La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Policiales 14 de enero de 2024

El crimen del barra de Boca en Mar del Plata que sigue impune una década después

Leandro Ramiro Fini, amigo de Mauro Martín e integrante de La Nº 12, tenía 45 años cuando fue degollado en su casa del barrio Alfar, el 13 de enero de 2014. Su mujer fue la única testigo presencial del hecho. La causa quedó archivada meses después sin sospechosos identificados.

El viaje del domingo a la tarde se demoró lo estipulado. La ruta 2 no presentó, aquella tarde del 12 de enero de 2014, ningún inconveniente de tránsito y el empresario Leandro Ramiro Fini (45) unió la cárcel de Villa Devoto con Mar del Plata en los plazos premeditados. A la ciudad arribó con quien era su esposa, Marisa Plut (41), quien el lunes posterior se convertiría, además, en la única testigo presencial de su asesinato, que una década después todavía sigue impune.

El crimen tomó repercusión nacional rápidamente no solamente porque se hubiera producido en plena temporada estival en un barrio turístico como el Alfar, sino también por las características del hecho: Fini fue degollado y mantenía vinculación directa con la barrabrava de Boca. Tan es así que, antes de conducir su BMW por la autovía en la tarde previa, había visitado a su amigo Mauro Martín en el penal en el que el líder de La Nº 12 se encontraba preso.

Plut, con visible temor, declararía días después ante la Justicia que su esposo había sido parte de esa hinchada hasta que Martín fue detenido, en enero de 2013, por el homicidio de un vecino de su cuñado del que luego resultaría absuelto en un juicio oral y público.

La mujer, asustada, confirmó la relación entre Fini y el líder barra y hasta habría revelado que su marido era el nexo del entonces recluso con su circunstancial reemplazante en La Nº 12, Cristian “Fido” Debaux. En la misma audiencia con la fiscal Andrea Gómez -ya jubilada-, dio los pocos detalles que se conocerían del homicidio, y nunca más volvió a comparecer en Tribunales.

La ahora ex fiscal Andrea Gómez trabajó personalmente en la casa de Racedo al 5500, aquella tarde del 13 de enero de 2014.

La ahora ex fiscal Andrea Gómez trabajó personalmente en la casa de Racedo al 5500, aquella tarde del 13 de enero de 2014.

La causa fue archivada meses después por falta de pruebas contra sospechosos factibles de ser identificados. Posteriormente, en 2017, un testigo de identidad reservada se presentó a declarar en Tribunales, pero los datos que dio no sirvieron para avanzar en ninguna línea investigativa.

En suma, la familia de la víctima no se involucró demasiado posteriormente y, si bien prescribirá dentro de dos años, nada parecer hacer pensar que el caso vaya a resolverse alguna vez.

Relaciones

Fini estaba casado desde hacía 23 años con Plut, a quien conoció en la zona en la que ambos crecieron: Tigre. Esa pareja funcionó a la perfección en términos de familia, ya que tuvieron seis hijos.

Una familia tan numerosa que anhele vivir a cierto nivel requiere de ingresos elevados circunstancia que para Fini no era un problema. Le iba muy bien comercialmente gracias a la empresa de transporte de materiales de construcción iniciada por su padre décadas atrás en Tigre y esa tranquilidad le permitía mantenerse cerca de su verdadera pasión: Boca Juniors. Tal como lo había hecho desde chico, Fini concurría a la cancha de una manera diferente a la cual lo hace la mayoría de los hinchas xeneizes. Es decir, con cercanía íntima a La Nº 12.

En 2004 la familia Fini se mudó hasta el distinguido barrio de Santa María de Tigre, en Pilar, donde una casa poco cotizada tiene un valor de 400 mil dólares. Allí fueron los Fini por la bonanza económica que les reportó el transporte de arena, ladrillos y piedra. Algunos dicen que fue por seguridad frente a las actividades que Fini desplegaba y que incluso le habían valido una imputación por asociación ilícita en la Unidad Fiscal N° 7 de San Martín. Pero eso nunca se comprobó.

De lo que nadie dudaba era del crecimiento de la empresa de Fini. La flota de camiones se capitalizó a sí misma y tuvo una notable solidez hasta el año 2007, cuando su amigo Mauro Martín se quedó con el liderazgo de la barrabrava de Boca. Martín controlaba los negocios de la hinchada y los investigadores no descartaron que Fini tuviera alguna relación en el manejo de esos dineros.

La amistad entre Fini y Martín se mantuvo hasta el 12 de enero de 2014. No fue más allá porque a Fini lo asesinaron al día siguiente en Mar del Plata. Precisamente el domingo 12, en Devoto, ambos amigos se vieron para coordinar cuestiones de la barra. Y aclarar lo que fuera necesario de cara a los partidos de Boca en el verano de Mar del Plata.

Fini no fue un amigo abandónico, de esos que se van en las malas. Habrá tenido sus sentimientos de amistad genuinos o se habrá visto obligado por alguna situación previa. Lo cierto es que siguió junto a Martín al punto de ser él quien pagaba los honorarios del abogado Fernando Burlando, para Fini simplemente “Burla”. Incluso se cree que lo hacía con recursos propios, en devolución a favores previos o, tal vez, solo por amistad.

La pista del asesinato motivado en las disputas dentro de la hinchada de Boca fue, en un comienzo, la más fuerte. Porque está claro que a Fini lo asesinaron personas que lo conocían o que fueron enviadas por conocidos. A nadie, como aseguran los forenses, degüellan de la manera que lo hicieron si no está detrás la pretensión de dejar un mensaje.

