Tras la desclasificación digital del Gobierno de siete documentos de inteligencia sobre nazis en Argentina, se refrescó la historia de Walter Kutschmann. Su hallazgo en Miramar y el rol que cumplió la Policía Federal de Mar del Plata.
Hitler en primer plano y Wilhem Walter Kutschmann en el círculo destacado.
Por Fernando del Rio
La Carpeta N°3, que contenía el legajo 7-3771, había estado conservada en una caja fuerte de la Policía Federal durante varios años. Recién a comienzos de febrero de 1992, ese expediente y otros seis más fueron entregados al Archivo General de la Nación para que tuvieran acceso público. Y ahora, en los últimos días, la desclasificación de los documentos alcanzó el formato digital, permitiendo que cualquier persona los consulte desde su propia computadora. En la Carpeta N°3 de carátula grisácea se encuentra el tramo final de la historia de vida de un criminal de guerra nazi que merodeó por Mar del Plata y que fue investigado por la policía local tras ser descubierto en Miramar: Walter Kutschmann. Nada menos que el sanguinario miembro de las SS que jamás llegó a pagar por sus aberraciones.
La narrativa ya se ha encargado de abordar en detalle el derrotero de Kutschmann en Argentina y de exponerlo como un ejemplo de lo que fue aquel proceso que muchos quieren borrar de la historia nacional: la complicidad del país para dar cobijo, protección y bienestar a múltiples nazis de rango medio y alto tras la caída del Tercer Reich en 1945.
De lo que se habló poco, acaso por falta de relevancia o desinterés para quienes no son de esta ciudad, fue de la participación de la Policía Federal de Mar del Plata en asuntos de seguimiento y búsqueda de Pedro Ricardo Olmo, la identidad ficticia asumida por Kutschmann con la que vivió durante años en el país. Porque Kutschmann fue Olmo, un falso religioso español radicado en Argentina que fue empleado de una ferretería, taxista y gerente de la firma Osram.
La foto tomada por Ricardo Alfieri en Miramar a mediados de los años 70.
Largos años pasó inadvertido, un poco por instinto de supervivencia y otro tanto porque, aseguran, era sociable pero muy reservado. A su llegada a Buenos Aires se había casado con la austríaca Isabel Pospischil, quien en verdad era Geralda Baeumler, una alemana nacida en Bad Salzelmen, y hasta tuvo hijos. Pero en junio de 1975, el cazador de nazis Simon Wiesenthal descubrió que ese supuesto religioso español que ya había dejado los hábitos era Kutschmann. El caso tomó trascendencia periodística, y la Justicia Alemana pidió su detención en agosto. Sin embargo, ocho días después la revocó al entender que los delitos cometidos en Polonia habían “perdido validez bajo el estatuto de limitaciones de la República Federal Alemana”.
Sin embargo, esa exposición le valió a Kutschmann el despido de Osram y su desaparición de Buenos Aires. Nada se supo de él hasta que seis meses más tarde el periodista Alfredo Serra, tras recibir el dato de un misterioso hombre, lo ubicó en Miramar. Serra mantuvo con él un diálogo en el cual Kutschmann por momentos afirmaba con énfasis que sus abogados ya habían explicado que él verdaderamente era Pedro Olmo, y en otros perdía robustez su dique de contención inconsciente y se escapaban micro afirmaciones de ser aquel agente nazi.
La nota en el número del 26 de diciembre de 1975 de la revista Gente, con una foto icónica de Kutschmann tomada por Ricardo Alfieri, tuvo un efecto inmediato. El jerarca nazi dejó de ser visto en el edificio de la calle 29 de la ciudad balnearia. Como no tenía ninguna cuenta pendiente con la Justicia, no se lo buscó, aunque la inteligencia argentina, a través de la Delegación Mar del Plata de la Policía Federal y por pedido de la embajada de Alemania, desplegó algunas tareas para confirmar si Kutschmann estaba en Miramar. Recién en junio de 1976 se entregó el Memorando M°51, descartándose que el 6 de abril de ese mismo año Kutschmann había sido detenido en la comisaría de Miramar. Y nada volvió a saberse de él.
En 1980, la Justicia argentina, que había abierto un expediente para saber si Kutschmann era Olmo y si se habían adulterado documentos de identidad, resolvió que no había manera de saberlo. Que no podía confirmarse que fuera el nazi señalado en 1975 y expuesto periodísticamente.
Una de las últimas imágenes de Kutschmann tras su detención en 1985.
Kutschmann se relacionó con entidades israelíes, aunque esto pudiera resultar inverosimil, y se preocupó por darle una muerte digna a perros callejeros con rabia. Pero más inverosímil aún fue que en su departamento de Sucre 2907 de Capital Federal, tuviera sede la Asociación de Amigos de los Animales, y que en un convenio con zoonosis de la provincia de Buenos Aires donara 16 cámaras de gas para sacrificar a los perros.
La apacible vida de Kutschmann se vio alterada en 1983, ya de manera definitiva, cuando nuevamente el periodismo (agencia DyN) lo encontró en el mismo edificio de la calle 29, número 599. La Embajada Alemana insistió entonces en que se corroborasen los datos filiatorios de “Ricardo Olmo”, aunque se veía como poco probable que pudiera ser concedida una hipotética extradición. La Delegación Mar del Plata de la Policía Federal fue encargada de averiguar lo que los medios de comunicación decían, y el subcomisario Emilio Neves informó en el memo 946-12-000059/83 que efectivamente el “presunto exjerarca nazi Walter Kutschmann” estaba viviendo en Miramar. Y sí, a título de conjetura, probablemente había visitado Mar del Plata en más de una ocasión. Geralda, la esposa, dijo que su marido Pedro Olmo había viajado a Buenos Aires a hablar con sus abogados y que él no tenía nada que ver con el nazismo, que eso ya se había aclarado en 1975.
