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Opinión 6 de junio de 2017

¿El Estado para los ciudadanos o los ciudadanos para el Estado?

*Por Marcos Falcone

Algunos vecinos de Sierra de los Padres insisten hace tiempo con la idea de escindirse del municipio de General Pueyrredon, que los incluye junto a Mar del Plata. La presentación de un proyecto sobre el tema en la legislatura bonaerense ha vuelto a poner el tema en cuestión. Se trata de un tema, por cierto, que en la provincia de Buenos Aires no es nuevo: en 2011 comenzó a funcionar el municipio de Lezama, el caso más reciente de éxito de movimientos autonomistas.

A favor

Difícilmente puede argumentarse en contra del deseo autonomista de Sierra de los Padres desde un punto de vista teórico y basado en lo que debería suceder. Esto se debe a que la raíz del problema de Sierra parece estar en lo que en la ciencia política se conoce como falta de “rendición de cuentas” (accountability): primero porque los gobiernos locales, centrados en Mar del Plata, tienen la base de su electorado fuera del área en conflicto; y, segundo, porque además se da la particularidad de que ese área no es parte de la aglomeración urbana central (si esa condición no se diera, entonces cualquier barrio “desatendido” podría reclamar su independencia).

No es de extrañar, entonces, que la consigna que se ha expresado en Sierra sea la de querer dejar de ser el “patio trasero” de Mar del Plata. Los vecinos buscan que los pastizales se corten, que las calles se arreglen, que haya más presencia policial, que las dependencias municipales no cierren, en fin: esperan todo lo que puede esperarse de una comuna. Quieren que el Estado esté al servicio de los ciudadanos.

Si relacionamos, así, el diagnóstico previo con los argumentos esgrimidos, resulta lógico y deseable hacer que el Estado esté más cerca de los ciudadanos: si los responsables de solucionar los problemas de una comunidad fuera electos por ella, entonces sus incentivos serían mucho más fuertes que los de hoy para responder a las inquietudes de los vecinos. Un intendente de Sierra de los Padres no podría ser reelecto dado el estado actual de las calles porque todos los votantes estarían al tanto de que eso es un problema, y a casi todos les importaría. Hoy, por el contrario, un intendente de General Pueyrredón puede hacer caso omiso de esa y casi cualquier otra cuestión de Sierra, porque la cantidad de votantes que aporta sobre el total que tiene el partido es ínfima (menos del 1%). Es esto lo que, con la creación de un nuevo municipio, se evitaría automáticamente: sobre Sierra decidiría Sierra, y punto.

En contra

El pasado es un argumento general en favor de la descentralización administrativa. Pero todos sabemos que los argentinos somos excepcionales en una multitud de cuestiones, y esta no es la excepción. ¿Qué pasaría si consideráramos el problema ya no desde un punto de vista sobre lo que debería suceder, sino de lo que efectivamente podría suceder? En otras palabras, la pregunta es: ¿permite la realidad argentina y/o bonaerense justificar la creación de nuevos municipios?

Las cosas se complican, llegado este punto, porque el “estado de salud” fiscal del país, la provincia y los municipios es crítico. Desde 2003, en Argentina y en sus unidades subnacionales se ha incrementado la presión fiscal hasta hacerla una de las más elevadas del mundo. Pero, al mismo tiempo, el gasto ha crecido tanto que ni siquiera las erogaciones corrientes pueden ser pagadas sin recurrir a endeudamiento. El problema se agrava, además, porque no parece estar en vías de solución: no existe un partido o dirigente que coherentemente plantee la necesidad de bajar los impuestos y al mismo tiempo bajar el déficit. Por lo tanto, los problemas fiscales en Argentina, lejos de solucionarse, deben ser supuestos o esperados con un alto grado de certeza.

¿Qué tiene que ver esto con la posible creación del partido de Sierra de los Padres? El problema es que, aunque los nuevos gobiernos locales estuvieran más cerca de sus votantes, probablemente también agravarían el rojo fiscal de la provincia o de los municipios involucrados en el tema. Naturalmente, si un nuevo municipio responde a las demandas de sus ciudadanos es porque tiene infraestructura que no es simplemente la de una delegación municipal: incluye intendente, secretarios, concejales y toda la burocracia ligada a ellos. Y entonces se debe construir sedes para todos ellos pero, con bastante seguridad, también aumentar permanentemente las partidas de gasto y la planta de empleados públicos.

Quizás pueda contraargumentarse que un municipio suficientemente grande puede funcionar, pero eso no solo es incierto sino que implica el surgimiento de nuevos problemas en el que dejan atrás. Aunque hacen falta estudios preliminares de viabilidad (como el que hizo la Universidad Nacional de La Plata antes de la división Chascomús-Lezama), se puede intuir que la situación de Mar del Plata frente a una separación sería precaria: menores recursos coparticipables y una menor base imponible, no correspondidos por partidas de gasto suficientemente reducidas, podrían agravar el déficit fiscal del municipio. Y esto, si se tienen en cuenta las enormes dificultades que ya enfrenta la administración actual para reducir el gasto, no redundaría en ahorro fiscal, sino solamente en mayor presión para los contribuyentes, es decir, que los ciudadanos estén todavía más al servicio del Estado.

¿Y entonces?

Por lo tanto, ¿debería Sierra de los Padres separarse de Mar del Plata? Depende. Si la pregunta es “¿debería el Estado estar al servicio de los ciudadanos?”, la respuesta debería ser positiva: queremos que Sierra de los Padres tenga funcionarios que realmente la escuchen. Pero si la pregunta es “¿deberían los ciudadanos estar al servicio del Estado?”, la respuesta podría ser negativa: no queremos pagar todavía más impuestos, ahora o en el futuro, para pagar por otros gastos si la separación los requiere. Dónde resida el énfasis residirá también, probablemente, la respuesta a la cuestión de si crear un nuevo municipio para Sierra de los Padres es, hoy, una buena idea.

 

*Politólogo por la Universidad Torcuato di Tella.