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Policiales 10 de marzo de 2017

El doble crimen del Parque Camet, otro ajuste de cuentas por drogas

Dos hombres armados asesinaron a otro en una vivienda próxima al Parque Camet delante de una mujer de 35 años. Luego obligaron a la mujer a subirse a un auto, se dirigieron a la casa del hermano del hombre asesinado y también lo mataron de un tiro.

En esta vivienda ocurrió el primero de los homicidios.

“Venite conmigo, yo te puedo dar una vida mejor”, le dijo el asesino a la mujer del muerto cuando aún humeaba el caño del revólver calibre 32. En el interior de la casa del barrio Camet, sobre un sillón, el cuerpo de Luis Romero (50) yacía con dos disparos en la cabeza como solución a una disputa por venta de drogas.

Así, con esa escena inverosímil e impactante, a las 23 del jueves comenzaba a tomar forma un doble crimen que luego se completaría en la casa del hermano de Romero, Marcelo (43), a quien los mismos asesinos lo ataron a una silla y fusilaron de un disparo en el rostro.

La única sobreviviente fue la mujer y tal vez en aquella propuesta nacida seguramente de algún sentimiento amoroso del asesino pueda explicarse que haya salido con vida. La mujer, de 35 años, fue la que contó todo lo sucedido a la policía y en esa historia, en la precisión de esa historia, estarían las pistas para dar con los autores del doble homicidio.

Tanto el fiscal Juan Pablo Lódola como el personal policial interviniente habían dado pasos importantes en la investigación pero no trascendió si ya estaban identificados quienes participaron en el hecho.

Lo que sí está claro es que los Romero se ganaban la vida vendiendo drogas y eso quedó corroborado en lo que hallaron oculto dentro de la chimenea: dos paquetes con la cocaína que los asesinos buscaban. Y como se sabe, las diferencias en el mundo del narcomenudeo suelen arreglarse a fuego.

Una secuencia de terror

Eran poco más de las 23 cuando la mujer y Luis Romero se encontraban dentro de la casa de calle Frenguelli al 6000. Se trata de una zona próxima al barrio Camet donde la característica principal es, naturalmente, la arboleda pero, como consecuencia directa de eso, también la oscuridad.

De los 7 asesinatos de 2017, al menos cuatro estuvieron vinculados de forma directa con la venta o consumo de estupefacientes. 

En medio de la noche un automóvil se detuvo frente a la vivienda donde la pareja descansaba y dos personas descendieron. Llamaron a la puerta y quien abrió fue la mujer de Romero. Este, en cambio, miraba televisión sentado en un sillón.

Uno de los dos individuos ingresó con un arma en la mano y solo le hizo un reproche a Romero: “¿Así que vos me andás buscando para matarme?”. Eso fue todo. Después de eso apuntó directamente a la cabeza de Romero y le efectuó dos disparos. La muerte fue instantánea.

Los investigadores creen que Romero vendía droga al menudeo pero también abastecía a algunos “transa” o revendedores, entre otros, sus asesinos. Deudas, mercadería no entregada, tiempos o cualquier otro conflicto en el marco de esa relación es el que habría originado la disputa.

Pero lo increíble sobrevino después. El asesino contuvo a la mujer y le pidió que le dijera dónde su pareja guardaba la droga y el dinero.

Ante la negativa de la mujer, que adujo desconocer todo lo que hacía Romero, el asesino le propuso unirse a su vida. El desconcierto de la mujer y la angustia era tan grande que ni siquiera hubo una respuesta. Entonces los dos hombres decidieron arrastrar a la mujer hasta el auto en donde esperaba otro sujeto en el volante y de allí partieron hacia la casa del hermano de Romero.

El segundo fusilamiento

En pocos minutos los asesinos llegaron al domicilio de Marcelo Romero (43) y bajaron llevando junto a ellos a la mujer. En el departamento del fondo de Calabrese al 4500 estaba Romero en un absoluto estado de intoxicación, probablemente por ingesta de drogas. Eso le impidió descifrar todas la señales que la mujer le hizo apenas ingresó.

Los dos hombres, el asesino y su cómplice, le fueron francos: querían drogas y dinero. Si la droga no estaba en la casa de su hermano, debía estar allí. Lo mismo la plata recaudada. Pero Romero no comprendía demasiado. Ni siquiera entendió cuando la mujer le preguntó por el vecino policía.

La suerte de Romero estuvo echada. Los dos hombres lo sentaron en una silla, lo ataron y lo volvieron a amenazar. A la mujer la encerraron en un baño pequeño. Insistieron con Romero para que les entregara droga, pero no hubo respuesta. Entonces uno de ellos le disparo al rostro. El proyectil calibre 32 le entró por el maxilar derecho y le atravesó el cráneo, para salir por la parte posterior. Romero sufrió pérdida de masa encefálica aunque no murió en el instante.

Aquel policía vecino al que había hecho referencia la mujer en un último intento por salvarle la vida a Romero escuchó la detonación y salió de su casa. Lo único que alcanzó a ver fue un auto escapando a toda velocidad. La oscuridad de la zona no le posibilitó distinguir más que dos luces y continuó hacia lo de Romero, donde se topó con la situación.

Investigación

Los efectivos policiales de la comisaría decimoquinta, bajo las órdenes de Miguel Belfiore, acudieron al lugar y solicitaron una ambulancia para trasladarlo a Romero hasta el Hospital Interzonal, donde poco después se confirmó el fallecimiento.

Personal de policía científica se desplegó allí y también en la casa de la calle Frenguelli, en cuyo comedor permanecía el cuerpo si vida del mayor de los hermanos. En el sillón, incrustado, se pudo rescatar un proyectil calibre 32 y una minuciosa búsqueda por otros sectores de la vivienda arrojó un resultado imaginable: en la chimenea de una especie de hogar había dos envoltorios conteniendo cocaína, una bolsa con dosis preparadas para la venta y otra con tres piedras de importante nivel de pureza. En una habitación, un revólver calibre 32 sin carga.

Los investigadores creen que Romero vendía droga al menudeo pero también abastecía a algunos “transa” o revendedores, entre otros, sus asesinos. Deudas, mercadería no entregada, tiempos o cualquier otro conflicto en el marco de esa relación es el que habría originado la disputa.

Una recorrida efectuada por la zona provocó otro hallazgo de gran importancia para la causa: el revólver calibre 32 con el que se cree se cometieron ambos asesinatos. Esto, por supuesto, se confirmará con las labores de los peritos balísticos en los laboratorios del complejo Juan Vucetich.

Fuentes judiciales confirmaron que Luis Alberto Romero fue imputado en el año 2012 del delito de tenencia simple de estupefacientes, mientras que su domicilio de la calle Frenguelli fue motivo de una investigación en el año 2009 por el supuesto funcionamiento de un punto de venta de cocaína.

La mujer que salvó su vida apenas sufrió un estado de conmoción por las traumáticas circunstancias en las que estuvo envuelta.
Sobre el paradero de los asesinos, hasta ahora no se sabía demasiado.



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