Pero tanto la Organización Simon Wiesenthal como la Justicia de Alemania estaban muy convencidos de que Olmo era Kutschmann y perseveraron en su esfuerzo por cazar al nazi en fuga.
Memorando firmado por el subcmisario Guillermo Trotta, de la Policía Federal de Mar del Plata.
Mientras en Alemania avanzaban los trámites para volver a imputar a Kutschmann por genocidio, la Policía Federal de Mar del Plata fue elegida para rastrearlo. Pasó todo el año 1984, y en julio de 1985 el subcomisario Guillermo Trotta, de la Delegación local, dio referencias de que el exjerarca nazi cada tanto regresaba al departamento de calle 28 de Miramar y daba pequeños paseos con su mujer y un perro ovejero. Incluso Trotta preguntó a la secretaria Liliana Bustos del Juzgado Penal N°2 de Mar del Plata sobre si existía alguna restricción o pedido de captura de la Justicia argentina para tener derecho a una detención. Pero no.
Quien sí terminó librando la captura fue el Tribunal Cantonal de Tiegarten, en Berlín, por el delito de genocidio unas semanas después. Con Interpol detrás, finalmente Kutschmann fue localizado en la localidad de Florida, Vicente López. Estaba oculto en la casa de su hermana fallecida. Ese día, el 14 de noviembre, todos se esperanzaron en que se iniciaba el postergado proceso de justicia contra él.
El falso religioso español Pedro Olmo fue la careta de Walter Kutschmann en Argentina por 37 años. Fue detenido en la cárcel de Olmos y su salud, a la espera de la extradición a Alemania, comenzó a deteriorarse. Estuvo internado en el Hospital Fernández por problemas cardíacos y el 30 de agosto de 1986 falleció.
Imagen del entierro de Kutshmann.
El brutal asesino
El anciano alemán al que el cuerpo le dijo basta en la cama 1315 del hospital de Palermo había sido un jerarquizado oficial de inteligencia de las SS en la Segunda Guerra Mundial, con un rol decisivo en la ocupación de Polonia y Ucrania, resultando un elemento clave en la estrategia de exterminio de pobladores judíos, religiosos e intelectuales. Fue el oficial al mando de un Einsatzgruppe que tuvo operatividad en la ciudad polaca de Drohobyckz y encabezó la matanza de profesores polacos en la ciudad de Lwów en julio de 1941. Al año siguiente ordenó el asesinato de casi 1500 intelectuales polacos y en 1943, tras la ocupación de Francia, fue enviado a París siendo un SS-Obersturmführer, es decir, un agente de inteligencia. Quien lo había llevado allí y “apadrinado” era el oficial SS Hans Günther von Dinklage, el amante de la diseñadora de moda Coco Chanel. Cumplió el rol de nexo y contacto para llegar hasta Winston Churchill, con el objeto de presentar una propuesta de paz.
Poco después se fue como policía fronterizo aduanero, pero en realidad era el jefe del servicio de espionaje. Ante la liberación de Francia, se le ordenó a Kutschmann presentarse en el frente ruso de combate, entrando de inmediato en rebeldía al desertar y trasladarse a España. Años antes había combatido en la guerra civil española para el franquismo y era un buen lugar para “entregarse”. Así lo hizo, y aunque estuvo preso algunos días en la cárcel de Ondarreta, fue liberado y se mantuvo en España por un tiempo gracias al dinero que se había robado de la aduana de Hendaya.
El franquismo le dio a Kutschmann un salvoconducto al sustituir su identidad por la del religioso Pedro Ricardo Olmo, de la orden de los Carmelitas. La policía le expidió un pasaporte español a nombre de Olmo, quien vivía en un templo de clausura en Madrid.
El 16 de enero de 1948 tocó puerto de Buenos Aires con 36 años a bordo del buque Monte Amboto. Cuando en la oficina de Migraciones le preguntaron qué tenía pensado hacer en Argentina, respondió “asuntos ministeriales” y dio como dirección Chacras 2345, a pocos metros de la iglesia porteña de la orden carmelita. La cobertura perfecta para que nadie dudara de su identidad.
Así llegó a Buenos Aires, la ciudad que había elegido para morir oculto, borrando un pasado que nada ni nadie podía borrar. Y en la que murió 48 años más tarde. Tal vez gozó de la victoria al no pagar sus crímenes, o quizá falleció deseando la muerte, cansado de fingir, de escapar, de esperar.
Dos semanas después de su entierro, algunas personas levantaron la lápida en la parcela 28, sector 18, manzana D. Escarbaron la tierra, tiraron un par de neumáticos y vaciaron un bidón de nafta. Las llamas iluminaron la noche en el cementerio Jardín de Pablo Nogués. El féretro no se dañó, y el mensaje quedó plasmado en ese acto y en los folletos que quedaron en la tumba: “Los criminales nazis huyeron de Alemania amparados por la Iglesia Católica y el régimen peronista, se ocultaron en nuestro país. Dorman, Eichmann, Mengele, Kutschmann evitaban el castigo con la complicidad de la justicia argentina y de la Rep. Fed. Alemana, pero la venganza de Israel llega a todas partes para no dejar inmunes esos crímenes”.