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Opinión 13 de abril de 2020

El petróleo y la emergencia de un acuerdo global

 

Por Raquel Pozzi

La ley del mercado regulado por la oferta y la demanda no logra equilibrar el precio del petróleo en tiempos excepcionales con la expansión de la pandemia. El mercado mundial del petróleo se ha derrumbado precipitadamente, algunos analistas consideran la probabilidad de tratarse de la peor recesión desde la 2da. Guerra mundial. La disminución del consumo mundial en el mes de abril 2020 al 30 % supera ampliamente la merma en la demanda y en el precio por b/d (barril diario) de petróleo al año 2008, en plena crisis financiera. Números comparativos en cuanto a la variación cíclica de los precios por barril p/d en el término de 12 meses nos permite analizar los porcentajes: Previo a la crisis financiera del 2008 el b/d según precio Brent europeo cotizaba en diciembre del 2007 a 90,93 U$S y en diciembre del 2008 a 39,95 U$S lo que implicó una baja aproximada del 127 %; Previo a la pandemia COVID -19 en abril del 2019 el precio por b/d rondaba en los 71,23 U$S y en abril del abril 2020 cotiza a 21,38 U$S observando una tendencia de caída del precio por barril de petróleo diario en 238 %. Si bien el porcentaje 238% en la caída del precio del petróleo entre abril 2019 y abril 2020 activa las alarmas en el mercado internacional, el dato relevante comparado con la crisis del 2008 es que el “boom del fracking” se enmarca temporalmente recién a partir del 2010 dónde la producción aumenta notablemente por la viabilidad técnica de empresas privadas norteamericanas en la capacidad de perforar el subsuelo para alcanzar betas de gas natural y petróleo (antes descartable) mostrando su máximo apogeo en el término de cuatro años 2010 – 2014 en los Estados Unidos.

Regiones de Nueva México, la cuenca Pérmica del oeste de Texas y Dakota del Norte transformaron su fisonomía con el fenómeno de las petroleras independientes del ‘shale’ – técnica de extracción del petróleo y gas de las capas profundas de bituminoso de esquisto a través de perforación lateral e inyección de agua a presión – como Chesapeake Energy; Whitting Petroleum y empresas pioneras como ExxonMobil; Chevron Corporation y ConocoPhillips Petroleum. Este fenómeno de las petroleras independientes que colocaron a los EEUU como gran exportador y primer productor mundial también gestionó en favor de la caída de los precios del petróleo a nivel global por las nuevas incorporaciones de empresas dedicadas a la producción. El petróleo crudo; el condensado de arrendamiento –hidrocarburo líquido de baja intensidad- y los líquidos de las plantas de gas –NGPL- conforman los componentes de combustible líquido siendo el parámetro para medir las producciones de petróleo en sus diversas formas: crudo, condensado y gas.

En la etapa de apogeo de “American first” en la administración del presidente Donald Trump durante el año 2018 la producción alcanzó records de casi 11.0 millones de b/d y en lo que respecta al gas –NGPL- duplicó en producción a los valores del año 2008. En menor proporción Rusia también experimentó alzas en la producción de gas al 7 % incrementando las exportaciones a China y estados de Europa. En el caso de Arabia Saudita el aumento de la producción se ha concentrado en el petróleo crudo anticipándose al acuerdo realizado por la OPEP en diciembre del 2018 que definiría los recortes de producción. La carrera de precios del petróleo y del gas se potencia entre los EEUU y Rusia, sin embargo Arabia Saudita se adelanta en las decisiones debido a las ventajas en información e inteligencia que Riad posee sobre los países que integran la OPEP, sobre todo la “Ruta del petróleo” en el Golfo Pérsico. La franja temporal entre el 2008 al 2020 nos permite observar el desarrollo de la producción energética tanto de los EEUU, Rusia y Arabia Saudita, tríada determinante en las políticas petroleras en un escenario global atípico con la pandemia y un mundo en cuarentena.

Estados en emergencia y la excepción mexicana 

Abordar este fenómeno como un “Cisne Negro” nos facilita los fundamentos para explicar las políticas de “buena vecindad” entre D. Trump y el presidente de México A. M. López Obrador. La reacción inesperada del presidente D. Trump en favor de México al asumir el compromiso del recorte progresivo de producción (ante la imposibilidad del estado mexicano) conduce a indagar sobre el dilema oscurantista ¿Cuál es la razón para proteger los intereses petroleros mexicanos? México es un estado que actualmente acusa crecimiento muy negativa con agónica capacidad para afrontar los efectos de la coyuntura internacional por la pandemia y con precios en baja del petróleo. La respuesta podría centrarse en la Banca, los fondos de inversión de las compañías petroleras en Wall Street y pólizas de seguros que reaseguran un colchón financiero que permita amortiguar la caída de los precios.

El presidente norteamericano en un juego de retórica justifica el acto bondadoso hacia el estado mexicano, con temas sensibles como el resguardo de la frontera y los inmigrantes, cuando en realidad es Wall Street y es la Banca quienes le estiran el brazo para que Andrés Manuel López Obrador y su ferviente fidelidad a las políticas progresistas –populistas- no estalle por los aires. PEMEX conforma una red incalculable de empresas petroleras privadas que han depositado sus rendimientos en Wall Street con la venia poderosa del poder político. En ese contexto hay un discurso velado por la bipolaridad: Estado interventor en la micro – economía y estado neoliberal en la macro; de otra forma las promesas del presidente mexicano arrasarían con el proyecto socialista al cual adhiere. PEMEX es una compañía estatal con servicios tercerizados considerados de primordial importancia para López Obrador y para el presidente D. Trump, sin embargo el claro oscuro está en el presupuesto estatal mexicano que ha sostenido en estos últimos años el precio de petróleo aproximadamente alrededor de los U$S 50 por b/d para la “canasta mexicana de exportación de petróleo”.

México alzó la voz en protesta ya que PEMEX no soportaría la caída de la producción como tampoco podrían sostener el complejo de yacimientos de Cantarell (la mina del oro negro mexicano) y el yacimiento de Sonda de Campeche de México sostén petrolero y gasífero de PEMEX ya que sólo seis de los 20 campos prioritarios están en plena actividad productiva y el presidente A. M. López Obrador fijó metas presupuestarias muy pretensiosas para el 2020. Alinearse con Arabia Saudita significaría la hecatombe con efecto cascada para PEMEX y para todas la empresas tercerizadas que tienen sus acciones en Wall Street, poderosa razón por la cual el presidente D. Trump en un año atípico por la pandemia y las elecciones apuesta a derribar las dudas sobre otro Crack de Wall Street evitando plagar el mercado de futuras acciones sub-prime. Para algunos se trata de una “cuestión progresista” para otros “maniobras de líderes populistas”.