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El Mundo 4 de febrero de 2020

El último ataque en Londres plantea la radicalización en la cárcel de los terroristas

Policías inspeccionan la zona donde fue abatido un terrorista, que había apuñalado a dos personas en una calle de Streatham, Londres. Foto: EFE | EPA | Facundo Arrizabalaga.

por Patricia Rodriguez

LONDRES, Inglaterra.- Los incidentes terroristas registrados en el Reino Unido en los últimos dos meses, como el del domingo en el sur de Londres, ponen en duda la eficacia de los procesos de rehabilitación en las cárceles, de donde acababan de salir, radicalizados, esos agresores, según los expertos en seguridad.

Sudesh Amman, de 20 años, había sido puesto en libertad hacía apenas diez días, tras haber cumplido la mitad de una pena de tres años y cuatro meses por delitos de terrorismo cuando perpetró, armado con un chaleco explosivo falso, un ataque con cuchillo en el barrio de Streatham, en el sur de la capital británica.

Tres personas resultaron heridas en el suceso, declarado por Scotland Yard “incidente de terrorismo de naturaleza islámica”, antes de que el joven fuera abatido a tiros por los agentes.

Se sabe que Amman estaba fascinado con la organización terrorista Estado Islámico (EI); que comenzó a recolectar material relacionado con el terrorismo hace tres años, y que le obsesionaba ser el protagonista de una barbarie como la del pasado domingo: apuñalar a inocentes sin ton ni son.

Su gran objetivo era “convertirse en mártir”, según se desprendió del proceso judicial llevado a cabo en 2018 ante el tribunal penal de Old Bailey (Londres), previo a su condena.

El caso recuerda al ataque perpetrado el pasado noviembre en el puente de Londres, cuando Usman Khan, otro exconvicto recién salido de la cárcel, donde cumplió sentencia por delitos de terrorismo, se enzarzó a puñaladas al azar. Entonces fallecieron dos personas y otras tres resultaron heridas.

El pasado mes, cuatro agentes de prisiones y una enfermera resultaron heridos dentro del penal de Whitemoor, en Cambridgeshire (sur de Inglaterra) a consecuencia de la agresión de Brusthom Ziamani, que cumplía una pena por un delito de preparación de actos terroristas en 2015.

Desde este domingo, los analistas barajan qué falla en los procesos de rehabilitación de estos presos radicalizados dentro de los muros de las prisiones nacionales.

El gobierno propone una nueva legislación

El Gobierno de Boris Johnson ha propuesto introducir una polémica nueva legislación con la que alargar las condenas de prisioneros que ya han sido sentenciados y con la que poner fin a las liberaciones tempranas automáticas de esos terroristas.

El exministro de Justicia y diputado conservador Michael Gove indicó hoy al canal Sky News que, en muchos casos, “si es necesario” esos delincuentes deberían ser encarcelados de manera indefinida.

“Es necesario demostrar que estas personas ya no plantean un peligro a los ciudadanos”, enfatizó Gove.

El ex responsable de la unidad antiterrorista de la política británica Mark Rowley opinó, por su parte, a una emisora local que estos casos replantean la posibilidad de imponer a esos terroristas sentencias “indeterminadas” aunque también se les deben ofrecer programas de rehabilitación y desradicalización.

Para Nazir Afzal, exfiscal jefe de la zona del noroeste del país, sin un proceso de rehabilitación efectivo, retrasar la liberación de un prisionero, como pretende el Gobierno, equivaldría, tan solo, a “retrasar un ataque inevitable”.

“Hay un problema real con los programas de desradicalización”, que no han sido subvencionados de manera suficiente”, valoró.

Programas para desradicalizar a terroristas

Aunque se considera experimental, el programa empleado actualmente para desradicalizar a reclusos de estas características se llama “Intervención de Identidad Saludable” (HII), y proporciona tratamiento individualizado en sesiones diseñadas “a la carta”, teniendo en cuenta las características específicas de cada uno.

Pero hasta la fecha, no está funcionando. Las personas interesadas en someterse a ese esquema terminan engrosando listas de espera, a causa, principalmente, del 40 % de recortes sufridos por el ministerio de Justicia.

Según observó el pasado mes en una conferencia Jonathan Hall, el encargado de revisar de manera independiente la legislación británica de terrorismo, las cárceles “podrían proporcionar una audiencia perfectamente receptiva para el reclutamiento” (de terroristas) pues en muchos casos, “la cárcel aumenta el estatus (de los presos) en el entorno y prolonga su activismo”.

Los últimos datos oficiales del ministerio de Justicia apuntan a que en este país hay ahora 224 personas bajo custodia por delitos de terrorismo y se ha identificado un aumento en el número de radicales de extrema derecha, con un incremento de seis a 38 en los últimos cinco años.

En algunos países, como Países Bajos, España y Francia, los penales separan a los presos extremistas islámicos a fin de prevenir su radicalización y se considera que ese método es efectivo.

En el Reino Unido, en cambio, comenzaron recientemente a introducirse “unidades de separación” para los detenidos de mayor riesgo, si bien hasta la fecha no se han obtenido resultados.

EFE