¿Qué presupuesto se necesitaría para poner en condiciones el bosque?

– Es imposible hacer el cálculo en el aire. Lo que sí te puedo decir es que los árboles son lo más barato. Lo caro es el mantenimiento y la mano de obra. Pero estoy seguro de que los mismos vecinos estarían de acuerdo en sacar las variedades envejecidas de sus lotes y reemplazarlas por plantas nuevas y adecuadas.

– ¿Qué variedades son las recomendables?

– Muchas. Se puede plantar Fresno americano, es muy bueno y de buenas raíces. Es ideal para forestar. También Acacia de Costantinopla. Hay un montón que son aptas para un barrio. En el bosque hay una tierra buenísima, cualquier variedad que se planifique podría crecer y desarrollarse.

El obstáculo principal que enfrentan los vecinos es el costo de la extracción de un árbol. Las empresas habilitadas cobran entre 6000 y 9000 pesos para retirar una especie grande, depende del estado en que se encuentre. Otro problema es que la municipalidad tiene que expedir un permiso para retirar un árbol, lo cual es correcto, pero los tiempos burocráticos juegan en contra de la urgencia. También hay lotes que no están habitados donde crecen árboles que fueron tomados por la hiedra, una planta trepadora que, por más sano que estén, abraza los árboles y los seca. La cuestión ahí está en la falta de mantenimiento y compromiso, otro factor que colabora con el peligro.

bosque 3En el último temporal fuerte, a mediados de septiembre del año pasado, el viento derribó más de cincuenta árboles en el bosque. Afortunadamente no hubo que lamentar víctimas fatales, como sí sucedió en 2011. El saldo fue grave: destrozaron cinco viviendas, cortaron el tendido eléctrico, bloquearon calles y aplastaron animales, entre ellos una yegua, de nombre Brisa, que descansaba en su corral. Los días de vientos fuertes es común que los vecinos dejen sus casas y se trasladen a barrios más seguros.

Según las disposiciones municipales, cuando se saca un árbol del bosque, por cualquier motivo, hay que plantar dos, pero no de cualquier especie. En el Departamento de arbolado público se entrega una lista donde figuran los árboles autorizados. Según Antoniucci, el método de plantar dos es correcto porque no siempre sobreviven todos los ejemplares. Es un procedimiento que se remonta a la Edad Media. En Alemania, en el siglo catorce, era obligatorio para los leñadores plantar dos árboles por cada uno que derribaban. La madera en aquellos tiempos era el recurso más importante para el desarrollo, era la base de la construcción y fuente de energía calórica para cocinar y entibiar las casas. No se buscaba agrandar los bosques sino mantener estable el recurso. Igual que ahora.

bosque 4– Se dice que el bosque cumple un rol fundamental para el clima de Mar del Plata, porque frena los vientos fríos del sur y regula la temperatura. ¿Es así?

– Sí, se dice, pero no creo que influya tanto. No soy un técnico científico en asuntos meteorológicos, pero dudo que sea tan determinante para la ciudad. Supongamos que el bosque desparece. Los barrios cercanos lo van a sentir, pero no va a cambiar el clima de toda la ciudad.

Entre tantas versiones que circulan sobre el bosque, hay una –indemostrable– que asegura que desde el primer día se pensó para lotear. Quienes estaban a cargo de la forestación habrían comprado especies inadecuadas porque eran más baratas. Antoniucci da por tierra con esa teoría en base a un argumento lógico: el error inicial no fue una cuestión de costos. “Si era por los costos, se podrían haber plantado álamos, que son árboles mucho más lógicos que las coníferas o los eucaliptus. Hoy se tendría un lindo barrio con álamos. Aunque es un árbol con mala prensa, porque es una variedad común, es más fácil para podarlo y es caduco. No hace falta poner especies caras. Bosque Alegre es un buen ejemplo para citar una planificación de arbolado viable. Ahí en invierno se aprovecha la luz y el calor del sol”, señala.

La cuestión, queda claro, fue el salto de criterio. Iban a ser tierras para un aserradero y se decidió desarrollar un barrio. “Es un problema a resolver. Me duele mucho, esa zona se está convirtiendo en un lugar peligroso. La probabilidades de que se te caiga un árbol arriba del techo son muy altas”, apunta Antoniucci.

La carrera, hoy, es contra el tiempo.



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