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Provincia 5 de mayo de 2019

Especialistas remarcaron la importancia de mantener vacunada a toda la población

Frente a algunos sectores que en los últimos años instan a no aplicar vacunas, científicas de la UNLP insistieron sobre la importancia de cumplir con el calendario, que en Argentina es gratuito y obligatorio.

Daniela Hozbor, doctora en Ciencias Bioquímicas y especialista en microbiología y biología molecular.

por Luciana Mateo
@LucianaMateo

LA PLATA (Corresponsal).- Que las vacunas han introducido mejoras en la calidad de vida de la población no tiene discusión: durante todo el siglo XX, y lo que va de éste, se han controlado e incluso eliminado enfermedades a nivel global.

Frente a la aparición del denominado movimiento ‘antivacunas’ -que ha logrado difusión en base a argumentos carentes de rigor científico- y al resurgimiento de algunos casos de sarampión en Argentina, profesionales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) insistieron sobre la importancia de cumplir con el calendario de vacunación.

María Eugenia Rodríguez, doctora en Bioquímica e investigadora principal del Conicet, sostuvo en ese sentido que “la vacunación masiva genera lo que se conoce como ‘inmunidad de nido’, protege al vacunado y a los grupos susceptibles que generalmente son los recién nacidos, los niños con esquema de vacunación incompleta, los ancianos o las personas con inmunidad comprometida, como quienes llevan adelante un tratamiento por cáncer o un trasplantado. Por eso es un derecho y una obligación”, explicó Rodríguez a LA CAPITAL.

Daniela Hozbor, doctora en Ciencias Bioquímicas y especialista en microbiología y biología molecular, coincidió en que “el de la vacunación es un ‘efecto solidario’. Cuando alguien no cumple con el calendario está haciendo un daño sobre sí mismo y sobre la comunidad”.

“En salud mundial el agua y las vacunas son la mejor medida de prevención para mantener la calidad sanitaria”, remarcó Hozbor ante la consulta de este diario.

Uno de los grandes logros de la humanidad

En Argentina las vacunas han mantenido bajo control enfermedades como el sarampión y la rubéola. También la difteria y el tétanos, que requieren de refuerzos periódicos durante la vida adulta.

“Pero una enfermedad que se elimina puede volver a aparecer si no contamos con el escudo protector que son las vacunas”, advirtió Hozbor, además investigadora principal del Conicet y responsable del Proyecto VacSal que funciona en la UNLP.

“Como no somos países aislados, si vamos a un lugar en el que todavía está circulando el sarampión sin estar vacunados, nos podemos infectar”, informó.

Asimismo, recordó que “el sarampión estuvo circulando el año pasado en nuestro país. Todavía no están terminados los datos como para saber si fueron casos importados o autóctonos”.

María Eugenia Rodríguez aseguró por su parte que “un caso muy impactante es el de la vacuna Sabin, que ha eliminado la poliomielitis, que era invalidante. En los años ’60 había gente con secuelas de la poliomielitis y gracias a una vacuna muy simple y muy segura se salvaron generaciones”.

“Las vacunas están controlando plagas a nivel masivo desde principios del siglo XX. Son, junto con los antibióticos, uno de los grandes logros en salud pública”, recalcó Rodríguez, que también es titular la cátedra de Biotecnología de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP.

Los movimientos ‘antivacunas’

En los últimos años, el movimiento ‘antivacunas’ propone no inmunizar a los niños y niñas con argumentos no validados por la ciencia.

Para Hozbor -y para toda la comunidad científica- “esos movimientos no tienen nada contrastable, no hay evidencia y provocan un daño muy importante en la calidad sanitaria de la población”.

En este contexto, Rodríguez rememoró el caso inglés: “La tos convulsa se combatía con una vacuna celular que tenía algunas reacciones adversas, que podían ser leves o más severas”.

“Un poco antes de la década del ’80 -continuó-, debido a que los padres se quejaban de que algunos chicos manifestaban esas reacciones secundarias, Inglaterra dejó de vacunar: entonces tuvo una epidemia que mató a muchas personas”.

“Inmediatamente volvieron a vacunar”, finalizó la especialista en microbiología y biología molecular.

– “Seguimos siendo vulnerables, tenemos bacterias nuevas”

Uno de los argumentos que se esgrimen en contra de la vacunación es que las mejoras de las condiciones higiénicas y sanitarias de gran parte de la población durante las últimas décadas volvieron innecesarias las inmunizaciones. Para María Eugenia Rodríguez, “eso definitivamente no es así. Seguimos siendo vulnerables, tenemos bacterias nuevas, que evolucionan, que superan barreras…, todas las formulaciones vacunales están en permanente revisión”.

La doctora en Bioquímica de la UNLP ejemplificó además que “en los ’90 se produjo la reemergencia de la tos convulsa en Europa -donde hay una altísima calidad de vida- porque comenzaron a emplear una vacuna con una formulación diferente que resultó ser menos efectiva”.

Daniela Hozbor coincidió en que “es cierto que las condiciones de salubridad afectan totalmente a la transmisión de las enfermedades, pero lo que se necesita para prevenirlas son las vacunas”.

“A veces es justamente la clase que tiene una mejor calidad de vida la que se pregunta ¿para qué vacunar? Pero claro, vos no tenés nada gracias a un trabajo previo de muchísimos años, en el que se logró la inmunidad en la comunidad”, cerró Hozbor.