Desde Troya hasta la Buenos Aires de hoy, dos personajes, “Hécuba y Príamo, reflexionan, analizan, desentrañan una historia que parece lejana y a la vez es tan actual, en “Hécuba (misterio y reencarnación)”, la nueva obra del grupo de teatro “Desde la verdad”.

La puesta estrenará este sábado 29 de octubre, a las 21, en la Sala Jauretche de La Bancaria (San Luis 2069).  Protagonizada por Analía Caviglia, la obra cuenta con dramaturgia, dirección y actuación de Agustín Busefi, quien plantea en el texto el desarraigo y el sufrimiento que las detenciones y desapariciones han tenido en nuestro país y el mundo.

La obra cuenta con el asesoramiento literario de Jimena Busefi, la supervisión general artística de Salvador Amore, la dirección de actores de Esteban Parola y la asistencia técnica de Juan Manuel Alias. Se trata del texto número 38 del autor, director y actor Agustín Busefi, quien adelantó detalles de la puesta en una charla con LA CAPITAL.

– ¿Cómo es la puesta de “Hécuba (misterio y reencarnación)”?

– La puesta en escena diseñará una urdimbre ecléctica de simbologías estilísticas del orden del impresionismo y el expresionismo, dados en los diferentes espacios y tiempos en los que confluyen las múltiples vidas que estos personajes transcurrieron. Las notas brechtianas afirmarán una interpretación de tonos moderados y otras pinceladas profundas acorde con los estados afectivos más arraigados en la historia. Un mismo espacio contempla y unifica las territorialidades que convergen desde Troya a nuestros días y viceversa con dispositivos escénicos utilitarios y esenciales a lo actoral y a la intensidad dramática.

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– ¿Cómo surgió hacer este cruce entre Hécuba y Príamo en la Buenos Aires actual?

– La espontaneidad creativa suele superar una severa planificación y esa misma creatividad nos da total libertad para dejar volar la imaginación y suponer que podemos traer hasta nuestros días a Hécuba y Príamo y ubicarlos en un bar de Buenos Aires (o de cualquier otra ciudad del mundo). Ellos no saben quiénes fueron en aquellos días de la tragedia, pero sí van desentrañando naturalmente la historia con total simpleza a medida que afloran las preguntas y acciones que lógicamente habrán de sorprender al espectador.

– ¿Cómo fue pensando la dramaturgia y cómo fue el trabajo de ensayos hasta lograr el resultado final?

– Mi dramaturgia surgió a partir de una idea inicial de Analía. Luego, como decía Homero, el gran poeta de la antigüedad, “el primer verso lo dan los dioses y el resto lo hace el poeta”. Así fueron apareciendo unos y otros momentos por separado y más tarde fue la difícil tarea de armar todo para desembocar en uno o tal vez en algún otro epílogo dramático. Imaginemos ahora las posibles reencarnaciones que nos permitieron traer a estos héroes hasta Buenos Aires, que oyen una suave e instrumental música porteña mientras desgranan sus propias ironías, broncas y profundos pareceres filosóficos. En otros momentos, la música clásica los conduce finamente al pie del Trono de Troya, donde recitan nuestras arriesgadas palabras.

– ¿Cuál cree que es hoy la importancia de reflexionar y profundizar sobre los grandes temas filosóficos?

– Hoy reflexionar y profundizar sobre los temas filosóficos -todos, a mi criterio, son grandes- es de una importancia, diría, suprema e ilimitada. Cuando convengamos que vivimos de tragedia en tragedia, de odios en odios, siempre con diferencias egoístas y alarmantes, deberíamos detenernos a pensar filosóficamente si esta vida nos fue dada solo para satisfacer apetencias del cuerpo o intereses mercantilistas. Los grandes temas de la filosofía deberían abordarse a cada instante sin tener que soportar, por ejemplo, aullidos televisivos o espectáculos de mediocre miserabilidad. Cada uno de nosotros somos responsables de lo que ideamos y/o realizamos y de ello daremos cuenta. Todos.

– ¿Qué cree que deberíamos o podemos aprender en la Argentina actual de la tragedia de Troya?

– La Argentina actual debería aprender que el odio y la venganza son miserias imaginables a dioses tan déspotas como desconocidos. La realidad nos asevera que somos humanos y que la proclamada igualdad y hermandad tiene como punto inicial el amor y como límite el ser y hacer del otro. La venganza solo conduce a la sangre derramada. Planteamos en “Hécuba (misterio y reencarnación)” la similitud de la tan lejana tragedia de Eurípides con la similitud que sufrieron nuestras Madres de la Plaza, pero anunciando que ellas, antes que nada, buscaron el cuerpo de sus hijos y no la muerte de sus asesinos. Al final de la obra, Príamo antes de morir dice “mientras bebo… pienso” y Hécuba cerrándole los ojos le responde: “Piense que el final del camino solo lo divisan los que piensan”.