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Opinión 9 de mayo de 2025

El juego de la confianza

Por José Luis Stella (*)

Por comunicación A 8226 de fecha 11/04/2025 el Banco Central modificó a partir del 14/04/2025 el sistema de acceso a los mercados de cambio para las personas físicas (legalmente humanas) y pasó de un esquema de tipo de cambio fijo a uno, de tipo de cambio flotante con bandas.

El precio de una moneda en términos de otra es denominado tipo de cambio (tc). Para los argentinos resulta ser también el precio de un activo financiero, máxime en una economía bimonetaria. La primera pregunta que se hace el hombre común, es si ¿el nuevo sistema será mejor o peor que el anterior?.

Juan Carlos de Pablo ilumina la respuesta con este detalle histórico: “El departamento de economía de la Universidad de Chicago es tan, pero tan grande que formaron parte de su claustro un premio Nobel de economía que recomendó que el tipo de cambio fuera flotante y otro que prefería que fuera fijo. Me refiero a Milton Friedman y a Robert Alexander Mundell, respectivamente. Interesante dato para quienes coleccionan ejemplos de que “la mitad de la biblioteca dice una cosa y la otra mitad, lo contrario”.

Luchar contra el bimonetarismo en el pasado fue una causa perdida. El gobierno ahora maquiavélica y pragmáticamente lo alienta e impulsa.

Hay dos sistemas puros: tc fijo y tc variable. En el sistema de tc fijo, cuya principal ventaja es dar estabilidad y mayor certeza en el mercado cambiario, el banco central está dispuesto a intercambiar, comprar y vender pesos a un precio FIJADO en moneda extranjera (dólares). Al determinar el precio tiene que cubrir el exceso de demanda y absorber el exceso de oferta para garantizar que el precio o tc permanezca fijo. Para intervenir (principalmente vender dólares) tiene que contar con un stock de divisas que puedan ofrecerse a cambio de pesos. Cuando el precio de la moneda extranjera sube se habla de devaluación, en el caso contrario de revaluación.

En el sistema de tc flexible o fluctuante, cuya ventaja es que sus oscilaciones funcionan como un amortiguador que si se lo deja funcionar corrige automáticamente los desequilibrios de la balanza de pagos, el banco central permite que el tc varíe para igualar la oferta y la demanda de divisas. Si el banco central no interviene, el tc se determina en el mercado y se habla de flotación limpia. Si interviene comprando o vendiendo divisas para influir en el precio, se habla de flotación sucia. Si el precio de la divisa sube se habla de depreciación y si baja se habla de apreciación de nuestra moneda. En este caso no es necesario contar con un stock significativo de dólares por parte del banco central.

La acumulación de reservas es imprescindible para el fortalecimiento del BCRA quien respalda los pesos, para abastecer al tesoro para que afronte deudas, aunque con tc flexible no son necesarias para intervenir.

Argentina padecía de un desorden macroeconómico con señales difusas, arbitrariedad en funcionarios que decidían en lugar del mercado, múltiples tipos de cambio, restricciones al comercio y al movimiento de capitales, un sistema impositivo regulatorio y distorsivo donde el CEPO y la inflación eran corolarios del desorden. Como dice Luis Secco (para Milei un mandril): “la decisión del Gobierno de avanzar hacia un nuevo régimen cambiario con menos controles debe leerse como un paso adelante crucial en el camino hacia la normalización económica. Es, como decía Alberdi, un cambio de espíritu: un intento de volver a dotar de coherencia al funcionamiento del sistema económico”. Las medidas anunciadas son parte de la pieza que faltaba para completar el trípode del orden macroeconómico: equilibrio fiscal, disciplina monetaria y un régimen cambiario consistente. Sin estos tres elementos funcionando de manera coordinada, no hay estabilidad posible.

