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Opinión 6 de febrero de 2017

El triste espectáculo de la soberbia y la vergüenza de la estupidez

Por Adrián Freijo

Actores, productores, docentes del mundo de las artes, comunicadores, dirigentes sociales, pero por sobre todas las cosas hombres y mujeres comunes acostumbrados a recibir el derrame de una acción cultural respetuosa, seria, creativa y social, expresaron en la noche de los Estrella de Mar su malestar por la gestión mediocre, vacía de contenido y sobre todo plagada de soberbia y desprecio por el otro que encabeza ese personaje singular que se llama Silvana Rojas quien aún en medio de una turbulencia que no la abandona desde el principio de su gestión, no ha logrado pasar el escalón que la instala como “la hija del Tanque Rojas”.

Luego de que 30 obras se bajaran semanas atrás de los premios Estrella de Mar 2017,en la previa de la entrega en el Teatro Auditorium un grupo de trabajadores de la Cultura y distintas agrupaciones llevaron su protesta a la alfombra roja, donde denunciaron un “vaciamiento” en el área municipal y pidieron la renuncia de su titular.

¿Cuestiones ideológicas de fondo?; tal vez…¿y?...¿quién resolvió que la cultura es cuestión de tibios y descerebrados?. 

Si ante la final de una Copa del Mundo aparece en la definición por penales un jugador que grita, para que lo escuche el arquero rival, “jamás patearé a la derecha…soy socialista” es justo que todos insistamos en que en el ejercicio del fútbol es un disparate aplicar cuestiones ideológicas. ¿Se imagina si Videla hubiese prohibido la “zurda” de Diego en el Mundial 79 o la corrida “por izquierda” de Mario Kempes para sellar el segundo gol argentino frente a Holanda en el Mundial 78?.

Pero el arte es otra cosa; el arte es una de las más profundas expresiones del alma, del intelecto y de la libertad. Y por eso a nadie puede sorprender que lleve en sus entrañas lo más puro del pensamiento y la ideología. porque es desde ella que el individuo se expresa y se comunica con los demás, arriba pero también abajo de un escenario, por dentro y por fuera de las páginas de un libro y desde un panel hecho cuadro o el ojo sorpendido de quien lo descubre y disfruta.

Porque el hombre es ideología y porque no hay nada que pueda elegir en mayor libertad que el derrotero de sus propios pensamientos.

Es triste que el gobierno municipal no lo entienda y grotesco que la Secretaria de Cultura -que ha recibido en estos meses un repudio que funcionario alguno haya padecido en toda la historia marplatense- no haga una demostración de dignidad y de un paso al costado. No porque se rinda, ni siquiera porque acepte como verdadero lo mucho de malo que todos dicen de ella; simplemente para demostrar que la democracia también es humildad y respeto al otro.

¿Cómo se siente una persona que ve por televisión que todos suben a un escenario o recorren las inmediaciones del Auditórium para pedirle a coro la renuncia y criticar su accionar?. ¿Se puede volver de semejante papelón?.

En lo inmediato deberá llevar sobre sus espaldas el dudoso honor de ser la protagonista de “la noche en la que todos putearon a la Secretaria de Cultura”.

Pero tal vez con el tiempo pueda ser recordada como aquella que puso su honor por delante de su sueldo y por encima de su vano orgullo.

¿Será posible?... aunque en un gobierno caracterizado por el “conchabemos a la parentela” parece cada vez más difícil…

Faltó un Estrella de Mar...el de la tragicomedia.