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Arte y Espectáculos 2 de febrero de 2018

Encierro, deseos dormidos y una familia disfuncional, los condimentos de El ardor

Luciano Cáceres y Valentina Bassi repasan los puntos por los que transita esta comedia dramática que escribió un joven autor nacional y es la obra que recibió más nominaciones a los Estrella de Mar.

 

“Los problemas que tiene esta familia no son demasiado descabellados, son los problemas de todas las familias, lo que pasa es que acá están recontra subrayados y en un punto te identificás”, señaló Valentina Bassi sobre El ardor, la pieza teatral que, con dirección de Luciano Cáceres, sube a escena viernes, sábados y domingos en la sala Astor Piazzolla del Auditorium.

Es la historia de una familia (padre, madre e hijo adolescente) que se ve sacudida por la presencia de un primo, que llega imprevistamente en medio de un verano de mucho calor, en el que la familia vive en un estado de inercia existencial.

“El primo viene a despertar los deseos adormecidos, en una casa en la que se habla mucho, pero no se habla de lo que se tiene que hablar, los temas que se quieren tocar no se tocan… entonces cuando se habla de todo explota”, indicó por su parte Cáceres, quien enfatizó que la historia es una comedia dramática, un tono ideal para el verano.

“Me divirtió la obra, cuando la leía me divertía mucho y ahora que la actúo me río mucho más, Luciano logró exprimir todo lo de comedia que puede tener el texto. Es muy divertida, la paso muy bien”, aclaró Bassi, quien viene de tener presencia en la pantalla grande a partir de la película de Ulises Rosell “Al desierto”, que se vio justamente durante el último Festival de Cine en la misma sala en la que sube a escena El ardor.

Para Valentina, en esta obra observa la capacidad liberadora del teatro. Ya que, como en un espejo, ve que los personajes de la familia que interpreta junto a Santiago Magariños y Joaquín Berthold son fácilmente identificables con roles que se ven a diario en el interior de las familias contemporáneas.

“Para mí ellos hacen lo que pueden, aunque es verdad que lo que pueden es poco, pero no son malas personas, para nada, hacen lo que pueden, lo que les salga y lo que les sale no es suficiente para que esa familia pueda seguir funcionando. Yo tiro un manto de piedad sobre ellos, no son crueles, lo que pasa es que no les está saliendo la vida, no pueden terminar de relacionarse como deberían”, detalló la actriz.

En una charla conjunta con LA CAPITAL, Cáceres y Bassi analizaron cuáles son los puntos centrales de esta pieza que acaba de estrenarse, de manera nacional en Mar del Plata y que tiene autoría de Alfredo Staffolani, un joven dramaturgo argentino.

-Aunque desde el humor, El ardor propone una mirada más intensa en torno a una familia actual, una gran apuesta en medio de una temporada.

Cáceres: -Esta (por la sala Piazzolla del Auditorium) es una sala gigante para una obra bastante intimista. Es una gran apuesta de parte de Cultura de la provincia de Buenos Aires, que arriesga a otro tipo de teatro y a una programación tan nutritiva en géneros y en realizadores y que propone todo tipo de materiales.

Bassi: -Cuando leí la obra dije “gracias, gracias por proponer otro tipo de miradas”. Me gusta la diversidad de miradas y me parece que un teatro oficial tiene que hacer esto que hace ahora: poner una mirada diferente, este es un tipo de teatro diferente, que mira diferente y me encanta poder ofrecer eso y tratar de hacerlo con la mayor energía y la mayor calidad que se pueda.

Cáceres: -El dramaturgo es un autor nacional, bonaerense, un pibe joven muy premiado, creo que está bueno conectar con estos materiales y darlos a conocer.

Bassi: -Está bueno que haya muchas formas de hacer teatro, no hay una sola forma de hacer teatro, que el teatro proponga mirar de otra forma. En el Auditorium además está la propuesta de Muscari, que es otra forma de teatro. Es lo que a mí me gusta como espectadora.

-¿Cómo fue el trabajo de dirigir y actuar?

Cáceres: -Hace mucho que lo hice y me volví loco. Ahora me vuelve a pasar pero hay un equipo adentro y afuera del escenario que es ideal, y hay mucha contención. No soy obsesivo pero se que soy el conductor, es mi responsabilidad y obviamente es a favor de que todo esté bien.

-¿Encontrás Valentina algún punto de identificación entre el personaje de Al desierto, esa mujer que es raptada por un hombre en la Patagonia, y el de esta madre en El ardor?

Bassi: -No, nada, hacer cine y teatro es completamente diferente, pero casi te diría que ambos personajes son lo opuesto absolutamente. En esta obra me río todo el tiempo, ella (por su personaje) está todo el tiempo borracha y se ríe mucho de todo y en Al desierto no esbozo una sola sonrisa en toda la película. Eso es lo más hermoso de actuar, que lleguen propuestas diferentes es un placer inmenso.

-¿Hay algo de particular en esta dramaturgia joven de la que hacés referencia Luciano?

Cáceres: -Yo destaco de Alfredo que si bien apunta a algo costumbrista no cae en el lugar común del lenguaje costumbrista. Cada texto está elegido, tiene una poética y una rítmica particular que al texto lo hace valioso como obra en sí. Mucha de la nueva dramaturgia pareciera que sale de la improvisación y lo que sale se fija y se repite y no tiene mucho valor dramatúrgico, aunque por ahí sí en lo teatral. A vos se te ocurrió decir algo en el escenario y al otro actor otra cosa y se va fijando, son creaciones colectivas o mismo de un dramaturgo que trabaja con los actores y va seleccionando cosas que van quedando. Acá me parece que hay una pluma, y eso es lo interesante de este dramaturgo joven, tiene pluma, cada personaje tiene una manera de hablar, no hablan todos de la misma manera, creo que se da lo cotidiano con un poco de vuelo, tiene poética, ritmo.

-¿Encuentran una lectura política en la obra más allá de lo estrictamente familiar?

Cáceres: -Yo creo que todos sienten que en la casa están a salvo por diferentes miedos, se viene hablando de la inseguridad desde hace mucho tiempo y en esto se suma el calor, entonces parece que ahí están todos más a salvo, por más que no les funcione el aire acondicionado. La realidad actual hace que uno esté más encerrado.

Bassi: -Están encapsulados, no salen afuera, tienen como una comodidad. Hay algo de comodidad y de refugio que en el caso de mi personaje es lo que intenta quebrar.

Cáceres: -En el afuera hay cada vez más miedo. Pienso en mi infancia, yo podía jugar en la calle, podía viajar sólo en un bondi cuando tenía siete u ocho años y ahora por ahí uno no piensa en los hijos de esa edad con esa soltura. O si los llevás a la plaza estás mirando para todos lados. Eso de tomar mate con el vecino, se ve en los pueblos pero las casas en las ciudades se han vuelto pequeños fuertes. La obra ayuda a reflexionar sobre eso, a partir del encierro, no hay otra opción, llega la única opción y…

Bassi: -Y se prenden todos de esa opción.