Opinión

El rol de la construcción, en la ciudad a construir

por Guillermo Osvaldo Eciolaza

La industria de la construcción en la ciudad de Mar del Plata ha sido, a lo largo de su historia, un importante motor de su economía, fuente de trabajo, inversión, ahorro e intercambio. A través de las obras, la sociedad acumula capital en forma de bienes públicos y privados. Cuando logran buenos niveles de realización su valor de uso supera su valor de cambio. La buena arquitectura forma parte armónica del paisaje y de la identidad. De este modo, podemos convenir que es tanto un atributo inescindible de la economía como de la cultura.

En el Partido de General Pueyrredon, según fuentes del Monitoreo Ciudadano, la actividad de la construcción representa algo más del 20% del sector secundario y casi el 6% del total de Producto Bruto Geográfico (PBG), alcanzando un 8% de la población ocupada. La información actualizada a septiembre 2017 provista por la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra), destaca en la zona de influencia de la Delegación Mar del Plata un total de 5.945 obreros en la actividad, valor que supera en casi un 27% al estimado para 2004 en el Censo Nacional Económico.

La información provista por el Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric) reconoce en Mar del Plata para 2016 la presencia de 552 empresas entre constructoras, contratistas y subcontratistas que representan el 2,4% del país y agrupaban unos 4000 puestos de trabajo registrados.

El impulso privado

El personal ocupado en el sector presenta variaciones asociadas con la dinámica de la actividad ligada a procesos socioeconómicos nacionales y locales que se manifiestan especialmente en las obras privadas. Así, los datos del informe sobre PBG indican que la construcción ha tenido un incremento del valor agregado en el período 2004-2012 del 56%, impulsado principalmente por la construcción privada de uso residencial.

Las estadísticas de la Dirección de Obras Privadas del Municipio muestran que la superficie construida en 2016 alcanzó los 225.638 metros cuadrados. El estudio de PBG destaca que 2002-2012 fue una década récord para la construcción a nivel nacional ya que este sector se posicionó como una inversión rentable y segura, con una dinámica favorecida por la rentabilidad de los activos inmobiliarios en comparación con otras alternativas financieras.

A nivel nacional, la industria de la construcción y el sector inmobiliario fueron dos actividades que traccionaron fuertemente el crecimiento económico. En ese sentido, mientras que el promedio del crecimiento de la industria de la construcción entre 2002 y 2008 en Argentina casi llegó a duplicar la tasa de crecimiento del conjunto de la economía, la valorización de los inmuebles entre 2001-2010 alcanzó casi a triplicar el interés acumulado de los depósitos bancarios y a duplicar el activo de quienes apostaron al dólar como refugio de valor.

Operaciones inmobiliarias

Según el Observatorio de Desarrollo Regional de la Fundación Bolsa de Comercio de Mar del Plata, el Partido de General Pueyrredon registró, en ese último año, el 7,4% del total de operaciones inmobiliarias de compraventa escriturada en la Provincia de Buenos Aires.

En diciembre de 2017, fueron escrituradas 1.308 propiedades por $1.067 millones, lo que representa un crecimiento interanual de 11,8% en operaciones registradas.

Sin embargo, para tener una interpretación ajustada a la realidad acerca del impacto permanente de la industria de la construcción en nuestra ciudad, debemos considerar también otros conceptos que relativizan las estadísticas.

El primer dato a incorporar es que Mar del Plata, desde sus orígenes, carece de un banco de terrenos fiscales que funcionen como un instrumento de gestión pública capaz de regular el valor de la tierra. Nunca se logró promover equilibrios en los procesos dinámicos del desarrollo urbano, en general las espirales de desequilibrio se aceleraron ciclícamente desarmonizando la consolidación del ejido. Mar del Plata ha dificultado el acceso a la tierra de los sectores de bajos ingresos profundizando la desigualdad. Se ha multiplicado la marginalidad, el delito y la violencia en niveles francamente peligrosos para todos, pero mucho más para los que carecen de recursos.

