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Arte y Espectáculos 18 de agosto de 2017

El presidente que votamos dos veces por año

Ricardo Darín, protagonista de "La Cordillera", donde se pone en la piel de un presidente argentino, habló sobre su método de trabajo y de encarar cada proyecto.

por Rodrigo Sabio

Ricardo Darín encarna en La Cordillera, el nuevo largometraje de Santiago Mitre, a un presidente argentino necesitado de construir poder en una cumbre que dura cuatro días y donde se cruzan los juegos de la alta política internacional, el cotilleo mediático y los dramas personales.

LA CAPITAL estuvo con el actor que en el próximo Festival de San Sebastián, en septiembre, recibirá el prestigioso Premio Donostia a la trayectoria.

Con Ricardo Darín todos sentimos algo ambivalente al enfrentarlo. Es un remador, un tipo buena onda, divertido, simpático. Precisamente frente a él es difícil no sentirse en desventaja al principio porque uno lo sabe inteligente, pícaro y habilidoso verbalmente por lo que en un mano a mano es imprescindible pisar la pelota y mirar el juego.

– Un placer estar charlando con vos. A principios de año te vimos en otra película de montaña y con nieve. Era Nieve Negra. ¿Qué fue lo que te pasó que en pasó que en apenas 8 meses pasaste de ser el hermano de Dolores Fonzi a ser el padre de ella. ¿Es el famoso sinceramiento del que habla el gobierno?

– Bueno por un lado sí, la blanqueamos. ¡Básicamente la blanqueamos por el tema de la nieve! Y decidimos que el mundo se entere que es mi hija. Todo lo demás ha sido una mascarada, si se puede llamar de esa forma.

– El film se construye a partir de mostrar la punta del iceberg de una gran masa de cosas que están bajo la superficie y que no vemos. Ahora desde lo actoral, ¿cómo se construye un personaje en lo interno a partir de lo que se supone? Más allá de las charlas con el director o lo que diga el guión, ¿cómo se lo estructura desde lo interno, quizás en el modo de caminar, por pequeñas cosas, ciertos tics y demás cuando es más lo que suponemos que lo que verdaderamente conocemos de él?

– Aprovecho tu pregunta para reconocer mi método. Yo sé que lo que me planteé es raro, y si quieren condenarme, condenenmé. Pero yo pensé qué era lo que él verdaderamente pensaba de los tipos que se iba encontrando en esta cumbre iberoamericana. ¿Qué pensaba él en su interior de cada uno de los jugadores de este partido al que él iba, más allá de la formalidad de decirle “Encantado!”. Y un poco en el fondo es la clave de toda la película. El ver cuando estos tipos no saben que son mirados. Ese fue mi principal interés. Lo que subyace cuando no te dejan ver. Porque estamos acostumbrados, sobre todo en estos últimos tiempos, que los funcionarios de alto nivel, de alto rango, están muy preocupados por la imagen. Qué es lo que se ve de ellos. Les importa más que lo que se conoce. Y esto creo que está condicionado por sus asesores de imagen. No les dejan decir lo que verdaderamente piensan.

– Hace 22 o 23 años te hice mi primera nota cuando viniste al Colón a hacer temporada con “Algo en Común” con Ana María Picchio y un pequeño Nicolás Cabré. Y viéndote entre bambalinas, vos podías estar haciendo bromas hasta un segundo antes de entrar al escenario, pero cuando entrabas el cambio era drástico, ingresabas al mundo sombrío de esa obra. Y en ese momento me dijiste que para vos era fácil entrar en personaje, lo que te costaba era salir. Te llevaba tiempo dejarlo. ¿Cómo es ese tema hoy y ahora, con el tiempo y el kilometraje acumulado?

– Sí, las cosas se modifican con el tiempo. De cualquier modo, debemos hacer una separación entre lo que es la metodología de trabajo aplicada al teatro y al cine. En cine por su parcialización, el método requiere que atendamos una toma determinada, la cual es un primer plano donde uno capaz que no dice ni una palabra y que le vamos a dedicar las próximas tres horas, todo eso te condiciona en muchos aspectos. En el teatro la metodología es totalmente distinta. Entonces ahí es donde se producen modificaciones. Pero también el tiempo. Yo te escuchaba decirme eso y reconozco que fue así como yo lo sentía, pero me parece que hoy no pienso exactamente igual. Hoy no me cuesta tanto salir de un personaje. Lo que pasa también es que específicamente “Algo en común” era una obra de la que te costaba mucho salir porque la carga emocional de los personajes en danza era muy heavy, muy pesada. Hoy estoy un poco más vacunado. La experiencia, el camino andado te hace que tengas un antídoto para eso, porque la verdad que no es muy salubre.

– En la película la periodista española te dice que le extraña que tu personaje mencione a Marx, que es del último que esperaría que lo citara. Sin embargo, yo sé que sos marxista, no de Karl sino de Groucho.

– (Risas) Si totalmente marxista!!! Groucho siempre allá arriba!!!

– Mil gracias

– Gracias a vos, buen viaje y saludos a Mar del Plata.