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Policiales 16 de mayo de 2019

El extraño caso de la heredera millonaria que terminó en prisión

Susana Esquivel se había casado con Reinaldo Bensi, 40 años mayor que ella y al morir el hombre heredó unos 10 millones de dólares. La sucesión desencadenó en traiciones, mentiras, violencia y la participación de un policía y un sicario en el intento de asesinato de su abogado, Cristián Castillo.

Susana Esquivel, Nicolás Ramírez y Miguel Ángel Marote.

Por Juan Salas

Traición y codicia. Una herencia millonaria fue el trasfondo de una trama que expuso el lado más oscuro de una viuda prácticamente en luto, su pareja policía y un improvisado sicario que intentaron asesinar a un abogado para no pagarle los honorarios de la sucesión del patrimonio del empresario Reinaldo Bensi, fallecido en junio de 2014.

La investigación del fiscal Juan Pablo Lódola se centra en el ataque que sufrió en junio de 2015 el abogado Carlos Castillo, quien fue baleado en el rostro y cuerpo en la puerta de su estudio jurídico al terminar una reunión con su clienta, Susana Esquivel para arreglar el pago de sus honorarios, que en ese momento ascendían a los 200.000 dólares.

Por el hecho quedaron imputados Susana Esquivel, su pareja de entonces el policía Miguel Ángel Marote y Nicolás Ramírez, todos imputados por “homicidio triplemente agravado por el concurso de dos o más personas, por precio o promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego en grado de tentativa”.

En abril de 2019 Nicolás Ramírez, representado por la defensora oficial María Laura Solari, arreglo una condena de 13 años y 6 meses –el mínimo de pena posible por el tipo de delito- en un juicio abreviado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2.

Esquivel y Marote no siguieron los pasos de Ramírez y no aceptaron arreglar su situación en juicio abreviado. Esto retrasó el inicio del debate en su contra, además, en medio del proceso Esquivel perdió a su abogado particular y pasó a un defensor oficial, mientras que Marote, por el contrario, dejó al defensor oficial y contrató a un abogado particular.

El Tribunal Oral en lo Criminal N°2 y el fiscal Lódola intentan coordinar una nueva fecha para dar inicio al juicio, que en un principio estaba programada para los primeros días de mayo.

Realidad supera ficción

Parecería el cliché de una película de amor de domingo por la tarde: un millonario se casaba con su mucama, 40 años menor que él y lo que era un momento de celebración en la vida de Susana Esquivel y Reinaldo Bensi, era el principio de una novela policial negra.

Bensi murió el 29 de junio de 2014 tras un choque en la ruta 226. Atrás dejó sus departamentos, vehículos y cientos de hectáreas de un campo en Lincoln.

Como principal heredera de una fortuna de unos 10 millones de dólares quedó Esquivel, que en ese entonces se encontraba embarazada de su amante, un hombre a quien le alquilaba un departamento en el mismo edificio de la zona de Playa Chica en el que vivía junto a su esposo.

El nacimiento de la hija de Esquivel trajo problemas legales y la mujer contrató al abogado Cristian Castillo, quien después le manejó los trámites de la sucesión millonario.

En este contexto -recientemente viuda, madre y conflictos legales- Esquivel se puso en pareja con el policía Miguel Ángel Marote y le firmó un poder prácticamente absoluto de sus bienes.

El plan

Para el fiscal Lódola, está acreditado que, al menos dos semanas antes del 15 de junio de 2015, Susana Esquivel y Miguel Ángel Marote acordaron asesinar al abogado Cristián Castillo para no abonarle los 200.000 dólares de honorarios que adeudaban. Para concretar el plan, contactaron a Nicolás Ramírez y, por un precio que no pudo ser determinado en la investigación, lo contrataron para matar a Castillo.

Esquivel fue la encargada de contactar a Ramírez por Facebook, ya que el joven de 25 años era hermano de una amiga de ella y, sabía, que había tenido algunos “conflictos con la ley”, aunque menores. Algún robo en Balcarce, no más. Nada como un asesinato. Nada como ser un sicario que ofrece servicios por redes sociales.

Ramírez viajó de Balcarce a Mar del Plata para ver a Esquivel. Según él, con la intención de comenzar una relación amorosa, pero se encontró con un panorama totalmente diferente.

Ramírez, según su declaración, conoció a Marote en una casa de Italia y Juan B. Justo, a la que fue para encontrarse con Esquivel. En esa circunstancia, el policía habría obligado, mediante amenazas, a Ramírez a asesinar a Castillo. Esquivel también declararía que el plan para asesinar a Castillo fue de Marote, quien le dijo que al abogado había que “bajarlo” o “quemarlo”.

Para los investigadores, que los coimputados Esquivel y Ramírez declararan que el plan había sido de Marote, no los exime de culpa, ya que tuvieron semanas antes del hecho, con muchas alternativas para actuar de manera diferente.

“Aquí, el factor tiempo permitía acudir a varios caminos alternativos, dejar de relacionarse con Marote, efectuar la correspondiente denuncia penal, advertir de cualquier manera el mal futuro que se le avecinaba a la víctima”, expresaron los investigadores en sus conclusiones.