Por otro lado, la fuente de financiamiento central de la industria de la construcción marplatense no ha sido el crédito, sino el ahorro y la inversión. Esta condición ha sido transversal a todos los sectores sociales y nos aporta dos certezas: así como se han evitado burbujas financieras que quiebren bruscamente las organizaciones productivas, también ha sido una predicción fácil que los periodos de expansión son seguidos por otros de retracción, desestabilizando y discontinuando la labor del sector que sufre, como otras industrias locales, oleadas de empleo y desempleo profundas.

Desigualdades

Otro dato que complementa el análisis es que, en los últimos 15 años, tuvimos dos procesos de planeamiento estratégicos con equipos financiados, de altísima y bien ganada reputación, logramos una participación interinstitucional inédita que convocó a concertar una carpeta de proyectos que pocas ciudades tienen. Sin embargo, no se anticipó el límite energético y de infraestructura de servicios que hoy pone en riesgo la posibilidad que Mar del Plata continúe creciendo. Es necesario enfrentar la desigualdad y las calidades urbanas diferenciales con las que, en los últimos 25 años, se consolidó uno de los periurbanos más marginales de toda la provincia. No es casualidad que durante más de dos décadas seamos la capital del desempleo. Este indicador tiene sus costos, y no ha sido abordado ni con solvencia técnica ni con liderazgo político. Se atacan las consecuencias del proceso pero no las causas. Otro serio déficit del plan estratégico.

El desafío, en definitiva, ya no consiste -como hubiéramos estado a tiempo de hacerlo hace 30 años- en planificar, ahora además hay que corregir los errores. Para construir una ciudad que resuelva sus problemas urge crear un organismo que articule y gestione un incremento de la inversión pública y privada, pero fundamentalmente aplique inteligencia para asignar una secuencia de recursos donde más hacen falta. Si nos concentramos en abordar cuatro objetivos centrales, direccionaremos, por primera vez, una política anti cíclica que anticipe una crisis y sostenga la productividad del sector con el propósito de mejorar para todos los indicadores que miden la calidad de vida:

1- Urbanizar el periurbano marplatense, (llevar servicios, infraestructura, equipamiento, obras y espacios públicos de calidad, conectividad, democratizar el acceso a la tierra y a la vivienda)

2- Expandir la infraestructura logística, energética y de servicios, para consolidar sectores productivos instalados y promover nuevas fuentes de empleo permanente, con el objeto de incorporar a una nueva generación de habitantes a la condición de ciudadanos sobre la base del derecho al trabajo y a un ingreso formalizado.

3- Continuar densificando los sectores medios de la ciudad, (que es lo más eficiente como modelo de planeamiento para nuestra escala), con la promoción de la vivienda colectiva, de calidad, cuyo proyecto y realización reconozca los nuevos modos de organización social que desbordan las tipologías que han quedado obsoletas antes de finalizar el siglo XX.

4- Cuidar sus atributos patrimoniales, ambientales y paisajísticos, que desde el inicio de los tiempos han sido el principal motivo por el que esta ciudad sigue siendo elegida por todos los argentinos y, a pesar de las crisis, no ha detenido su crecimiento.

Sin simulacros electorales

Para lograr estas cuatro metas es imprescindible definir y encarar los problemas centrales sin simulacros electorales. Es absolutamente posible diseñar y ejecutar políticas públicas que entiendan como un recurso estratégico las capacidades del sector de la construcción, lo protejan y lo potencien para edificar una ciudad igualitaria, utopía de la que nos hemos alejado metódicamente. Revertir este proceso es un gran desafío para todos. En ese sentido, la Universidad Nacional de Mar del Plata, a través de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, así como desde otras áreas de gestión, pueden acompañar y asistir en el proceso. Debemos comprometernos en la tarea de construir los consensos y los instrumentos de gestión, que hasta aquí no hemos sabido generar, para alcanzar los umbrales de calidad urbano-ambiental, de una Mar del Plata vivible en los parámetros del siglo XXI.

(*): Arquitecto. Decano de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata y coordinador del foro sectorial de la construcción MdP

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