El Club de Aliados le hace el aguante a Charly García: el nuevo disco es “un hecho histórico”
Es un club de fans devenido en eternos aliados del gran músico argentino. Por estas horas, aguardan conocer al detalle cada nueva canción de "La lógica del escorpión" que se conocerá este miércoles. Repasan tres décadas de vida.
Años '90: Charly con una remera del Club de Aliados.
Recuerda que fue “bajo los efectos de La hija de la lágrima”, en la primavera de 1994, cuando lanzó el Club de Fans de Charly García desde Mar del Plata. Pero casi por sugerencia del gran músico argentino, Gabriel Nannini decidió cambiar el nombre.
“Un día lo llamo por teléfono a Charly, lo llamaba como diez veces por día en una época, todo el mundo tenía el teléfono, era el 8268187, y casi medio mundo sabía dónde vivía, era la época en que cualquiera subía a la casa y era un descontrol. Y me dice ‘Yo quiero que sean mis aliados, no mis fans, yo quiero tener aliados, necesito tener aliados, no fans’. ‘Bueno’, le dije, ‘¿querés que nos llamemos Club de Aliados?'”
Una de las reuniones de El Club de Aliados de Charly García.
Así nació este original club de treinta años de vida, que tiene reuniones periódicas para escuchar los discos del creador de Serú Girán, Sui Generis, La máquina de hacer pájaros, autor de más de cincuenta discos y a punto de alumbrar el disco número 57, el esperado “La lógica del escorpión” que saldrá este miércoles en las plataformas musicales y también en formato físico. En el Club ya hablan de “ansiedad” por la aparición.
“‘¿Y qué hacen en las reuniones?’ nos preguntaba. ‘Y, escuchamos tus discos y hablamos de vos’, le dije. ‘Ah, son como una secta, pero buena'”, siguió Nannini en plan de actualizar recuerdos, con una ordenada carpeta de recortes sobre Charly y sobre la intensa actividad del Club debajo del brazo.
“Ser fan es lo mejor”, de puño y letra de Charly.
La inminente salida del nuevo disco “del prócer”, en un momento diferente y después de cinco años sin novedades musicales de su propia usina, los obligó a realizar nueva “juntada”. Será este viernes a las 19 en la disquería y bar de Avellaneda y Güemes. “Pueden venir cuantos quieran…”, ironizó Nannini, siempre entusiasta.
“A los 72 años, con los excesos y problemas de salud que tiene, que siga grabando, tocando y trabajando es un hecho histórico“, observó el fundador del Club.
La bandera de El Club de Aliados en momentos en que llega el ídolo.
Fito Páez está anotado como el primero de los cerca de doscientos socios que el Club tiene en todo el país, Diego Maradona, Léticia Brédice, Fabiana Cantilo son otros -a la categoría de socio se accede a través de un carnet en papel que entrega el mismo Nannini-.
Los viajes a Buenos Aires cada 23 de octubre son otro de los hitos del Club. Ese día, le cantan el cumpleaños al adorado artista del bigote bicolor, oído absoluto, manos de árbol y altura astronómica. Lo hacen desde la vereda, porque en los últimos tiempos ya no es tan sencillo subir a visitarlo, comentaron.
El Club de Aliados también funciona como “una hermandad”, apuntó a LA CAPITAL otro de los integrantes, Daniel Edgardo Hernández. “Cuando uno empieza a intercambiar las historias de vida (con los socios) y a ver por qué queremos a Charly todos más o menos tenemos alguna similitud de por qué lo seguimos, por algún tema puntual que nos sucedió en nuestra vida y ahí estaban las letras de Charly siempre tan precisas y puntuales en los momentos difíciles“, agregó.
Gabriel Nannini y Luciana Ande Lione.
“Intercambiando opiniones me di cuenta de que todos siempre teníamos alguna historia, quién no la tiene, ¿no? y después lo queremos como músico y cómo es él sin juzgarlo para nada, él nos alegra de la mejor manera”, entendió Hernández.
Norberto Guillermo Minucci, otro de los socios más activos, descubrió la maravilla de esa música en el ’99, en un recital que el músico brindó en Mar del Plata. Desde entonces no le pierde pisada. “Ese flaco me partió la cabeza, yo tendría que haber nacido en otra época para ver haber vivido a Serú Giran” y sus otras bandas, añoró.
Norberto Ninucci y Daniel Hernández.
También comparte el “mundo charlinesco” María Luciana Ande Lione, quien sigue los pasos del genio desde su adolescencia en un colegio de monjas en la Patagonia. Más tarde conoció a Nannini y el amor a Charly los acercó al amor de pareja.
Juntos fueron testigos de los llamados “post shows” de Charly en Mar del Plata: primero entraban a las pruebas de sonidos, asistían al recital y seguían al rockero en su derrotero por los bares locales, en los que seguía haciendo música en noches interminables de música y encuentro. “Empezaba a las 7 de la tarde y eran las 7 de la mañana y seguía tocando”.
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