La Ciudad

En el Domingo de Ramos, Mestre pidió por la paz y la “tan necesaria presencialidad”

El obispo de Mar del Plata celebró en la Catedral una de las misas para dar inicio a la Semana Santa. Brindó un mensaje de fe y esperanza. Promovió el "gesto misionero" de llevarle una rama de olivo a quienes sufren, son de riesgo o "aún no se animan" a salir.

Con la celebración del Domingo de Ramos, la Iglesia católica dio inicio a la conmemoración de la Semana Santa. En Mar del Plata, el obispo Monseñor Gabriel Mestre presidió la Santa Misa en la Catedral, desde donde brindó un mensaje de fe y esperanza, y pidió por la paz y el regreso de la “tan necesaria presencialidad”.

El obispo diocesano estuvo a cargo de la ceremonia con bendición de los tradicionales ramos de olivo, ritual que se desarrolló esta vez puertas adentro y en las escalinatas de la Catedral con solo algunos presentes, mientras que muchos otros siguieron la ceremonia por televisión o a través de las redes sociales del Obispado.

Mestre recordó que el Domingo de Ramos del año pasado, cuando en la ciudad la pandemia daba sus primeros pasos, en el templo mayor “solo estábamos el padre Ariel, yo y algún otro sacerdote, celebrando a puertas cerradas con una situación increíble”.

Seguido, aclaró que “la pandemia sigue” pero destacó que en este 2021 “tenemos la gracia de celebrar en comunidad con el cuidado correspondiente, con estrictos protocolos, el Domingo de Ramos congregados en el templo, en sus casas a través de la televisión y en las redes”.

Mestre advirtió que varios fieles se acercaron en esta oportunidad a la Catedral, entre ellos niñas y niños de la catequesis del templo, que “participan desde sus burbujitas, como en la escuela” para “completar su preparación y así estar cada día más cerca de Jesús”.

 

“Estamos aquí congregados para celebrar nuestra fe como hace cada parroquia de la Diócesis, equilibrando el cuidado sanitario y también abriéndonos a la tan necesaria presencialidad. El encuentro con el otro en el formato que podamos”, expresó.

Años atrás cada Domingo de Ramos se realizaba en un formato multitudinario, con cientos de fieles en las escalinatas de la Catedral -el público se extendía hacia las calles laterales y la plaza San Martín- y el desarrollo del Vía Crucis Viviente que continuaba hasta la tarde noche, con espectáculos y otras actividades. Pese a la “mayor presencialidad” que este año tuvo la celebración, el contexto sanitario aún no permite retomar aquel marco de festejo.

El Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y todas las parroquias y capillas de la ciudad desarrollan, con protocolos, sus respectivas actividades propias de este tiempo de reflexión para los cristianos.

El obispo advirtió justamente que el tiempo y los acontecimientos que se rememoran en esta fecha “siguen presentes en cada dolor, en cada dificultad, en cada cruz; la pasión de Cristo sigue presente y sigue supurando” y “la pandemia ha dado noticia clara y ha puesto en evidencia esa realidad”, remarcó.

Tras ello, Gabriel Mestre destacó que las tradicionales ramas de olivo del Domingo de Ramos, son “un símbolo de paz” aunque “no en un sentido profano sino profundo, espiritual, que reflejan la actitud de Cristo, que es el verdadero príncipe de la paz”.

Por eso, promovió entre los fieles un “gesto misionero” de llevarle una ramita de olivo a “aquellos que no hayan participado presencialmente” por estar enfermos, por ser de riesgo o porque “aún no se animan a salir”.

“Que el ramo no sea signo de egoísmo o un amuleto. El ramo es signo de que somos discípulos de Cristo, príncipe de la paz que quiere traer paz a nuestro corazón”.

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