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Policiales 26 de noviembre de 2021

El intrigante caso del cadáver decapitado y sin manos descubierto en un piso 18

A principios de septiembre un empleado de limpieza descubrió los restos momificados de un hombre. Faltaban las manos y la cabeza. Estaba dentro de un departamento del centro de Mar del Plata. Se cree saber quién es, pero aún resta el estudio de ADN para confirmarlo. La intriga de los investigadores en torno a un hecho de película.

Por Fernando del Rio

Un estudio de ADN podrá determinar la identidad del hombre cuyo cadáver, decapitado, sin manos, y en estado de momificación fue descubierto a principios del mes de septiembre en un edificio del centro de Mar del Plata.

Los investigadores aún no pueden resolver el misterio de la muerte, pero avanzar sobre quién es la víctima podría allanar un camino que se presenta complejo.

Hay una historia que se ignora y que subyace en el hallazgo del cuerpo, una historia que apenas se deja ver fragmentada en los datos que tanto la DDI Mar del Plata como el fiscal Leandro Arévalo pudieron recoger de distintas fuentes, como vecinos y, el círculo cercano a la  propietaria del departamento “B” del piso 18 de Corrientes al 1500.

El 10 de septiembre último un operario de la empresa Redi, dedicada a tareas de limpieza en interiores, llegó al lugar para poner en condiciones el inmueble. Había sido contratado por la dueña del departamento -una mujer de avanzada edad que vive en Buenos Aires- después de que lo recuperara de una cuasi-usurpación. Durante el año 2020 los ocupantes eran los miembros de una pareja compuesta por Pedro José De Tomaso (72) y una mujer llamada Margarita Bullo, quienes tomaron el departamento porque, en principio, contaban con el permiso de su propietaria.

El concepto que se tenía de De Tomaso no era el mejor según consta en la causa y a ese convencimiento llegaron los investigadores por diversos relatos que hablaban del modo de vida del hombre y su forma de ganarse el sustento. Los vecinos del edificio confirmaron que la dueña era una anciana (hoy de casi 90 años) que años atrás visitaba Mar del Plata en el verano y que lo hizo hasta el 2015. Desde entonces le había “prestado” el departamento a De Tomaso, a quien conocía.

“Decían ser los dueños, pero acá en el edificio todos sabían que no”, manifestó uno de los habitantes del lugar al prestar su declaración. Hoy basta con hacer unas pocas consultas por el portero eléctrico a los vecinos del lugar y se pueden escuchar frases como “era gente muy rara”, “se suponía que iba a terminar mal” o “ya la policía lo debe saber”.

A fines del año 2020, un trabajador de la administración que hace mantenimiento en el edificio fue convocado por Bullo para auxiliar a De Tomaso que se había caído en la cochera. La mujer indicó que había llamado a una ambulancia y el empleado encontró al hombre en el piso 10, tirado en el pasillo, boca arriba y con los brazos estirados. La mujer dijo que se encargaría y el empleado se desentendió del tema.

Los testimonios agregados a la investigación indican que nunca más se lo vio a De Tomaso por el edificio y sin embargo a quien sí vieron fue a la mujer unos meses después. Fue en abril de este año y la observaron con valijas, acompañada de otro hombre. La mujer al ser consultada sobre De Tomaso y que había sido de él explicó que había viajado a Buenos Aires para trabajar en Canal 9.

Después de aquello nada más se supo de ninguno de los que forman parte de esta intrigante historia. Solo más enigmas, como el del hallazgo de una perra dentro del departamento junto a los restos momificados, el del Ford Focus de De Tomaso en la cochera del edificio y la fantasmal presencia del hombre que acompañaba a la mujer aquel día que la vieron salir con valijas.

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Imagen de De Tomaso con la que cuentan los investigadores.

Una abogada en representación de la dueña del departamento y por pedido de la sobrina avanzó para recuperarlo a mediados de año, acción que posibilitó la limpieza en el mes de septiembre. Cuando el trabajador de la empresa Redi halló en una bolsa los restos humanos, bolsa caída detrás de un sillón, se abrió una investigación que tuvo un punto de partida de presunción importante: que aquel cadáver podía ser De Tomaso. Sobre uno de los muebles había tres cédulas a nombre de él, un carnet de conducir emitido por la ciudad de Buenos Aires y vencido en 2013, un carnet habilitante para conducir remís en Vicente López y un DNI.

La autopsia reveló que el cuerpo había sufrido un proceso de momificación por el paso del tiempo y que la muerte databa de varios meses. Las fechas estimativas de la desaparición de De Tomaso (noviembre-diciembre de 2020) son coincidentes con el lapso necesario para que el ciclo biológico de la desecación se produzca. Vale decir que la ciencia forense explica que la “momificación” puede darse cuando, por las condiciones del ambiente donde se encuentra el cadáver, se evaporan los líquidos de los tejidos por estar más favorecido este proceso que el de putrefacción.

El restante misterio de la escena del crimen fue que al cuerpo le habían seccionado las manos y la cabeza. Suele darse este tipo de mutilación cuando se interpone el propósito de dificultar la identificación. Sin huellas dactilares, ni dentadura (dos de los métodos previos al ADN) se complica la intención de saber de quién se trata, mucho más si no hay siquiera una sospecha de ello.

En este caso, al existir la presunción de que podría ser De Tomaso, el fiscal Arévalo encomendó la tarea de encontrar algún familiar.

En el mes de octubre finalmente se pudo localizar a una hermana del hombre, la cual había sufrido una operación y estaba internada en una clínica de la ciudad. Además de las dificultades que encontraron los investigadores para comunicarse con ella por su estado, hubo otro impedimento mayor: la mujer refirió que no tenía relación con su hermano y que poco le importaba cualquier cosa que tuviera que ver con él. No obstante,  la Justicia de Garantías autorizó una extracción sanguínea para poder hacer un cotejo de ADN y corroborar la verdadera identidad del cadáver. Ahora habrá que esperar los resultados de un peritaje que puede demorarse durante meses.

Mientras tanto el puñado de otros misterios que conforman esta historia siguen resistiéndose: el paradero de la mujer, la existencia de ese segundo hombre, la mutilación y, en particular, la causa de la muerte de un cadáver que por ahora no tiene ni nombre ni apellido.