La Ciudad

El peligro de los caballos sueltos en calles periféricas de Mar del Plata

Animales de gran porte, sin control, pastan donde pueden pero muchas veces se cruzan en la calle y generan un grave peligro para los automovilistas.

A los problemas con la recolección de residuos, al mal estado de las calles y a la falta de luminarias en distintos barrios marplatenses de la periferia se suma una nueva problemática: los caballos sueltos.

En el barrio Las Heras, en las inmediaciones del Polideportivo ubicado sobre Fortunato de la Plaza a metros de la avenida Polonia, varios ejemplares de distintos tamaño suelen pastar en los terrenos adyacentes. Incluso, dos de ellos transitan sobre las veredas pastizadas de la “39” sin ningún tipo de atadura.

En la zona, donde comenzaron a instalarse varias casillas de madera suele haber animales pero ahora la cuestión está fuera de control.

“Siempre hay caballos sueltos, los usan para los carros que cartonean, y no sé cómo todavía no pasaron más desgracias porque muchas veces los dejan sueltos, sin ningún tipo de atadura”, señaló Jacinto, vecino de la zona.

Más hacia el sur, en los terrenos linderos al santuario Nuestra Señora de Luján, existen varios terrenos baldíos que sirven de morada para los caballos.

“A veces están sueltos, pero la verdad es que la mayoría de las veces se mantienen dentro del terreno porque están alambrados”, explicó Claudio, del colectivo de la línea 573 que tiene como final de su recorrido la esquina de Polonia y la 47.

“Una de las zonas que se pone complicada cuando se escapan es Polonia, porque la avenida es angosta y hay bastante tránsito”, añadió el colectivero.

En Génova y Camusso existe una plaza, un tanto abandonada, que es visitada tanto por chicos como por los caballos que la usan como zona para alimentarse.

Susto

“En plena tarde, con intenso tránsito vehicular por la avenida 39 en ambas direcciones, yo iba hacia el sur y entre los autos, de la nada, se me apareció un potrillo. Frené como pude, le di con la parte de atrás del faro izquierdo, el potrillo voló por arriba del capot y siguió. Paré para ver cuánto daño me había hecho, fue sólo un abollón, pero tendría que haber hecho la denuncia”, señaló Sebastián, que se atemorizó pero el episodio no pasó mayores.

En el barrio El Martillo también se pueden divisar caballos sueltos, como en Vilar bis al 300, donde suelen circular pequeños ponies sin ningún tipo de control.

La avenida Jorge Newbery también es sede de esta problemática. “Hay muchos caballos sueltos, con el peligro que implica, mucho más de noche. Pero nadie controla nada, ya no sabemos a quién llamar”, contó Rodolfo, que trabaja en una parrilla ubicada sobre la avenida, a pocas cuadras de distancia del camping “El Griego”.

En el otro extremo del mapa de la ciudad, en la zona del Hipódromo, cuando la avenida Luro se convierte en la ruta 226, cruzarse con caballos sueltos es cuestión “de todos los días”.

“Es bastante peligroso, pero no sabemos de quiénes son. Hemos llamado un par de veces a la Municipalidad pero nadie nos dio respuesta”, contó Raúl, vecino de la zona.

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