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Opinión 17 de diciembre de 2023

El primer tiempo de Milei y el segundo tiempo de Macri

Panorama político nacional de los últimos siete días

Javier Milei.

Por Jorge Raventos

Victoria Villarruel suministró esta semana una prometedora expectativa al flamante gobierno de Javier Milei. La vicepresidenta sorprendió al bloque más numeroso del Senado –el peronista, que preside el formoseño José Mayans y cuenta con 35 de los 72 miembros de la Cámara- y consiguió articular una mayoría circunstancial que impuso las autoridades auxiliares y el manejo de las principales comisiones del cuerpo.

Que Villarruel haya alcanzado ese logro en un ámbito en el que La Libertad Avanza apenas cuenta con ocho miembros (para peor, internamente contrapuestos) fue celebrado en el nuevo oficialismo como una señal de que, en el clima creado por la asunción de Milei, la escuálida representación parlamentaria de los libertarios podía potenciarse usando con arte la muñeca política.

Quizás la esperanza sea excesiva: para cimentar aquel resultado Villarruel no sólo contó con habilidad y elocuencia, sino con instrumentos de negociación; pudo captar socios de diferentes bloques no sólo porque en ellos había un hartazgo de la extensa hegemonía que había ejercido con sus políticas la señora de Kirchner, sino también porque había efectividades conducentes para distribuir entre los conjurados: las posiciones y controles que se le arrebataban al bloque más numeroso. De la mayoría circunstancial que pudo construir en este caso la vicepresidenta no habría que deducir que pueda reproducirse automáticamente cuando llegue la hora de tratar los proyectos de ley que prepara el Poder Ejecutivo.

El examen de los gobernadores

En cierto sentido, el gobierno sabe que ese tránsito legislativo debe ser sostenido con apoyos concretos. El martes próximo el Presidente se reunirá con los gobernadores para trabajar esos respaldos. Su ministro de Interior venía haciéndolo, pero sufrió un percance: Milei le quitó un instrumento esencial para esa tarea. A horas de la asunción presidencial, lo dejó a Franco sin la caja. El decreto de necesidad y urgencia que reestructuró los ministerios otorgó a la cartera de Economía las competencias de “intervenir en la instrumentación y seguimiento de políticas fiscales, económicas y financieras entre el Gobierno Nacional y los Gobiernos Provinciales”. Milei le dio a Luis Caputo la herramienta, con la ilusión de que con ella en la mano, Economía pueda llevar adelante la reconsideración de la ley que anuló el impuesto a las ganancias a la cuarta categoría. Caputo insiste con la versión de que son los propios gobernadores los que quieren dar esa marcha atrás. En rigor, lo que las provincias que venían reclamando a las autoridades nacionales era una compensación por la caída de ingresos determinada por la eliminación de aquel gravamen coparticipable. El gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, propuso que esa compensación provenga de la coparticipación del llamado impuesto al cheque, un criterio compartido por otros gobernadores de diferentes orígenes políticos.

Es probable que Francos tenga más plasticidad que Caputo para esa negociación. Con el cambio de competencias, Milei privilegió al ministro que tiene como prioridad la recaudación sobre el que se especializa en la gobernabilidad. Francos tendrá que cumplir su tarea “zapateando en patas”.

Varios gobernadores han declarado ya que no son partidarios de restablecer el impuesto a las ganancias a los salarios. Uno de ellos fue el cordobés Martín Llaryora, sucesor de Juan Schiaretti, que reiteró ante Francos su voluntad de converger con reformas que ha propuesto el gobierno nacional ( “Sabemos que se trata de un momento difícil del país, y por esa razón le manifesté al ministro del Interior el acompañamiento de nuestra provincia en este contexto en el que debemos estar todos juntos”) pero no ocultó su diferencia con la medida de aumento de las retenciones dispuesta por Economía manifestó su preocupación por el anuncio de Caputo de que las retenciones -en vez de reducirse- se aumentarán en lo inmediato para sortear la emergencia económica (una semana antes, al asumir como gobernador, había pedido que el poder nacional le “saque la pata al campo, que deroguen las retenciones que es el robo más grande que sufre el pueblo cordobés”).

Como Llaryora, otros gobernadores han expuesto divergencias y detallaron objeciones al tema retenciones, al parate a la obra pública y subrayaron el golpe que representa para la producción el incremento de los combustibles.

Hay muchas cosas que negociar para atravesar con éxito los primeros desafíos legislativos.

