La Ciudad

El marplatense que se quedó con la pelota que no pudo atajar Dino Zoff

Miguel Polverino, ex dirigente de la Liga Marplatense de Fútbol, comisario deportivo durante el torneo, se quedó con el balón con el que se concretó el primer tanto de la competencia, en el partido inaugural del estadio Ciudad de Mar del Plata.

Por Juan Miguel Alvarez

El tempranero gol de Bernard Lacombe, a los 31 segundos del Francia-Italia, es uno de los recuerdos más presentes del Mundial 1978. Porque fue primer gol de la competencia, en el partido inaugural de Mar del Plata.

La pelota que no atajó una leyenda como Dino Zoff, sí la sujetó con fuerza un marplatense: Miguel Polverino, quien ofició de comisario deportivo durante la competencia. Entre otras funciones, tenía que custodiar los 64 balones oficiales Tango otorgados para esta sede. Uno de ellos lo cuida todavía hoy, 41 años después.

“Después del gol de Lacombe dije ‘esa pelota tiene que ser mía’. Y cuando terminó el partido hablé con mi superior, el coronel Raúl Néstor Besisso. Le dije ‘ponga un precio porque la compro’. Y me respondió: ‘No se preocupe, le hacemos una nota al EAM (Ente Autártico Mundial) y es suya'”, rememoró este amante del fútbol, fanático de River Plate, que en la actualidad tiene 83 años.

Después del Alemania Federal y Polonia (0-0) en el estadio Monumental, Lacombe abrió rápido el marcador en el estadio Ciudad de Mar del Plata. Pero después Italia lo dio vuelta y se impuso 2-1 a Francia aquel 2 de junio.

Francia vs Italia, el primer partido de mundial 78 en la ciudad.

– ¿Cómo llegó a ser comisario deportivo del Mundial?

– En ese entonces era tesorero de la Liga Marplatense de Fútbol. Al regreso de un viaje me encontré con un telegrama de FIFA, que me había seleccionado para ese cargo. Era ad honorem, pero acepté complacido. Después tuve un perfeccionamiento en la cancha de River junto a los comisarios deportivos de las otras sedes. Ahí recibí un instructivo para la función.

– ¿Qué tareas realizó?

– Antes de los partidos tenía que recorrer los vestuarios y ver si tenían la indumentaria completa. Chequear color de camisetas, medias, pantalón. Tenía a cargo a los alcanza pelotas, que eran ocho. Participaba del control antidoping. También estaba al tanto de los himnos y los ingresos de los equipos a la cancha. A mí me volvía loco todo eso.

– Entonces vivió de cerca la situación por la que Francia jugó con las camisetas de Kimberley…

– Sí. Primero entré al vestuario de Hungría y estaba todo perfecto. Después voy al de Francia y el entrenador Michel Hidalgo me dijo que no habían traído las camisetas que debían utilizar. Entonces a mí se me quemaron los papeles. Recordé que en el palco había una autoridad de FIFA, un suizo, y recurro a él. Me dijo que no había problema, pero lo había… Entonces recurrí a Mario Del Rosso, referente de Kimberley en la Liga Marplatense, quien consiguió las camisetas. Al principio los jugadores no querían usarlas, hasta que un dirigente francés los hizo recapacitar, teniendo en cuenta las posibles sanciones que podían tener en caso de negarse a jugar.

– ¿Y por qué eligió la pelota del gol de Lacombe?

– Yo tenía a mi cargo las 64 pelotas para los encuentros en Mar del Plata. Antes del inicio, Besisso me dijo: “Mirá que tenés la única llave del armario, si no venís no empiezan los partidos. En ese momento hice dos juegos de llaves más por si pasaba algo. Cuando terminó el Mundial faltaban 32 pelotas, por distintos motivos. Cuando vi ese gol de Lacombe, a los pocos segundos, enseguida pensé que la pelota tenía que ser mía.

– ¿Y dónde la guardó desde entonces?

– La tuve mucho tiempo en una vitrina en mi casa. Pero cuando mis nietos eran chicos me la sacaban para jugar. No dejaba que la usaran en la calle. Incluso en su momento la hice autografiar por algunos jugadores de Francia, pero con el tiempo las firmas se borraron.

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