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Opinión 21 de noviembre de 2019

El hambre no puede esperar

Por Roberto “Tata” Gandolfi
Referente del Movimiento Evita

Poner de pie a Mar del Plata y Batán es un compromiso que asumimos como organización política. Iniciando la transición de cambios de gestiones en General Pueyrredon, en el marco de dos expresiones de un mismo frente político, y con cambios de signo en Provincia y Nación, se configuran las tareas urgentes que deben ser atendidas desde todo el arco político con expresiones institucionales.

Desde el Movimiento Evita construimos articulando con diversos sectores para potenciar el trabajo en cada uno de los frentes que ordenan nuestras tareas. Nuestro trabajo se organiza en base a las necesidades de un pueblo que viene sufriendo la violencia de un modelo económico y político que recortó derechos y destruyó la calidad de vida de las trabajadoras y trabajadores, con tarifazos, inflación, techo a los salarios, crecimiento del desempleo, la pobreza y la indigencia.

Esto es especialmente vigente para nuestro distrito. Hay datos que son innegables desde cualquier punto de vista: revisten carácter objetivo. Es conocida la suba de las cifras de desempleo en nuestras ciudades que ascienden del 8,8% en mediciones de septiembre de 2018 a más del 13% en septiembre de este año. Considerando, además, otros indicadores que definen la calidad de vida (acceso a servicios, inflación -especialmente la que mide la canasta básica alimentaria-, acceso a salud y educación, etc.) es evidente el deterioro de los mismos en los habitantes de Mar del Plata y Batán. Baste mencionar que este índice ostenta el triste mérito de ser el más alto a nivel nacional.

Paralelamente, esta época reviste condiciones que se inscriben en nuestra subjetividad como especialmente significativas; el Fin de Año y la Navidad suponen la necesidad de reafirmación en la dignidad de nuestro pueblo y hablamos de cosas tan básicas como el derecho a comer.

Porque cada porcentual que mencionamos anteriormente toma carnadura en mujeres, hombres, niños y niñas que perdieron la base de su sustento; porque hablamos de las condiciones más básicas de supervivencia, es que nos asombra la indolencia de un gobierno que llega a diciembre con la ordenanza de Emergencia Alimentaria vigente, pero sin aplicar en toda su extensión.

Esta ordenanza prevé mecanismos de reasignación de partidas y contratación directa para que las licitaciones no generen demoras que posterguen el acceso a la alimentación de la población más vulnerable. Que no se haya aplicado supone, ni más ni menos, que alguna familia que lo necesitara no pudo poner un plato de comida en la mesa para sus hijos e hijas.

No solo no se aplicó, sino que además, la misma indolencia se grafica en las previsiones del Ejecutivo Municipal para asistir para las fiestas a los y las más pobres de General Pueyrredon; quien realizó una orden de compra similar a la del año anterior, aún cuando la cantidad de gente que necesita asistencia se incrementó considerablemente.

En medio de la transición con cruces entre Carlos Arroyo y Guillermo Montenegro, el hambre no puede esperar.