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Opinión 26 de septiembre de 2018

El mar siempre está

El plástico Daniel Besoytaorube dialoga con la ciudad a partir de sus tragedias. La elección de los materiales y las citas filosóficas le imprimen movimiento a su muestra La noche es suficiente.     

por Agustín Marangoni

Puede ser una sugerencia poética. La noche es suficiente. Un momento determinado alcanza para la búsqueda de ideas y placeres. Es un punto de vista crítico que describe tiempos de constantes y falsas urgencias. Fragmentar el tiempo puede ser una contestación a esa ansiedad: el trabajo profundo como contrapropuesta al trabajo en extensión. En la filosofía y en el arte hay que pensar mucho tiempo en lo mismo para reconstruir conceptos. También puede ser una señal de alerta. La noche es suficiente. Una voz que exige un límite y la noche como metáfora de la ausencia de luz. El artista anuncia que decide salir al sol. Evidentemente, porque tiene cosas para decir.

Da la impresión que Daniel Besoytaorube oscila con suavidad entre esas dos posturas. La noche es suficiente –muestra que se puede ver en la Sala I del Museo MAR– está integrada por cuatro obras de gran formato que capturan la mirada del espectador para dejarlo cara a cara con la realidad inmediata. La obra habla más de las circunstancias que del propio artista. Besoytaorube elige correrse a un lado y dejarle el lugar protagónico a las tragedias. Más allá de las referencias directas a El Repunte, las coordenadas marítimas y las telas de barco intervenidas con acrílico, la muestra cuestiona lo poco que Mar del Plata se piensa a sí misma. El mar puede ser más que un decorado de agua en movimiento, el mar es también un motor económico, un espacio reflexivo y el corazón olvidado del desarrollo urbanístico. El mar es todo y sin embargo es invisible, o sólo se ubica en primera plana cuando acontece lo peor: el suicidio, la muerte. Tal vez ahí esté la metáfora más brutal de la muestra. El llamado de atención para una ciudad ciclotímica.

MAR2Las cuatro obras son cuatro cuerpos interconectados a partir de los materiales y el formato. Cada tela se extiende por encima de los veinte metros de superficie. El espectador queda chiquito frente al primer impacto del tamaño. Además de que Besoytaorube trabajó para las dimensiones de esa sala –recurso que se ve y se entiende– la amplitud también es un enlace marítimo. Hubiese sido imposible, o un error conceptual, reproducir la potencia del mar en una serie de obras comprimidas.

Desde lo visual, el artista corre el riesgo de trabajar los grafismos como manchas y las manchas como planos superpuestos que respetan la agudeza del punto de vista. Entremedio, suelta una línea cronológica de pensadores que va desde los racionalistas hasta los postestructuralistas. Es decir, desde la interpretación de la idea como esencia de lo humano hasta la crítica social concreta en el inicio de un siglo líquido. En esa enumeración hay un guiño al paso del tiempo: los problemas centrales vistos con distinto marco teórico. Es la tragedia y su continuidad.

La noche es suficiente reúne pocos elementos de alto impacto: es un site specific a la altura de un museo de arte contemporáneo, en una ciudad que escribe y rescribe su propia historia. Beosytaorube suelta una discusión a gran escala sobre nosotros mismos. Desde ahí completa la lectura y su mirada.

* Se puede ver en el Museo MAR (Av. Félix U. Camet y López de Gomara) hasta el 25 de noviembre, con entrada libre y gratuita.