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La Ciudad 10 de junio de 2020

El gigantesco hotel que nunca fue: restos de un sueño de grandeza sepultados en playa Punta Iglesia

Donde hoy se encuentra el muelle del Club de Pesca nació hace un siglo un utópico proyecto que el mar, en reclamo de su territorio, se encargó de frustrar.

Principios de la década del '30. Cimientos del hotel que jamás llegaron a construir en Punta Iglesia. Foto: Colección Mentruyt. Catálogo Bullrich, Gaona y Wernicke. Aporte: Enrique Mario Palacio.

Por Gustavo Visciarelli

Hasta hace algunos años afloraban enigmáticos cimientos en el límite de las playas Popular y Punta Iglesia cuando el mar embravecido por la sudestada removía sus arenas. Ante el renovado asombro que provocaba cada aparición, se escuchaba una breve respuesta: “Son restos de la antigua rambla”. En verdad, pertenecen al tramo de la rambla que jamás llegó a construirse y a uno de los proyectos más delirantes que recuerde la historia local: un gran hotel casino en playa Punta Iglesia sobre una suerte de península artificial que le ganaría territorios al mar.

Ya sabemos que la antigua Rambla Bristol, inaugurada en 1913, bella e incompleta, empezaba a la altura de la calle Rivadavia con un muro abrupto y desangelado que evidenciaba su inconclusión.

El propósito era extenderla hasta la actual avenida Luro con un concierto de sueños fabulosos que incluían el utópico hotel-casino dentro del mar.

El plan se detuvo en gran parte porque la Rambla empezó a tener problemas con un vecino furioso: el mar. Pronto el oleaje empezó a castigarla y en mayo de 1920 un temporal de 48 horas hirió su ensoñación afrancesada.

El azote no sorprendió a los marplatenses, que venían observando cómo sus playas desaparecían mientras fracasaban los intentos de protegerlas con precarios espigones construidos con piedras aprisionadas en redes de alambre galvanizado. Aquel temporal del ’20, además de arrasarlos, devoró las playas céntricas.

¿A qué respondía semejante castigo? En esos días LA CAPITAL publicó la opinión del ingeniero Antonio Vignolo, quien aseguró que la Rambla había sido mal ubicada por “falta de estudios y de criterio técnico”. A su entender, la realización del puerto -“que se resolvió sin más análisis”- agravó la situación. De hecho, afirmó que “a medida que avanzó la construcción de la escollera sur, avanzaron las aguas en playa Bristol”.

Insólitamente, cuatro meses después del temporal intentaron retomar el proyecto de la rambla. Es más: el 18 de septiembre de 1920 la comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de los ingenieros Andrés Devoto Moreno y Jesús Barco Agrelo, quienes aceptaron el reto de construir el hotel a cambio de explotarlo durante sesenta años. Asimismo, se comprometían a terminar la rambla “en un estilo similar a la existente pero con una línea de construcción más ligera”.

Tiempo después LA CAPITAL publicó un dibujo del proyecto con un lacónico epígrafe que explica los motivos de su frustración: “El mar se encargó de destruir tales ilusiones”.

Los cimientos quedaron largamente expuestos e incluso convivieron con el muelle del Club de Pesca, levantado en 1927.

Luego quedaron sepultados. El mar, de tanto en tanto, los sacaba a relucir, como una alegoría de su triunfo. Seguramente algo queda bajo las arenas de aquel malogrado sueño de grandeza.