CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Enlace Universitario 1 de julio de 2025

¿En qué creen los argentinos? Tensiones democráticas y percepciones sociales en un contexto político de transformación

La Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata fue sede del conversatorio ¿En qué creemos los argentinos? Valoraciones en torno a la democracia y el sistema político, el pasado miércoles 18 de junio, con la participación del politólogo Facundo Cruz. La actividad fue impulsada por el Observatorio Político y Social (OSPO) de Humanidades, de la UNMDP.

Facundo Cruz es licenciado en ciencias políticas por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y se dedica a la investigación y a la consultoría desde su disciplina. Asimismo es integrante del Programa de Creencias Sociales del Observatorio Pulsar- UBA, que estudia valores, tendencias culturales y conocimientos sociales de la población argentina y latinoamericana. En 2024, este equipo lanzó la segunda edición de una encuesta nacional con el objetivo de conocer las percepciones y cosmovisiones de la ciudadanía frente a los principales temas de actualidad.

En diálogo con el Sistema de Medios Públicos de la UNMDP, Cruz detalló diversos puntos necesarios de análisis en contexto de reconfiguración política regional y de complejidades inherentes al escenario extranjero.

Democracia y Argentina

A partir de una encuesta federal, el estudio buscó identificar las tendencias de fondo que organizan el pensamiento político y social de la ciudadanía argentina en torno a la democracia. Lejos de la lógica binaria, los datos muestran que la sociedad argentina no se divide en dos polos estables ni responde a patrones predecibles: por el contrario, se destacan matices, combinaciones contradictorias y líneas que configuran subjetividades complejas. ‘’La conclusión es que no es una sociedad simple, tampoco es una sociedad bipolar. Sí hay cuestiones que parten en la Argentina en dos, pero lo que nos muestra la encuesta es que hay ciertos matices, que hay grises, que hay preferencias pero no siempre van en la misma línea’’, observó Cruz. La investigación intenta profundizar acerca de la relación entre la ciudadanía y el sistema político, a fin de identificar las principales posiciones de la sociedad argentina respecto a los valores públicos y las preferencias institucionales.

La encuesta, consta de 1250 casos federales y arroja que los argentinos le otorgan un alto nivel de valoración a la democracia desde la perspectiva normativa de la sociedad -9,3 en la escala de 1 al 10-. Por otra parte, dentro de la misma escala, ante la pregunta ¿Qué tan democrático considera que es el país? La percepción sobre la calidad democrática se encuentra a la baja en un promedio de 6,6. Cruz afirmó que este dato ubica al país, desde una lectura técnica, en el rango de los regímenes híbridos: democracias con déficits estructurales. ‘’En este sentido la ciudadanía argentina estaría pensando con esta respuesta que la Argentina no tiene una calidad de democracia como la que están esperando’’, expresó.

Más allá del promedio general, se observan oscilaciones según afinidades políticas, pero la clave está en el fenómeno más profundo: no hay un rechazo al sistema democrático en sí, sino un nivel creciente de desencanto con su capacidad de resolver demandas sociales concretas. Esa disociación entre ideales y prácticas institucionales parece ser una constante no solo en Argentina, sino en amplios sectores de América Latina y otras regiones del mundo según el especialista. Cruz, introdujo un concepto presente en los estudios politológicos comparados: la fatiga democrática; un fenómeno a nivel global.

La llamada fatiga democrática no se asocia directamente con el deseo de reemplazo del régimen democrático por otro, sino con una sensación de agotamiento general frente a las instituciones, actores y procesos que no logran canalizar las expectativas ciudadanas. ‘’Ese sentimiento sobre la política está apareciendo en todo el mundo, en países que son potencias y en los que no lo son. La sensación es que la política no da soluciones a los problemas de la vida cotidiana.

Según datos del Centro de Investigación para la Calidad Democrática, la participación electoral en el país muestra una caída sostenida. Desde 1983, la concurrencia a las urnas baja cinco puntos porcentuales por década. En la actualidad, algunas elecciones provinciales muestran entre 20 y 25 puntos menos de participación que el promedio anterior. Aun así, el voto obligatorio sigue gozando de un respaldo mayoritario en la población.

Según el informe y el especialista, la baja participación no responde solo a desinterés o desinformación. Existen elementos de saturación política, polarización discursiva y un sistema institucional que, en ocasiones, dificulta la comprensión del impacto real del voto. La fragmentación de calendarios electorales, la desconexión entre representantes y demandas concretas, y la falta de claridad sobre la función de ciertos cargos son factores que alimentan la distancia entre ciudadanía y política.

Desde una mirada regional, Cruz advirtió que estos síntomas no son exclusivos de Argentina. Casos como El Salvador o Ecuador muestran cómo líderes emergentes -en muchos casos con discursos de ruptura institucional- capitalizan el desgaste de los partidos tradicionales. Se instalan así liderazgos de alta concentración de poder que, paradójicamente, logran mejorar la percepción ciudadana sobre la eficacia política, aun en detrimento de los estándares democráticos. En contraste, modelos como el uruguayo han logrado sostener niveles relativamente estables de participación y confianza, en parte gracias a dinámicas internas de sucesión ordenada, algo que el sistema político argentino ha tenido dificultades en consolidar. Las PASO, por ejemplo, han sido una herramienta útil para democratizar internas partidarias, pero los intentos de eliminarlas suelen venir desde oficialismos que perciben riesgo en la competencia abierta.

El desafío argentino, radica en reconstruir confianza, aggiornar mecanismos y profundizar una democracia que, si bien conserva apoyo como forma de vida política, se encuentra en tensión con las prácticas que la sostienen y con los dirigentes.
En palabras Facundo Cruz, la clave está en entender qué “Aquello que no me da respuesta, tengo que buscarlo dentro de la democracia, no por fuera de ella”. De esa forma, recuperar discusiones desde el entendimiento a fin de generar consensos en áreas clave para la política nacional que superen los partidismos, y encontrar posibles soluciones desde el Estado a las problemáticas de la población. ”Hoy los espacios políticos están gobernando con una agenda opuesta, pero que también se apoyan sobre medidas que tienden a ser de corto, mediano plazo y después viene el problema de la sucesión. Creo que es eso lo que hay que prestar atención de acá en adelante”, finalizó.