Y lo cierto es que hasta el momento el gobierno avanza desordenadamente. Cuando todavía hacía campaña para ganar el balotaje, Milei hizo la pata ancha y declaró que si “el gobierno de Massa y Fernández” no tenía soluciones y quería retirarse antes de tiempo, él y sus equipos estaban preparados para asumir el mando de inmediato.

A juzgar por los hechos, se trataba de un bluff, un alarde propagandístico, comparable a algunos otros que le rindieron muy buenos dividendos electorales al candidato. Como señaló el Papa Francisco esta semana a un medio mexicano refiriéndose a declaraciones de Milei: “Hay que distinguir mucho entre lo que dice un político en la campaña electoral y lo que realmente va a hacer después, porque después viene el momento de lo concreto, las decisiones”.

Varios días después de recibir con toda normalidad los atributos de la presidencia de la Nación, el líder libertario no ha terminado de completar sus equipos (habida cuenta de que después de ganar la segunda vuelta se deshizo de muchos colaboradores que lo acompañaron varios años) y en la cartera más sensible – economía- su elegido, Luis Toto Caputo, necesitó dos días para grabar un mensaje que estuvo lejos de exponer un programa de acción más allá de una acentuada devaluación y promesas y algunos ejemplos poco significativos de ajuste fiscal.

Ajuste sin programa

Ni siquiera el entusiasmo que el inédito mandato de Milei contagia a buena parte de la opinión pública consiguió disimular cierto desencanto ante la improvisación que mostraron los primeros pasos oficiales.

Uno de los primeros en destacarlo fue Carlos Melconian, el ex economista de la Fundación Mediterránea que trabajó por la candidatura de Patricia Bullrich. “Dado el formato que veo de cómo se salió a la cancha y el nivel de improvisación cómo se llenaron los casilleros – dijo Melconián-,, está claro que todo se armó sobre la marcha (…) Todo eso va a tener costo, no debe ni estar pensado cómo sigue”.

El reconocido economista señaló que las medidas difundidas por Caputo constituyen “un ajuste ortodoxo clásico. Más allá de que buscan el equilibrio fiscal, primero primario y luego financiero, se ha canjeado la motosierra por la licuadora. La pregunta central de lo anunciado hasta acá es hasta dónde llega la inflación, hasta dónde la recesión. Estoy más preocupado por la inflación, porque va a venir por arriba de lo que me imaginaba, no imaginaba ese saque cambiario”. Melconián aludía así al hecho de que el gobierno parece apostar a diluir el déficit por vía inflacionaria y a que las medidas de recorte anunciadas (por caso, el cese por un año de la pauta publicitaria del Estado o la exigencia de presentismo a los empleados públicos y despidos de los que no sean funcionales e incluso el cese de las obras públicas no iniciadas) no tienen entidad suficiente para bajar el déficit fiscal en la medida en que Milei lo ha prometido.

Otro economista de peso, Martín Redrado (que acompañó la precandidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta), converge con las objeciones de Melconián a las medidas enunciadas por el ministro Caputo: “Es un paquete hecho a las apuradas y con correcciones en tanto van pasando las horas –sostuvo; y fue más allá, cuestionando de hecho algunas formulaciones del presidente Milei:- Me preocupa que se instale el monotema de que no hay opciones de políticas públicas y políticas económicas. Eso que se presenta como esto o la nada. Porque existen varias opciones de política económica para superar esta crisis, Argentina necesita un plan integral que incluya al sector productivo con leyes del Congreso que otorguen un horizonte de previsibilidad. Mientras eso no este, estamos en un esquema cortoplacista que depende mucho de la bicicleta financiera”,

Los enfoques de profesionales como Melconián y Redrado tienen un interés que va más allá de lo técnico. Ambos economistas son técnicos muy atendidos por sectores políticos y empresariales que habitualmente operan como referentes o portavoces de la opinión pública de clase media. Ese segmento de la sociología política contribuyó a la base aluvional que empujó a Milei a la presidencia, razón por la cual su sensibilidad tiene importancia estratégica para el nuevo gobierno. Se trata de cuidar la propia base para evitar sorpresas.

Si bien la narrativa de la crisis heredada puede funcionar como argumento defensivo provisional para explicar que la inflación crezca y no disminuya y que muchos impuestos no sean eliminados (como se prometiera), sino repuestos o incrementados, habría que definir plazos y objetivos más precisos que la promesa de que haya “luz al final del túnel”.

