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Emotivo cierre para una carrera legendaria

Se despidió Leonardo Gutiérrez, rodeado de afecto en el Polideportivo. Convocó a verdaderos grandes del básquetbol en la cancha y a alrededor de cinco mil personas en las tribunas.

La enorme trayectoria como basquetbolista de Leonardo Gutiérrez, el líder del mejor Peñarol y del mejor ciclo de cualquier deporte colectivo en la historia de esta ciudad, tuvo anoche su punto final con un partido homenaje en el Polideportivo que convocó a verdaderos grandes del básquetbol argentino en la cancha y a alrededor de cinco mil personas en las tribunas.

Gutiérrez disfrutó de un partido que casi no tiene precedentes en la historia de este deporte en el país y sí muchas similitudes con los retiros de varias estrellas del fútbol. Como, por caso, el que hace poco se le hizo a Fernando Cavenaghi.

El jugador más ganador de la historia del básquetbol argentino se dio el gusto de convocar a muchos de los amigos que cosechó en este deporte a lo largo de una impecable trayectoria profesional de 24 años. Y, en un mismo acto, a enormes referentes de los últimos treinta años de este deporte en el país.

Nombres como los de Marcelo Milanesio, Héctor Campana, Diego Osella, Nicolás Brussino, Patricio Garino, Nicolás Laprovittola, Marcos Mata, Juan Ignacio Sánchez, Gabriel Fernández, Facundo Campazzo, Luis Scola y Andrés Nocioni, entre otros, testimonian la grandeza de Gutiérrez como basquetbolista.

El homenaje, enmarcado por el aliento constante de los hinchas de Peñarol y conducido por la efectiva dupla integrada por Leo Montero y Fabián Pérez –conducirá hoy en Peñarol el 3×3 de Red Bull, que se disputará con cupo completo de participantes-, consistió en un partido dividido en cuatro cuartos entre los equipos Blanco y Azul, cada uno a su vez dividido en una versión “retro” y otra más actualizada. Gutiérrez jugó un periodo para cada uno de los cuatro combinados, no salió de la cancha y lució muy activo. Tanto que totalizó 28 puntos.

Los espectadores pudieron deleitarse, además, con la eterna voracidad ofensiva de “Pichi” Campana, la precisión de Eduardo Dominé con sus envíos largos, la mano de seda de Tato Rodríguez, la intacta potencia de Andrés Nocioni, la claridad de Pepe Sánchez y la magia de Facundo Campazzo.

El partido terminó con un anecdótico triunfo 85-72 del equipo Blanco. Y con un uno contra uno del propio Leo contra su hijo Francisco, concluido con dos tiros libres del legendario jugador y un interminable abrazo con “Pepo”.

Mientras las pantallas gigantes mostraban las mejores imágenes de su fantástica carrera, el telón final lo puso Mora, la hija del jugador, alumna del Colegio Musical IDRA, quien interpretó con su violín una versión de “Despacito”.

Como pudo, haciendo un gran esfuerzo después de un último video con mensajes muy emotivos de sus seres queridos, Leo cerró su última noche como jugador dirigiéndose a la concurrencia. “Estoy muy agradecido a todos los chicos que vinieron, a la gente y a mi familia. Todo lo hice por ellos. A los hinchas de Peñarol por estos ocho años. De verdad, gracias a todos”, cerró, de corazón y con sencillez, con lágrimas en los ojos.

El parquet del Polideportivo, que también anoche cerró un ciclo, registró los últimos pasos con zapatillas y pantalones cortos del jugador que ya es leyenda. Uno nuevo aguarda que lo camine mucho tiempo más con zapatos y traje.

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