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Opinión 5 de abril de 2019

El transporte público, un aliado del desarrollo sostenible

por Rodolfo Iriart

El transporte público es una parte esencial del desenvolvimiento diario y del desarrollo de la sociedad en las urbes. Hoy en día, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. Si bien los niveles de movilidad han ido en aumento, este crecimiento urbano provoca que el acceso a los lugares, actividades y servicios se vea dificultado y a veces hasta imposibilitado.

ONU Hábitat explicó que “el crecimiento urbano descontrolado ha aumentado la distancia entre destinos funcionales, como locales de trabajo, escuelas, hospitales, (…) lo que ha conducido a un aumento de la dependencia de transporte motorizado privado, así como de otros tipos de movilidad dependiente del automóvil”.

Si bien la construcción de infraestructuras es fundamental para superar muchos de los problemas de movilidad urbana, no es una panacea. El compromiso mundial con el desarrollo sostenible ha marcado la ruta a seguir: para lograr las metas propuestas, es necesario cambiar el paradigma y empezar a pensar y trabajar en una movilidad sostenible. Es por ello que el foco ya no debe dirigirse a cómo llevar a las personas a determinados destinos, si no que debemos pensar en cómo facilitar el acceso a las actividades, servicios y bienes, por ejemplo, a través de ciudades compactas, medios de transportes ecológicos , o la disminución del uso del trasporte privado.

Movilidad eléctrica

Una de las iniciativas que más ha crecido en los últimos años es la promoción de la movilidad eléctrica. Se estima que un despliegue de este sistema en la Región, disminuiría aproximadamente en 1,4 Giga toneladas las emisiones de CO2 y generaría un ahorro en combustibles cercano a 85 mil millones de dólares en el periodo 2016-2050.

Además, Latinoamérica es un continente con grandes condiciones para la explotación de vehículos eléctricos gracias a los recursos naturales que funcionan como fuente de energías renovables.

Rosario, Santiago de Chile, Cali, Costa Rica. Son cada vez más las ciudades que se encuentran en plena ejecución de proyectos o de planes pilotos sobre trasporte público eléctrico.

Según un estudio de ONU Medio Ambiente y la Federación Internacional del Automóvil, si la flota actual de buses y taxis de 22 ciudades latinoamericanas fuera reemplazada desde ya por vehículos eléctricos, se ahorraría para 2030 casi 64.000 millones de dólares en combustible; se reducirían 300 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono y se evitaría la muerte prematura de 36.500 personas.

Otra política muy popular y que se viene llevando a cabo en muchas ciudades, especialmente de Europa, es la promoción e implementación del transporte no motorizado como el ciclismo y la peatonalidad.

Mientras que en algunas ciudades el uso de la bicicleta supera el 35%, en las ciudades latinoamericanas no representa más del 6%, al mismo tiempo que la cultura de la peatonalidad es débil.

En 2010, más de 23.000 peatones murieron en la vía pública de América latina y el Caribe. Eugenia Rodrigues, asesora de la OPS/OMS en materia de seguridad vial, recalcó que “en los sistemas viales de nuestros países tradicionalmente se les ha dedicado más atención y espacio a los vehículos automotores, y que resulta necesario adoptar urgentemente medidas para aumentar la seguridad de los peatones en nuestras vías públicas”.

La situación en Mar del Plata

En Mar del Plata, la Encuesta de percepción ciudadana (EPC) reveló que cerca del 50% utilizan el colectivo como modo de trasporte habitual, mientras que un 42% hacen uso de vehículo particular motorizado.

De las personas encuestadas, alrededor del 35% lo calificó al sistema de transporte como “bueno”, y ese porcentaje desciende a 29% durante el verano.

Las problemáticas más recurrentes indicadas por los usuarios están relacionadas al tiempo de espera, la conducción brusca, la incomodidad al viajar y la higiene del vehículo.

Además, cerca del 65% consideran que es poco o nada adecuado para las personas con discapacidad, adultos mayores y para aquello con déficit de marcha. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible recalca la necesidad de que “nadie quede atrás”. Para aquellas personas que tienen movilidad reducida, las condiciones del sistema de transporte son fundamentales para el goce de muchos de sus derechos.

El Banco Mundial ha destacado que “el transporte es fundamental para el desarrollo económico y social, dado que genera oportunidades para los pobres y contribuye a que las economías sean más competitivas”. Por ello, la asequibilidad es clave y no deja de estar contemplada en las metas mundiales de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, en la ciudad, más del 50% tienen una visión negativa del precio del boleto.

Como hemos podido ver, la sostenibilidad es un concepto que se construye con esfuerzos de diversas índoles y características. El transporte público debe pensarse en coherencia a los objetivos de desarrollo mundiales, que hagan un uso de energía bajo y reduzca sus emisiones. Debe contar con una amplitud de cobertura, ser asequible, atractivo y accesible, estar dentro del alcance geográfico y económico de los habitantes, especialmente los pobres, y estar preparado para atender las necesidades de las personas con movilidad reducida.

El primer paso es que todas las esferas del Estado, las instituciones, las empresas y los ciudadanos tomen conciencia de este cambio de paradigma. Recordar que la planificación urbana no es solo para los vehículos. Los espacios verdes, veredas, pasos de peatones y ciclovías que facilitan la circulación peatonal o el ciclismo también son importantes. Los desafíos no son sencillos y algunos obstáculos requieren de grandes esfuerzos, pero los beneficios son enormes y repercuten tanto en la actividad económica, como en la calidad de la vida y el medio ambiente, permitiéndonos alcanzar el tipo de ciudad que queremos.

(*): Legislador provincial.