El QR con falsas promesas que servía de puerta de acceso a la estafa del juego on line
Seis mujeres fueron procesdas y sus domicilios allanados por el fiscal Javier Pizzo, por ser parte de un sistema de apuestas ilegales on line. La mayoría cumplían el rol de cajeras, aunque también se presume que hay una organizadora. La problemática afecta en especial a jóvenes y adolescentes que caen en la ludopatía digital, mientras que los responsables obtienen grandes ganancias.
Por Fernando del Rio
Un papel pegado en una columna de alumbrado tenía un QR y decía en letras amarillas que un casino on line era todo ganancia. Algunas cuadras más allá, el volante estaba adherido a un árbol e invitaba a caer en la trampa a los ingenuos, porque quien acercaba el teléfono al código y lo escaneaba, a diferencia de la promesa en la leyenda, perdía.
En las últimas horas, el fiscal Javier Pizzo, de la flamante UFI 17 de Ciberdelitos, siguió la pista de ese QR y terminó descubriendo una de las tantas células de juego clandestino on line que hay en Mar del Plata. Se trata de seis mujeres que obtenían grandes ganancias semanales solo por ser “cajeras” dentro de un sistema mucho mayor y en el cual, se puede suponer, los principales actores son multimillonarios.
En uno de los allanamientos efectuados esta mañana (uno al menos fue en una vivienda de la calle Bermejo en el barrio se Colinas de Peralta Ramos) se secuestraron dispositivos digitales, documentación, dinero y hasta un arma, todo para consolidar la hipótesis de la investigación de Pizzo.
“Quien se crea que haciendo ‘solo’ de cajero no está cometiendo un delito grave se equivoca. Además de ser partícipe clave en el drama del juego on line, son personas que ganan mucho dinero, ya que en algunos casos hemos detectado ganancias de hasta 2 mil dólares semanales”, confió una fuente de la investigación.
El proceso de captación comenzaba en el QR, desde donde se ofrecía un link a un teléfono de Whatsapp desconocido. El jugador informaba a esa persona que quería participar, que quería jugar en “su casino on line” y de inmediato se creaba un usuario.
El ingreso al sitio web venía acompañado de un usuario único para ese nuevo jugador, usuario al que además le precargaban de regalo una suma que podía ser de 1.000 o 5.000 pesos en “créditos”. A partir de ese momento, el jugador le cargaba más dinero por medio de transferencias a las llamadas “cuentas mulas” de billeteras virtuales como Mercado Pago.
La trampa comienza con al retiro del dinero. Para poder extraerlo se requiere tener una actividad sostenida, es decir, perder o ganar “créditos”. No es algo inmediato. El jugador comienza a mover su saldo en sus apuestas, que pueden ser en juegos tradicionales de casino como cartas, ruletas y slots o tragamonedas. Pero lo más perverso está por llegar: el sistema para que funcione tiene que tener un margen de “pérdida”, esto hace que algunos afortunados transmitan la experiencia de que se puede ganar dinero. No obstante, la mayoría pierde y se endeuda, casos en los cuales se les termina ofreciendo sumarse como cajeros para saldar y para atraer a nuevos jugadores.
Dentro de la estructura de una célula de juego clandestino on line, los cajeros son un pilar necesario y de los más peligrosos. Porque muchas veces forman parte del mismo círculo social, educativo, deportivo o barrial del que captan a los jugadores, con lo cual le da una cercanía que robustece la confianza. En otras ocasiones, el reclutamiento es abierto (como con el método de un QR en la vía pública), y allí el vínculo es inexistente y la posibilidad de algún reproche futuro disminuye a cero.
Se ha detectado también en algunos cajeros que cuando alguien gana mucho dinero y acumula “créditos” terminan bloqueándole el usuario. De esa manera el jugador pierde toda su ganancia, que siempre estuvo bajo el control de los estafadores.
Por otra parte, estas plataformas on line tienen lo que se llama una “skin” o aspecto de video juego, lo que minimiza la percepción de azar o, mucho peor, de una programación manipulada. A esto se lo conoce como “gamificación”, un término que proviene de la palabra “game” que en inglés significa juego. Muchos de estos juegos tienen colores, personajes de caricaturas y animaciones entretenidas que reducen la defensa del adolescente: lo hace creer que está jugando Candy Crush, pero está ya metido dentro de la problemática de la ludopatía.
La narrativa de “créditos” en lugar de dinero hacer creer al jugador joven que intercambia unidades sin registrar la pérdida monetaria. En realidad lo que sucede es que está “ludopateando” activos digitales que costaron dinero real, muchas veces a sus propios padres.
La investigación
Después de acercado el dato sobre la aparición de estos volantes con QR, el fiscal Pizzo ordenó una serie de medidas para reunir pruebas. Entró en acción entonces el CATI, ese órgano del Ministerio Público fiscal para asistir en distintas investigaciones.
Un especialista en ciberdelito creó un usuario “fantasma” y siguió todos los pasos que un jugador real. De esa manera se logró certificar cada una de las etapas de la actividad y también el conocimiento de la existencia de las “cuentas mulas”.
Con toda esa información, se solicitó en las últimas horas a la Justicia de Garantías el aval para allanar seis domicilios en Mar del Plata, siendo el principal el de Bermejo al 2100, con despliegue del Ministerio de Seguridad provincial a través de un grupo especializado en coordinación con Loterías y Casinos, y policía bonaerense.. En cada uno de ellos la personal investigada era una mujer y si bien resta definir el rol dentro de la célula, todas eran cajeras. No se descarta que una de ellas, que ya está identificada, además también sea la organizadora en un eslabón intermedio dentro del sistema global. En poder de esta última investigada se secuestraron diez teléfonos celulares, presunción de que desarrolla una actividad superior a la de una simple cajera.
Las seis mujeres fueron procesadas por infracción al artículo 301 del Código Procesal Penal que pena la organización o explotación juegos de azar sin autorización, lo que constituye un delito penal (no una contravención) con penas de 3 a 6 años de prisión.
Todas permanecen en libertad, pero deberán prestar declaración indagatoria el próximo lunes. Mientras tanto se inició una pesquisa contable y financiera sobre la actividad económica de las procesadas y su entorno familiar.
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