El mecanismo plantea un nuevo alcance de la noción de libertad que implica que dos de tres variables claves: tipo de cambio, tasa de interés, cantidad de dinero serán fijadas por el mercado. La reconstrucción de una nueva causalidad ya que se quiere demostrar que no toda suba del dólar se traslada a precios. “Correlación no es causalidad: la Argentina ha venido atribuyendo al aumento del dólar el aumento de precios. La verdadera causa siempre fue la emisión para cubrir el déficit: como en 122 años de historia sólo hubo 10 años sin déficit, se fue generando una conclusión errónea de causalidad del dólar” dijo el Presidente. El largo y mediano plazo como el plazo dominante, “en el mediano plazo, la inflación no tiene otro destino que colapsar”, sentenció Milei en cadena nacional, aunque por las elecciones se centra la mirada en el corto plazo y por último la disputa en torno a que ahora que no hay más tipo de cambio fijo, la palabra “devaluación” se elimina del diccionario.

Se abre una nueva política económica para Argentina, donde los agentes económicos debemos aprender a que el dólar flote libremente.

José Luis Daza en una entrevista televisiva mencionó: “esto es flotación, el gobierno no fija el precio y se puede mover y nadie lo sabe de antemano”. Lo de diciembre de 2023 fue devaluación. La flotación actual lleva al esquema a un mayor grado de libertad y recompone el sistema de precios como un sistema de información.

La resistencia política que encuentra Milei en la oposición más dura se compensa con el apoyo de Estados Unidos, materializado en la visita del Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, quien planteó directamente un paralelismo entre Milei y Trump en su rechazo a la casta política, al Estado grande e ineficiente y al foco en el bienestar general. ¿Por qué Bessent llegó a Buenos Aires en un contexto tan crítico para Estados Unidos? “No se entiende”, reconoce un argentino de larga trayectoria en los mercados financieros.

Las primeras semanas del nuevo esquema monetario cambiario son positivas, pero son sólo tres semanas, todavía no hay que cantar victoria. Hay razones para que falle: Si baja el precio de los productos que exportamos, si no llegan inversiones, si se liquidan exportaciones a cuenta gotas, si no hay confianza y todos demandamos dólares.

Por supuesto que por las opciones contrarias se generan esperanzas: si sube el precio de lo que exportamos, si se produce una lluvia de inversiones, si prontamente los exportadores liquidan y el BCRA compra reservas y la gente se acostumbra a la volatilidad y no piensa obsesivamente en el dólar y comienza a ver las oscilaciones de cotización como algo natural de este nuevo sistema.

Ancla fiscal, bandas cambiarias y flotación son parte del nuevo esquema que presenta tres desafíos que deben coexistir: desinflación, acumulación de reservas y crecimiento. El objetivo inicial, acentuado por las elecciones, es la desinflación, lo explicitan cuando el gobierno anuncia que sólo comprará reservas cuando el valor del dólar toque el piso de la banda, coherentemente para no emitir pesos.

El Ministerio de Economía impulsa el apretón monetario, “que va a hacer que la gente esté más proclive a sacar sus dólares del colchón, de la caja de seguridad y gastarlos”. Aunque es un desafío épico. La ley psicológica en nuestro bimonetarismo engarzada con la ley de Gresham dice que el argentino medio atesora y guarda dólares y gasta pesos. Hace años que se “usan los pesos, para lo transaccional, compras de almacén, tomar un café con amigos y los dólares que adquiere los mantiene “bajo el colchón”, pueden utilizarse en el futuro para una compra de bienes inmuebles, autos, o una inversión financiera de envergadura”. Más aún, si faltan pesos, aún teniendo dólares, demoramos una compra esencial de supermercado hasta que volvamos a recibir pesos. Es un “modus operandi” difícil de alterar. La batalla por los dólares moverán algunas reglas para que el público pueda sacarlas sin temor a consumir.

