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La Ciudad 12 de abril de 2018

El clan de Arroyo: los familiares del intendente en la municipalidad

Desde que llegó a la intendencia, varios de sus familiares y allegados accedieron a cargos decisivos y obtuvieron llamativas promociones. Pese a los reclamos, el jefe comunal ignoró el decreto "antinepotismo" del Presidente.

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La presencia de familiares, parientes y otra clase de allegados dentro de la administración pública municipal continúa siendo una de las características salientes de la gestión del intendente Carlos Arroyo.

A pesar de los reclamos realizados a comienzos de este año para que el jefe comunal se pusiera en línea con la decisión del presidente Mauricio Macri de prohibir la presencia de familiares dentro del gobierno, hasta ahora nada cambió.

Por eso aún son varias las personas que integran el círculo íntimo del intendente que permanecen en puestos decisivos dentro de la municipalidad.

Si bien el tema fue desde siempre motivo de crítica, al arrancar 2018 la cuestión comenzó a cobrar otro vuelo, con reclamos para que el intendente “imitara” la decisión del Presidente.

“Es una manera de romper la posibilidad de que se formen clanes en el municipio”, había sostenido Angélica González, de la Coalición Cívica e integrante del interbloque de Cambiemos.

Ninguno de los concejales que aún esperan que el jefe comunal copie la medida del Presidente ignora que con la llegada de Carlos Arroyo a la intendencia la situación laboral de varios de sus familiares más cercanos cambió de manera sustancial.

El caso más público y notorio es el de su hijo Guillermo, quien en las elecciones de 2015 encabezó la lista de candidatos a concejales por Cambiemos, lo que le permitió obtener sin dificultades una banca en el Concejo Deliberante, cuyo mandato se extenderá hasta 2019.

Desde el 10 de diciembre de 2015 Guillermo Arroyo no sólo es concejal. Por haber sido el primero de la lista de postulantes del oficialismo también tiene la responsabilidad de sustituir a su padre en caso de ausencia, por lo que, ante cualquier circunstancia, la intendencia quedaría en sus manos.

Guillermo Arroyo es además el presidente del bloque de la Agrupación Atlántica-PRO. Eso le concede algunas prerrogativas, como la de tener un rol decisivo al momento de resolver de qué manera utilizar los módulos asignados para la contratación de asesores.

Quizás por ese motivo hasta hace algunos meses el apellido Arroyo se repetía en el listado de empleados del Concejo, ya que Virginia, la hija del intendente Carlos y hermana del concejal Guillermo, se desempeñaba como secretaria del bloque oficialista.

Para ocupar ese puesto, Virginia decidió, en diciembre de 2015, abandonar la tarea que realizaba hasta entonces como empleada de la empresa de aguas municipal, Obras Sanitarias.

No obstante, a mediados del año pasado la mujer volvió a cambiar de ocupación, ya que se supo que fue nombrada en un “alto cargo” en el Instituto de Previsión Social de la Provincia. Así, Virginia dejó de frecuentar el Palacio Municipal, en donde trabaja su ex pareja Mauricio Loria.

Desde que Arroyo asumió como jefe comunal, Loria trabajó en el despacho principal del municipio ocupando distintos puestos hasta que en octubre pasado fue electo como concejal por los vecinos de Mar del Plata y Batán, al ocupar el sexto lugar en la lista de Cambiemos que encabezaba Vilma Baragiola.

Existen otras personas del círculo más íntimo del intendente a las cuales, desde el 10 de diciembre de 2015, también les cambió la vida.

Una de ellas es Susana Rivero, quien gozaba de su jubilación como docente desde hacía varios años cuando su pareja, Carlos Arroyo, se convirtió en intendente.

Ambos habían compartido durante mucho tiempo la conducción de la Escuela Media Nº 2, él como director y ella como secretaria.

Con ese antecedente, Arroyo consideró que Rivero tenía la capacidad suficiente como para transformarse en subsecretaria de Educación, cargo que desempeña desde hace más de dos años.

A favor de Rivero suele decirse que es más cálida y amable que quien fuera su inmediata superior, la ex secretaria del área, Ana María Crovetto, quien semanas atrás fue relevada del cargo por el jefe comunal.

Tras tener que presentar su renuncia, Crovetto no dejó pasar la oportunidad de quejarse porque le habían “impuesto” la obligación de designar a su lado a personas que sólo “calentaban la silla”.

De hecho, los manejos dentro de la Secretaría de Educación en relación con la designación de parientes o allegados al jefe comunal estuvieron en las primeras planas de los medios durante varios meses.

Uno de los episodios más ventilados tuvo como protagonista a Pamela, una joven nombrada como profesora de educación artística en el Instituto Almafuerte, en el cual jamás dictó clases.

Aparentemente el sueldo estaba destinado a abonar sus servicios como empleada de Educación, cumpliendo con una tarea administrativa en un momento en el cual era la nuera de Rivero.

En medio del escándalo, el propio intendente Arroyo aclaró que Pamela ya no era la pareja de uno de los tres hijos de Rivero, quienes llevan el apellido Tedros.

Los tres Tedros -podría decirse “hijastros” de Arroyo y “hermanastros” de Guillermo y Virginia- figuran ocupando puestos de relevancia dentro del municipio.

Por ejemplo, Evangelina fue promocionada el año pasado por un decreto del intendente al cargo de jefa del área de Publicidad y Propaganda.

La medida mereció el rechazo del Sindicato de Trabajadores Municipales, que denunció la violación del sistema de concursos y reclamó sin éxito la anulación de la designación. Dentro del listado del personal municipal también figuran, con el cargo de jefe de Departamento, Mariano Tedros, y con el de técnico especializado, Nicolás Tedros.