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Deportes 28 de marzo de 2018

Pareto no para: escaló el Aconcagua y fue finalista en Rusia

La campeona olímpica no para. Le dio prioridad a la medicina, pero sigue manteniéndose en la elite del judo. Y, sin descuidar su compromiso social, también realiza otras actividades.

Paula Pareto se ríe desde Rusia cuando se da cuenta que muchas cosas que le vienen pasando no aparecían entre sus prioridades cuando diseñó estos últimos meses. Luego de ganar el oro olímpico, hace dos años, la “Peque” planificó darle prioridad a su carrera, especialmente a la residencia de medicina que realiza en el Hospital de San Isidro.

Pero, claro, la judoca es tan buena en su deporte, tan profesional y metódica en el día a día, y tan inquieta como persona, que cualquier cosa puede pasar.

Por eso no extrañó que en el reciente Grand Slam de Ekaterinburgo, haya sido medalla de plata y que pocos días antes estuviera en el medio de la montaña más alta de América, caminando hasta 18 horas por día.

“La verdad es que no esperaba semejantes resultados. Y tampoco subir el Aconcagua”. En estee caso, claro, no subió hasta la cima porque para una misión tan difícil es necesario un entrenamiento específico. Pero sí aceptó la invitación de Fabricio Oberto de sumarse al grupo de deportistas que lo intentaron y se dio el lujo de llegar hasta Plaza de Mulas, ubicada a 4.300 metros (la cima está a 6.960).

“Fue una hermosa experiencia. En las mismas condiciones, con un grupo tan lindo y con un objetivo tan bueno, me gustaría intentar llegar a la cima”, aseguró Pareto, que volvió maravillada con la idea de subir al Aconcagua con fines solidarios y de transmisión de valores. Fue un grupo de 20 personas, entre ellos 12 deportistas que superaron importantes problemas de salud.

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“Fue increíble ver a Silvio Velo (futbolista no vidente) pasar por lugares que a mí me costaba, por ejemplo. A otro le faltaba una pierna, a otro un pulmón… No sé cómo lo hacían. La clave, como en el deporte de alto rendimiento, es la mentalidad, más que lo físico. Hay que bancarse muchas horas de caminata, pero lo difícil es no caerse mentalmente tras pasar varias semanas durmiendo poco por la altura, viviendo en carpas, pasando frío y haciendo tus necesidades de forma poco habitual. Una incomodidad permanente, día a día, que te puede hacer flaquear”, analizó.

Pareto, además, no tenía la base de entrenamiento para escalar. “Lo mío es lo opuesto. Yo hago circuitos específicos de judo, de pocos minutos y muy explosivos. Escalar es una carrera de fondo, nunca te agotás, pero no parás de darle… Yo nunca caminé tanto en mi vida y pasé tanto frío. Llegó a hacer ¡10 grados bajo cero!”, precisó.

De los invitados apenas llegaron dos (el conocido conductor Julián Weich y Ezequiel Baraja) en una tarea épica para personas que no son montañistas o profesionales en ascensos. El resto fue quedando en el camino, como Oberto y Velo (llegó a los 6.000 metros). “La estadística dice que cumbre hace sólo el 30%. Dicen que los últimos 1.000 metros son los peores, por el cansancio acumulado y por la saturación del oxígeno en sangre que te genera la altura. Me fui con la inquietud de ver si mi cabeza lo aguantaría… En realidad, si me decís de volver hacerlo por placer, te digo que no. Pero si se arma un grupo así, me animo. No sabés lo que eran las charlas con personas que tienen semejantes experiencia de vida. Por eso digo que si hay otro proyecto parecido, con un fin solidario, me gustaría intentarlo”, detalla.

En Pareto se ha despertado un interés especial por la ayuda social. Ya hace siete años que está inserta en el programa Huella Weber que tiene Weber Saint Gobain, su sponsor. El deportista elige un lugar y la empresa lo refacciona con sus materiales de construcción. “Ahora estamos ayudando en la infraestructura del Comedor Virgen de Itati y Gauchito Gil de Pacheco. Antes iban 30 chicos carecientes y hoy asisten 200. Allí no sólo comen sino que reciben contención. Y lo bueno que, con el tiempo, lo que Weber no puede aportar, lo hacen sus proveedores. Se arma una cadena solidaria”.

La “Peque” no afloja. En abril se viene el Panamericano y a mitad de año comienza la clasificación para llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio. Una deportista todoterreno, siempre preocupada por el otro.



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