El intento de asesinato

El 15 de junio de 2015 Esquivel pasó por el estudio jurídico de Castillo, ubicado en Alvarado y Alvear, y fijó una cita para esa misma tarde, a la que dijo que iría acompañada de su hermano y en la que adelantó que le pediría al abogado que le revocara el poder administrativo que tenía Marote.

La secretaría del estudio jurídico no prestó en ese momento atención a la charla que mantuvo con Esquivel, en la que la mujer se mostró muy interesada en saber los horarios del estudio jurídico y al entender que desde las 18 no debían ir más clientes al lugar, eligió el horario de las 19 o 20 para mantener la reunión.

Cerca de las 20.40, Susana Esquivel se presentó en el estudio jurídico de Castillo y mantuvo una reunión con él. Luego, le dijo que tenía que ir hasta la vereda para buscar a su hija, a quien había dejado en el auto con su hermano. Al salir, acompañada de Castillo, Ramírez se presentó, como un familiar de Esquivel e ingresó al lugar. Una vez adentro extrajo un arma, obligó al abogado a tirarse al suelo y le disparó en la cara. Luego, se retiró junto a la mujer y la hija de ella, ambas testigos de lo que había sucedido.

“Se desprende que Susana Esquivel tuvo una activa participación en el hecho, preparó el escenario de los mismos al decirle a la víctima que iba a ir con un hermano hasta el estudio, eligió un horario donde la víctima estuviera sola, asistió junto Ramírez, quien residía en la ciudad de Balcarce y a quien presentó como su hermano”, concluyeron los investigadores.

-Ella me lo armó, me lo hizo, me pegaron un tiro- dijo Castillo a su hijo cuando lo visitó en el Hospital Privado la Comunidad. Luego, el hombre, aportaría información específica sobre Esquivel y Marote para que la policía los detuviera y, también, reconocería a Ramírez como el joven que le había disparado en el rostro.

Traiciones por una herencia millonaria

Susana Esquivel estuvo con arresto domiciliario, el cual cumplió en su departamento de la zona de Playa Chica. Sin embargo, mientras estuvo en la cárcel, en el Destacamento Femenino de Batán, Miguel Ángel Marote siguió con el poder administrativo de sus bienes, hasta que se lo revocó y lo obtuvo el abogado Enrique Alonso.
Ambos hombres fueron denunciados por la viuda de Bensi acusados de haberla estafado, de haberle quitado sus bienes, su patrimonio, su herencia. “La desplumaron mientras estaba en la cárcel”, confió a LA CAPITAL una fuente judicial consultada.

La Fiscalía de Delitos Económicos tramita la causa en la que Alonso y Marote están imputados por coacción, extorsión y estafa y que tiene como víctima a Susana Esquivel. Nadie en la fiscalía se anima a arriesgar cuánto le quedó a la mujer realmente de esa herencia.

Una mujer se casó con un millonario, 40 años mayor que ella. El hombre murió y la herencia, de 10.000.000 de dólares se transformó en traiciones, engaños, violencia y miseria.

Uno de los capítulos finales de esta trama real será en el juicio contra la viuda y el policía, que se celebrará en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2.

Una pareja entre el
amor y la manipulación

La relación entre Esquivel y Marote merece un capítulo aparte. La pareja era, cuanto menos, compleja. Para citar un ejemplo, para el momento en el que ocurrió el intento de asesinato del abogado Castillo, Esquivel “fingía” estar embarazada de Marote, aunque ella luego diría que era para mantenerse “a salvo” ante posibles represalias del policía, que era “violento”; él, por su parte, aseguró que esa mentira fue una manera que ella utilizó para manipularlo.
Esquivel, en más de una oportunidad le aseguró a su abogado Castillo y a otras personas que Marote era “un criminal”. Según la mujer, el policía la amenazaba, le manejaba a su antojo sus bienes, no la dejaba salir a la calle y la tenía prácticamente de rehén.
Por su parte, el abogado de Esquivel, Castillo, definió a la mujer como “una manipuladora total, que manejaba a la gente y que también podía manipular a Marote”. Sin embargo, también reconoció en declaraciones que “Marote presionaba y controlaba a Esquivel, y que ella se encontraba en una situación de presión o amenaza de parte de Marote, haciendo que la misma no actúe con libertad en sus actos”.
Los investigadores dejaron asentado en la causa que “se advierte que la relación entre Esquivel y Marote transitaba en términos totalmente amorosos, de cuidado y atención”.
Si bien no se sabe quién manipulaba a quién en la pareja, el abogado Castillo aseguró que intuía que Marote “quería” matarlo. Esta afirmación la dio en el contexto en que Esquivel le había pedido que le revocara el poder de administración que tenía el policía sobre sus bienes y porque también podía tener “celos” de la relación que tenía el abogado con su clienta.
Si Esquivel realmente quería revocarle el poder a Marote o si fue un ardid para provocarlo, es algo que no llegó a saberse durante la investigación.
Casi un año previo a sufrir el ataque, precisamente el 28 de agosto de 2014, Castillo le dijo a Esquivel que cualquier amenaza o ataque que pudiera sufrir él o su familia los atribuiría a su entorno. Es decir, la víctima ya intuía que la viuda y el policía podrían llevar a cabo lo que finalmente sucedió.