Los pesos cumplen la función del dinero como medio de cambio, los dólares cumplen la función de ser depósito de valor. El Ministro desafía la HISTÉRESIS ECONÓMICA ARGENTINA que es un fenómeno en el que la respuesta de un sistema a un estímulo depende de su historia previa. Un ejemplo emblemático de esta locura, se observa cuando el presidente de EEUU comenzó a anunciar su política arancelaria irracional que alteró los mercados internacionales, los argentinos corrimos a comprar dólares, cuando la moneda estadounidense perdió alrededor del diez por ciento de su valor.

Se habilitaron compras con tarjetas en dólares y el comportamiento hace que las mismas no arranquen. El Ministro Luis Caputo redobla la apuesta y propone un blanqueo gratis, permanente, de por vida. Hasta cien mil dólares se podrán hacer compras sin justificación, la remonetización será realizada por las personas, que no serán perseguidas por “sacar los dólares del colchón”. El sector privado espera anuncios concretos y estímulos para circular sus dólares. Hay dudas en la letra chica de las medidas por cuestiones vinculadas al lavado de dinero, hay que modificar todas las operaciones que hoy son consideradas sospechosas, porque si alguien deposita una cantidad importante de dólares se encienden las luces de las normas vigentes y se solicita justificación. Las entidades financieras, los profesionales que intervienen en transacciones financieras, los operadores de juegos de azar, las compañías de seguros, quienes realizan actividades de compraventa de bienes de alto valor, escribanos entre otros están obligadas a informar a la Unidad de Información Financiera (UIF).

Los comercios pueden optar por cobrar con QR a partir del primero de abril con tarjeta de débito o crédito en dólares. ¿Viene el curso legal para el dólar: “Que sea obligatorio aceptarlo como medio de pago”?. También para impulsar el uso de dólares podría aumentar su remuneración en los plazos fijos que hoy es muy baja (alrededor de 1,5% anual). Se podrá pagar con dólares impuestos y transacciones corrientes. Entre las medidas con las que se especula también estaría la posibilidad de que la agroindustria pueda liquidar divisas directamente en el mercado privado, sin pasar por el Banco Central. También se estudia reducir la alícuota del impuesto a las transferencias bancarias, que hoy es la misma que se paga para los pesos. El sueño final es ampliar el crédito en dólares (hoy solo permitido para exportadores e importadores), un paso que los bancos se resisten a dar, pero que podría activarse de manera limitada para quienes tienen moneda extranjera en su cuenta.

Las primeras semanas del nuevo esquema monetario cambiario son positivas, pero son sólo tres semanas, por lo que todavía no hay que cantar victoria.

En lo que resta del 2025 hay vencimientos de deuda de diez mil millones de dólares según la oficina de presupuesto del congreso. Los fondos, si bien están garantizados, si el BCRA no compra dólares quedaría muy débil porque drenaría los dólares que recibió del FMI.

Uruguay y Perú, que son considerados países flotadores bimonetarios y tienen una flotación cambiaria con competencia de monedas, “tienen reservas que representan entre el 20% y 35% de sus PBI. La Argentina viene muy de abajo y, de hecho, el acuerdo con el FMI pide que pasemos de reservas negativas en US$6000 millones a positivas en US$80.000 millones para 2030. Eso significa llevar las reservas no al 20% o 35% del PBI, sino al 10%”.

El dólar barato siempre ayudó a la política de distintas vertientes, a ganar elecciones. Una medida de ese dólar barato, que hoy vemos, es la balanza turística, donde se observa que entran pocos turistas al país, y salen muchos argentinos al exterior.

Arranca la agenda de la monetización endógena en dólares, en busca de recursos para impulsar la reactivación de la economía en medio de un cepo para la emisión de pesos. Se agitan las aguas. Falta para su implementación, la letra chica, los premios y castigos y aparece otra vez una pulseada, que necesita para triunfar del JUEGO DE LA CONFIANZA.
(*) Licenciado en Economía