Arte y Espectáculos

Creó un personaje que expresa los sentimientos “pandémicos”

Desde que arrancó la cuarentena, Francisco "Paco" Olivo publica en su Facebook dibujos que reflexionan sobre este momento. Siempre aparece el mismo personaje: "un tipito" que atraviesa diversas emociones.

Por Paola Galano

Sin barbijo, ni alcohol en gel. Sin comunicarse por Zoom. Lejos de cualquier videollamada. Sin protocolo que lo desvele. Este pequeño hombrecito, personaje ingenuo y soñador, siempre en blanco y negro, no lleva ninguno de los “íconos de la pandemia”, asegura Francisco “Paco” Olivo, el dibujante que le dio vida por la red social Facebook.

Desde que arrancó la cuarentena y el aislamiento social, preventivo y obligatorio, Olivo, quien también es arquitecto y docente de la Facultad de Arquitectura local, decidió que “este tipito” -como lo llama- expresara mil y una emociones de este momento que vive la humanidad.

 

“La metáfora de la pandemia: aún cuando uno tenga la mente dispuesta para poder volar, no encontrás destino, no encontrás despegue”

 

 

Así, todos los viernes publica “Un dibujo, un pensamiento, por cada día de aislamiento”. Siete dibujos todas las semanas, uno por cada día. Y ahí está este hombre de líneas, “una especie de arquetipo, neutro, que manifiesta lo que le pasa” y sin que aparezcan palabras ni diálogos, emergen diversas situaciones cotidianas, deseos, anhelos y reflexiones existenciales.

“Si estos mismos dibujos los ponés en otra circunstancia, o no se entienden o sirven para otra cosa -explica a LA CAPITAL-. Esa es la razón por la cual no quiero barbijos, y espero no tener que ponerlos (en los dibujos), porque todo eso está en el contexto y yo quiero revelar lo que siente una persona a partir del contexto. Es como ese dicho de Borges, que decía que en el Corán no se mencionan los camellos. ¿Qué necesidad tendrían los musulmanes de mencionar a los camellos si están incorporados a su cultura?”.

El autor se niega a ser literal. No quiere reforzar su serie de dibujos con símbolos que aluden al virus. Sabe que ese anclaje aparece solo, a partir de la interpretación que hacen las personas que le escriben comentarios. “A los dibujos los completa la persona que lo interpreta. La gente con su interpretación me alimenta muchísimo, me da muchas herramientas temáticas, estoy contento y reconfortado”, asegura el docente de 58 años, que lleva ya sesenta dibujos realizados en esta serie y que también analiza publicarlos en papel.

 

“La arquitectura no me perjudicó, digamos, no me pudo poner lo peor que tiene, que uno termina viendo todo cuadrado”

 

 

Tiene chances, además, de que esta original serie integre una muestra de “artistas pandémicos” que organiza una curadora en Francia. Es decir, se trata de artistas que llevan a sus producciones todos los dilemas que abre el confinamiento, el contagio, el nuevo paradigma que tal vez asome.

En un avión de papel

-¿Cómo detecta esas situaciones que son las que vive y atraviese su personaje?

-Eso tiene que ver con mis fuentes de inspiración o de trabajo. Yo junto situaciones, tengo como dos o tres mecanismos. Muchas veces me quedo pensando, muchas veces lo tomo como un desafío, hago siete dibujos por semana en el medio de muchas otras cosas. A veces salen muy rápido y muy simples, otras los pienso. La cotidianidad me aporta mucho. Hablando con mi hija, me decía que se quería escapar, una sensación que nunca tuve personalmente y que mucha gente la tiene. De eso salió una serie que tiene unos avioncitos de papel. Me dije ‘¿donde me podría escapar yo imaginariamente? Me subo a un avión de papel y me voy’. Es un transporte imaginario para poder salir de una situación en la que uno está. Además, saco de lo que ocurre, de comentarios que escucho y de lugares comunes. Otro tema es el rebote de los medios y de la tecnología que nos envuelve, que nos conmueve, nos engaña, a veces nos asfixia, se comporta de diferentes maneras. Miro por la ventana y juego con la idea de realidad y de ficción porque estoy con un control remoto mirando por la ventana y pensando que es ficción cuando es la realidad. Con esta idea de fusión entre lo real y lo imaginario que genera la virtualidad.

 

 

-En la arquitectura se dibuja, sin embargo sus creaciones son mucho más artísticas. ¿Su entusiasmo por el dibujo se vincula con su profesión?

-Los arquitectos tenemos unas ventajas y unas desventajas. Yo venía trabajando el trazo, no desde la educación formal, simplemente dibujaba. Dibujo desde que tengo uso de razón. En Arquitectura nos enseñaban a dibujar, antes era todo a mano y hoy tenés que saber dibujar aún cuando no dibujes con el lápiz, tenés que saber armar el espacio artificialmente, pero lo que aprendés tiene una métrica y un control técnico que a veces obstaculiza otra expresión gráfica. El haber podido arrancar antes con ésto desde siempre, me ayudó a que la arquitectura no me perjudique, digamos, no me pudo poner lo peor que tiene, que uno termina viendo todo cuadrado. Bastante que aparece el cubo, la línea recta, intento que el cubo aparezca cuando tiene significado como cubo, como encierro, como clausura. Hay un dibujo que me gusta mucho, la del tipo imaginando, ese soy yo, pensando, dibujando en el aire, dibujándose adentro de un cubo. Es la metáfora de la pandemia: aún cuando uno tenga la mente dispuesta para poder volar, no encontrás destino, no encontrás despegue.

 

“No estoy muy seguro de que un día para el otro cambie un sistema o un paradigma, que cambie demasiado, porque tampoco es la única vez que ha ocurrido”

 

-¿Qué reflexión hace sobre este momento de pandemia?

-En ningún momento pensé que una pandemia podía constituirse en una posibilidad, en una oportunidad y creo que sí puede ser. Primero a mi en lo personal me está dando este espacio de expresión que de otra manera no hubiera ocurrido, eso lo tengo claro. Especialmente sucede en una red (Facebook). Soy muy crítico de las redes, pese a que en este momento me parecen indispensables, critico cómo nos manejan, cómo nos predeterminan. Y ahora realmente descubro el valor de oportunidad de esta situación.

Y después creo que también hay como un cierto ánimo social, me parece, más allá de los dibujos. Un ánimo social de valorar, de encontrar la solidaridad versus lo individual, la pandemia logró poner éso en juego. Yo no estoy muy seguro de que un día para el otro cambie un sistema o un paradigma, que cambie demasiado, porque tampoco es la única vez que ha ocurrido, pero sí me parece que en lo individual mucha gente experimentó una oportunidad. Y en lo colectivo me parece que hay una ponderación, una mejor valoración de la solidaridad y del acompañamiento del nosotros, revalorar el eros, la relación presencial con la gente, cosa que está bueno recordarlo. La revalorización de la cultura presencial me parece indispensable para el aprendizaje y para calificar la razón por la cual uno está en el mundo: uno no tiene más que razones para moverse desde el punto de vista del afecto y tener experiencias positivas.

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