Opinión

El poder de las ciudades

por Julián D’Angelo (*) y y Omar Quiroga (**)

Actualmente la mitad de la población mundial vive en ciudades. Se estima que para el 2030 lo hará más del 60% y en 2050 más del 70%. Muchas regiones del mundo, como Latinoamérica, superan hoy mismo esas cantidades, siendo Argentina un claro ejemplo, con el 92%.

Ante una nueva celebración del Día Mundial de las Ciudades, el 31 de octubre, es importante recordar que son, justamente, las metrópolis quienes brindan más posibilidades de desarrollo a aquellos que no tienen poder. Los más necesitados, los que poco tienen, saben que es en las urbes donde pueden encontrar oportunidades. Pero las mismas no son gratuitas. La ciudad necesita de ellos, pero a veces al precio de someterlos a la precariedad laboral y a diversas injusticias.

Es que la ciudad es una moneda con dos caras. Genera entre el 70 y el 80% de la riqueza de muchos países, favorece la innovación y genera conocimiento y empleo, pero también genera el 70% de los gases de efecto invernadero.

La pandemia COVID-19, que golpeó duramente a las ciudades más importantes del mundo, ha puesto todo esto en evidencia como jamás había sucedido.

Necesitamos romper paradigmas en la gestión de las ciudades. Debemos repensarlas, reinventarlas y otorgarles un diseño acorde a las necesidades de la gente. La pandemia dejó al descubierto las carencias de espacios públicos de calidad, la inviabilidad de la movilidad y el transporte en las grandes ciudades y las debilidades en el desarrollo de áreas con altos niveles de densificación.

Tenemos el desafío de planificar y desarrollar estratégicamente nuestras ciudades. Establecer un nuevo perfil donde, por ejemplo, la búsqueda de la densidad vaya a acompañada por un diseño inteligente donde la belleza de los lugares donde vivimos no se considere como un lujo.

Será vital generar espacios públicos. Lograr que el 50% del territorio urbano se convierta en espacio público de calidad no será tarea fácil. Para ello debemos encarar serios procesos de transformación.

Es clave, también, tener una vida urbana de cercanías. Una ciudad mixta, donde nuestras necesidades más importantes se puedan satisfacer en un radio acotado que nos invite a caminar o a viajar en bicicleta.

Es probable que una pandemia como la actual pueda repetirse. O que podemos atravesar serias dificultades si seguimos negando los severos efectos de la crisis climática. Debemos planificar de manera proactiva y colaborativa. Haciendo de la agenda climática una gran oportunidad para nuestras ciudades.

Para ello debemos hacer ciudad, desarrollar proyectos urbanos partiendo de diagnósticos que determinen claramente cuáles son las prioridades de cada centro urbano.

El desafío es desarrollar ciudades democráticas, saludables, inclusivas y sustentables que nos brinden igualdad de oportunidades. En un proyecto de todos, en forma integrada, Gobierno local, sector privado, la academia y los distintos grupos de interés alineados en el codiseño de una ciudad con una fuerte identidad que nos genere sentido de pertenencia. Un centro urbano solvente, eficiente donde el respeto en el diseño de una ciudad moderna sea un compromiso de todos.

(*): Coordinador Ejecutivo CENARSECS (FCE-UBA).

(**): Director del Centro de Ciudades Inteligentes (FCE-UBA), rector del Instituto Universitario Escuela Argentina de Negocios.

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