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Opinión 14 de marzo de 2016

En la base de una sociedad justa está la igualdad de oportunidades

Por Maximiliano Abad

El mundo entero está discutiendo cómo resolver diferencias que llevan siglos: discriminación racial, religiosa, de género, laboral, de acceso a recursos naturales. Todas estas son luchas que han llevado años y, en algunos casos, mucha sangre. Las sociedades buscan ser más justas, y en la base de esta idea está la igualdad de oportunidades.

La herramienta más poderosa de igualdad social es la educación. Así lo interpretaron los padres del sistema educativo argentino, al impulsar enérgicamente de una vez y para siempre la educación pública y gratuita para todos los habitantes del país. En aquel momento se tuvo un objetivo estratégico: no habría país sin un sustento cultural y simbólico que construyera la nación Argentina.

No se equivocaron. Lo principal era generar acceso, lograr un sistema verdaderamente democrático que brinde la posibilidad de alcanzar las metas de conocimiento. No se trata de una igualdad vacía, según la cual cada ingresante al sistema debe recorrer el mismo camino, porque si no estaría defraudando al Estado que invierte en su vocación. Ese no es el criterio. El pensamiento que prima es que no haya desigualdad en el origen, en la posibilidad. Cada uno construirá su camino, pero lo que garantiza el Estado es que ese camino pueda comenzar.

En estos días se debate en Mar del Plata la implementación de la ley que incorpora el boleto estudiantil gratuito en la provincia de Buenos Aires. La norma fue votada a mediados de 2015, y establece que “podrá ser utilizado por estudiantes que asistan a establecimientos públicos y de gestión privada con aporte estatal, durante los días hábiles del año escolar y para todas las actividades educativas, y servirá para el transporte ferroviario, fluvial y de colectivo de pasajeros urbano, suburbano e interurbano.”

Nuevamente, en el espíritu de la norma está presente la noción de igualdad, integración y libertad de acceso. Numerosos movimientos estudiantiles, gremios, autoridades académicas, legisladores y miembros de la cultura se han manifestado a favor del boleto gratuito. Es que Argentina tiene una deuda muy grande con este tema, cuya memoria más trágica nos lleva al 16 de septiembre de 1976, donde muchos estudiantes dejaron su vida en la llamada Noche de los Lápices. Ellos murieron por lo que estamos a punto de conseguir hoy.

Apoyar la aplicación del boleto estudiantil gratuito es comprender la significación del sistema educativo dentro de un país. No estamos hablando solamente de miles de jóvenes viajando de un lugar a otro, estamos hablando del futuro; y para construirlo, el Estado debe garantizar igualdad de oportunidades, porque si queremos una sociedad justa, desarrollada, segura e inclusiva, debemos empezar por acá.

* Diputado provincial Cambiemos