Dice Melconián: “”Tiene que haber una estrategia, un programa”.

Y también datos específicos sobre temas importantes. La comunicación oficial insinúa que el gobierno quiere anular la fórmula hoy en vigencia de actualización de las jubilaciones para, en cambio, determinar por decreto los aumentos periódicos. ¿Respetarán esos aumentos los índices de inflación? Los voceros informales del gobierno sugieren que no, porque –dicen- “las jubilaciones son un componente central del gasto público que hay que bajar”. Pero, entonces, ¿serán los jubilados y no “la casta” los que pagarán el ajuste? Cruel incertidumbre.

Las dos clases medias

Contradiciendo sus propios deseos, los sindicatos empiezan temprano a dar muestras de inquietud. Conviene entender que los trabajadores sindicalizados constituyen un fragmento de las clases medias. A diferencia de las tradicionales clases medias “liberales” –desde profesionales a pequeños y medianos empresarios-, los gremios constituyen una clase media potenciada por la organización.

Esta semana, después de que se conocieron los primeros anuncios del ministro de Economía, la CGT se reunió para analizarlas. “Generarán una fuerte aceleración del proceso inflacionario que dinamitará el poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores –estimaron-. De acuerdo a lo pronosticado por las propias autoridades económicas del actual Gobierno las medidas anunciadas ubicarán el índice inflacionario mensual entre un 20 y un 30% al menos por el próximo cuatrimestre, situación que, de no ser acompañada por una política de ingresos ejercida a través del libre ejercicio de las negociaciones paritarias y de políticas activas compensatorias, pondrá a millones de argentinos y argentinas en una situación socioeconómica desesperante”.

Tras esa conclusión, los líderes cegetistas abrieron una puerta a las negociaciones y al diálogo: “Sigue siendo nuestra vocación contribuir a la gobernabilidad- afirman, pero agregaron:- “No nos vamos a quedar de brazos cruzados”.

Precisamente en relación con el sector sindical Carlos Melconián había censurado que los anuncios de Caputo no dieran señales claras y consideró que el Gobierno debería hacer un anuncio en materia salarial para compensar los aumentos de precios que se viene en los próximos meses. “Si no tenés vergüenza en ir para atrás con la dolarización y con la motosierra, no tenés que tener vergüenza de ir con heterodoxia salarial”, remarcó.

La sorpresa del campo

En materia de desorden, un campo en el que las decisiones de Economía se destacaron fue el del aumento de las retenciones a las exportaciones agrarias. La medida fue adoptada sin consultar (ni siquiera informar previamente) a la secretaría de Bioeconomía que, naturalmente, no pudo dar respuesta a las encrespadas demandas de las organizaciones del sector pues se encontraba tan sorprendida como ellas. El compromiso de Milei había sido eliminar las retenciones. Caputo admite que son odiosas y que más adelante serán dejadas de lado, pero por el momento se incrementan. A riesgo, hay que subrayarlo, de erosionar el respaldo de un sector estratégico.

Si la mayoría de los analistas coincide en que una de las claves a las que el flamante presidente debe prestar atención es la gobernabilidad, hay que admitir que en un país de fuerte impronta presidencialista, el refuerzo de la autoridad del primer mandatario es un factor esencial.

Pero el liderazgo debería asentarse en fuerzas orgánicas, no sólo en una opinión pública que se define por la volubilidad.

Por el momento Milei es inmune a las críticas. Por su parte, Caputo y Francos parecen encarnar, bajo el presidente, funciones de pararrayos con la clásica dupla policía bueno-policía malo.

Todo depende de quién juzgue y, llegado el momento, de cuáles sean los resultados

The End: ¿Quién gana en Boca?

Mientras Milei estrena sus nuevas funciones presidenciales y afronta sus grandes desafíos, su socio en la UTE “Pacto de Acassuso” –Mauricio Macri- se somete hoy al examen de las urnas en la elección del club Boca Juniors. Macri arriesga mucho en su duelo con Román Riquelme. Una derrota en este terreno representaría un oscuro cierre de año: después de haber contribuido a dinamitar el partido que formó y la coalición que lo llevó en su momento a la presidencia de la Nación, después de haber perdido influencia sobre quien parecía su mejor alumna –Patricia Bullrich-, quien prefirió encolumnarse tras Milei, solo ganar incuestionablemente –sin ayudas judiciales- la elección boquense podría representar para él un consuelo, un “gol del honor” en el final insoslayable del segundo tiempo.

 



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