La secuencia

Fini salió de Devoto el domingo a la tarde. Su viaje en pareja, sin hijos, tenía sólo un objetivo: reconstruir la relación, que se había deteriorado en el último tiempo. Fini y Plut estaban peleados y por eso volvieron a Mar del Plata -ya habían estado unos días antes-, para reconciliarse en “La casa de Tete”, la vivienda familiar que poseían en Racedo al 5500.

Llegaron por la noche, de modo que decidieron un plan romántico: fueron a alojarse al hotel Costa Galana y de allí a cenar al restaurante Tiziano, de San Lorenzo casi Güemes. Antes de concluir la noche del domingo pasaron por Sobremonte donde se dirigieron al VIP y bebieron champagne.

Al día siguiente, tras desayunar, Fini manejó su BMW por la calle Güemes para buscar una casa de telefonía porque se había olvidado el cargador de su Iphone. En los lugares que pararon no tenían ese accesorio por lo que, finalmente, decidieron ir hasta la casa del Alfar, donde debían realizar el pago al jardinero pero también a un vecino arquitecto por algunas reformas. Por esos eventuales pagos es que Fini y Plut llevaban un maletín con algo más de 25 mil pesos (equivalentes a 3 millones de pesos actuales).

FINI 03

Tras llegar a la casa estacionaron el BMW sobre el parque y esperaron a personal de Direct Tv, con cuyo servicio técnico habían coordinado una visita para realizar una reconexión. Pero los primeros visitantes no fueron precisamente los operarios de la compañía de televisión satelital. Tal vez eran ya las 12.30 cuando los asesinos de Fini pudieron ingresar a la finca. Luego algunos testigos hablarían de una Volkswagen Suran color azul, con patente comenzada en M, merodeando la vivienda.

Es en ese pasaje que toda la historia se oscurece, a pesar de tener una testigo directa como es Plut. La mujer aseguró en su declaración que tras entrar a la casa y esperar a la gente de Direct Tv se dirigió a una de las habitaciones. Su marido estaba en otra, la cual está emplazada en un lugar de la vivienda cercano. Plut ordenaba su cartera en el cuarto del “fondo” y Fini permanecía en el del “frente”. Solo los separaba una pared lateral.

Esta proximidad permitió a Plut escuchar que su marido le decía a alguien “quédense tranquilos muchachos” lo que la intranquilizó, de manera que decidió salir del cuarto para averiguar lo que estaba sucediendo pero no lo consiguió porque surgió un hombre que a cara descubierta la amenazó con un arma de fuego. “¿¡Dónde está lo de valor, dónde está!?”. Plut, relata en su testimonio a los investigadores, que se quitó y entregó al delincuente los anillos de su mano, un reloj, unas cadenas y una gargantilla que llevaba. Después le vendaron los ojos y la ataron de pies y manos.

A la policía le llamó la atención que mientras mataban a su marido con una crueldad inusual, Plut no escuchó gritos pero sí aquella frase: “Quédense tranquilos muchachos”.

Porque a Fini le dieron una muerte que estremece al ser reconstruida por los forenses. Lo mataron de varias puñaladas. La primera ingresó en el muslo izquierdo. Probablemente alguien lo sostenía por detrás y el asesino aprovechaba esa incapacidad de defensa para atacar. Esa primera puñalada dio en el muslo porque Fini hizo un movimiento de resistencia, vano al fin, ya que después llegaron las puñaladas en el tórax y el degüello. Doble degüello, de izquierda a derecha. Casi hasta la decapitación. “Este tipo de lesiones no suelen hallarse en casos de robo”, sentenciaron los forenses. De la casa los asesinos se llevaron el maletín con los 20 mil pesos, además de los anillos y cadenas de Fini y de su esposa, faltantes que bien podrían acreditar el móvil del robo. Sin embargo, la naturaleza del crimen lo descarta.

A los asesinos nadie los vio escapar y recién 20 minutos después el jardinero, al que Fini le debía unos pocos pesos, pasó por allí. Al ver el BMW fue hasta la casa, pero nadie lo atendió. Entonces escuchó gritos de Plut pidiendo auxilio. El jardinero se fue hasta la casa ubicada cruzando la calle Racedo y le dijo a la empleada doméstica que llamara a la policía. La empleada luego se dirigió hasta la casa junto al jardinero y tras entrar por una puerta lateral asistieron a Plut, quien les pidió que ubicaran a su esposo en la otra habitación. Entonces lo hallaron en el piso, cubierto con el colchón de la cama y en medio de un gigantesco charco de sangre. Sin vida, por supuesto.
Como un irónico detalle, Fini vestía pantalón azul y chomba amarilla, sus colores del corazón. Ambas prendas estaban teñidas de un púrpura sanguinolento y ennegrecido cada segundo más y más.

La escena del crimen fue minuciosamente revisada por los peritos y los elementos que hallaron fueron los que sembraron dudas sobre el móvil. En uno de los bolsillos del pantalón de Fini estaba su teléfono Iphone Apple, con un valor de reventa de 5.000 pesos en aquél entonces. Los que abonaban la idea de un robo no pudieron explicar por qué despojaron a Fini de sus anillos -uno lucía el número 12- y cadenas, pero no del teléfono.

En la cocina un teléfono Nextel,que Fini usaba de forma laboral, estaba destrozado y mojado dentro de la pileta. Junto al aparato había una tijera pero sin manchas de sangre. El arma que usó el asesino era una cuchilla con filo en un solo lado.



Lo más visto hoy