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Opinión 13 de mayo de 2023

El Metaverso y la inteligencia artificial ¿El futuro de la sociedad humana?

 

Por Gustavo de Elorza Feldborg (*)

Definitivamente la aparición del metaverso y la inteligencia artificial (IA), están generando un gran entusiasmo y a su vez también ciertas preocupaciónes: estas tecnología emergentes se acercan a gran velocidad y proyectan un mundo de posibilidades futuras en las acciones y la convivencia de los seres humanos en estos territorios virtuales y bajo cierto liderazgo de inteligencias sintéticas que se imponen gradualmente de forma muy sigilosa en todas las áreas de nuestras sociedades.

El concepto de “metaverso” tiene su origen en lo propuesto en 1983 por Myron W. Krueger, en su libro Artificial Reality, en el que establece el fundamento de lo que hoy conocemos como “sistemas inmersivos e interactivos mediante el uso de realidad virtual”, el cual representa hoy la evolución natural de lo que llamamos Internet.

Asimismo, un año más tarde, en 1984, Willian Gibson se adelanta al tiempo sentando las bases del concepto de “Ciberespacio”, en su novela de ciencia-ficción NeuroMancer. Con el transcurso de los años, y con el imparable desarrollo tecnológico, económico, social y cultural, aparece en escena la noción de “metaverso” que se consolida
en la actualidad —como mencionamos en otros capítulos— con la novela Snow Crash de Neal Stephenson, en 1992.

Claro está que estos escenarios y tecnologías de inteligencia artificial, no deberían emerger sin un profundo análisis, cuestionamiento y reflexión — desde la filosofía, la sociología e incluso la antropología— deberían preguntarse cómo será la vida y cuál será su sentido a partir de las transformaciones tecnológicas que se avecinan , pero, y, sobre todo,
cómo se redefinirán las reglas de juego interpersonales en estos nuevos contextos en los que también estarán jugando las mega corporaciones que manejan las implicancias interactivas sociales.

Con la emergencia de estos nuevos territorios digitales en los que se desarrolla y se desarrollará la vida es imposible no interrogarse acerca de la realidad, o de aquello que hasta hace poco conocíamos como “realidad” realitas, cualidad relativa a la cosa verdadera o real. ¿Vivimos o descubrimos nuestra realidad?, es la pregunta que más se hace la neurociencia y que hoy podríamos comenzar a responder parafraseando una idea de la escritora Anaïs Nin: nuestra forma de ser determina la percepción que tenemos del mundo, pues nuestra personalidad nos otorga el particular punto de vista que poseemos. (Nin, 1981).

Los laberintos de los metaversos y su relación con la inteligencia artificial, ponen en un primer plano de discusión la permanencia del concepto de realidad tal como lo conocemos hasta ahora. Siguiendo con esta línea de pensamiento podemos decir, entonces, que al sumergirnos en los metaversos nuestro cerebro percibe sus propuestas desde nuestro sistema de activación reticular, que nos permite operar acciones dentro de realidades subjetivas y frente a propuestas de interacciones y estrategias creadas como contextos por inteligencias artificiales, las cuales responden a nuestros deseos, anhelos e inclinaciones como humanos.

Desde una prospectiva podemos decir que el metaverso centra toda su intencionalidad en brindar, a través de tecnologías emergentes, nuevos entornos basados en construcciones y reconstrucciones de espacios digitalizados. Estas construcciones responden a los gustos e intereses que los usuarios-personas determinan desde sus inicios de configuración, en el ingreso al metaverso.

Para ello, utiliza herramientas basadas en estrategias de realidad virtual para luego “seducir”, mediante propuestas de inteligencia artificial a través de escenarios altamente empáticos, creando de esta forma experiencias en espacios ficticios lo más reales posibles o compatibles con lo que percibimos como realidad. En este sentido, el metaverso opera acciones basadas en la neuroplasticidad, activación de los centros de memoria y los sistemas de recompensa, que nos sumergen casi adictivamente en una realidad simulada.

Estos nuevos territorios metaversicos junto a las IA, pueden ser identificados ya a través de sus diversas propiedades y características como espacios sintéticos, artificiales, espejos, y en su calidad de: persistentes, posibles y virtuales, convirtiéndose de esta forma en un nuevo “lugar” donde los humanos podrán elegir “estar”.

Dicho todo esto, la pregunta que no podemos dejar de hacernos es ¿cómo puede afectar el uso y combinación de IA y los metaversos, en cuanto a la evolución de los seres humanos?. Sin lugar a dudas, el interés en responderla radica en que en no mucho tiempo nos encontraremos con sociedades que estarán muy involucradas en el desarrollo,
configuración, implementación y uso de estos espacios virtuales inmersivos y sus interacciones con estos nuevos sistemas inteligentes. Por lo tanto, estas generaciones y las que vienen —sin hipotetizar demasiado— tendrán como moneda corriente prácticas, formas y estilos de vida vinculados a contextos y dinámicas de espacios virtuales,
gobernados por inteligencias artificiales, que operarán tal vez desde una nueva e invisible
inquisición algorítmica?.

La prioridad es ocuparnos con una urgencia inteligente, y el aspecto que debemos atender es brindar a las personas y porque no a los responsables educativos, información, capacitaciones, investigaciones y prácticas críticas y reflexivas sobre el uso y apropiación comprensiva de una perspectiva que nos permita pensar de forma ética y transparente sobre el futuro de la sociedad humana. Es que solo así podremos intentar acercarnos a sociedades
que no solo deberán repensar todo el accionar de las personas, sino que también deberá atender a conceptos neurálgicos como la descentralización de la información y el conocimiento, la vinculación en red con soportes de inteligencia artificial basados en analíticas de aprendizajes, los modelos y estilos de vida pensados y diseñados en cómo aprende el cerebro, la utilización de dispositivos de interacción, comunicación, enseñanza, aprendizaje, sostenidos y potenciados por un despliegue de avatares y hologramas digitales especializados en aprendizaje profundo y expertos en temas humanos, cuyos campos de conocimientos son amplios y múltiples, lo cual les otorga grandes ventajas y nuevas formas de control sobre los seres humanos.

(*) El autor es Doctor en Tecnología Educativa y profesor e investigador universitario, certificado en el programa: Leaders of Learning Harvard University Graduate School of Education