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Opinión 14 de junio de 2018

Esta época de hermandad mágica

Por Paola Galano

Nos juntó. El proyecto de ley de despenalización del aborto que recibió media sanción en Diputados nos juntó, nos acercó más. Así pudimos conocernos, más allá de los perfiles de Facebook o Instagram, pusimos gesto y cara a cada nombre. Quebramos el viejísimo mandato que dice que “si hay más de dos mujeres en un mismo ámbito seguro se sacan los ojos”. También pudimos ir en contra de esa máxima pensada para separarnos, para hacernos enemigas.

La calle fue el espacio de contención. Las cuatro marchas Ni Una Menos prepararon el camino y permitieron que nos empezáramos a conocer. Colegas, comunicadoras todas, fotógrafas, periodistas, radialistas, productoras, conductoras, locutoras. Dejamos los celos de las primicias. Dejamos aparte las rivalidades por estar en medios de comunicación opuestos, competitivos entre sí, por hacer tareas comunes. Y nos empezamos a juntar. De nuevo, primero fue la calle.

Ahí empezamos a hablar en plural. Nos dimos cuenta de que vivíamos historias parecidas: las mismas frases nos criaron, las mismas ideas. Nos dimos cuenta de que era hora de ir en contra de éso, porque “lo personal es político”, frase clave de los feminismos. Por nosotras y por las pibas que vienen detrás de nosotras: nuestras hijas, las hijas de nuestras amigas, las compañeras de nuestros hijos.

Y no solo pasó con las comunicadoras, en una ciudad del interior como Mar del Plata. Lo vimos entre las actrices, acaso el colectivo más potente que se haya visto. De diversos ámbitos, de diferentes edades y generaciones. Combativas todas, con sus pañuelos verdes aún en un ámbito formal como la entrega de los premios Martín Fierro. Seguramente también ellas quebraron ese mandato que obliga a verlas como mujeres rivales e incapaces de compartir una causa más allá de la presentación de una película que protagonizaron. Algunas de ellas: Carla Peterson, Griselda Sicialini, Nancy Dulplaá, Verónica Llinás, Dolores Fonzi, Jazmín Stuart y muchas más…
Otro tanto pasó con las escritoras. La cara más visible: una Claudia Piñeiro vestida de verde que habló con una claridad envidiable sobre el rol de la mujer escritora en la apertura de la Feria del Libro. Y luego, unas doscientas cuarenta y siete escritoras, dramaturgas y editoras firmaron una carta a favor del proyecto que hoy terminó recibiendo media sanción. Sobre ellas también pesaba el mote de “minas competitivas”.

Y antes, más de seiscientas periodistas de medios centrales decidieron estar a favor del proyecto. Una carta a los representantes del pueblo llevó la firma de, entre otras, María Laura Santillán, Romina Manguel, Mariel Fitz Patrick, Liliana López Foresi, Florencia Etcheves, Any Ventura, Luciana Peker, Silvia Mercado, Magdalena Ruiz Guiñazú, Miriam Lewin y muchísimas más.

Cada sector se las ingenió para militar la ley desde su lugar. Diferentes colectivos, todos intergeneracionales e interpartidarios, tejieron una red enorme, abarcativa, que tuvo su correlato en los colegios secundarios de Buenos Aires, en esas alumnas que dicen “todes” sin siquiera pensarlo y a quienes se les abre la perspectiva de vivir en un país diferente, con mujeres que tienen la chance cierta de elegir cuándo quieren ser madres, si es que acaso quieran serlo.

El tema del aborto, las marchas de cada 8 de marzo, el movimiento Ni Una Menos -todos hitos- nos juntaron, nos acercaron y claro, nos hicieron sentir en el cuerpo esa otra máxima más vieja que el mundo: la unión hace la fuerza.

No somos enemigas, somos “hermagas”. En una época de neologismos aparece esta nueva palabra: una hermandad mágica que va a seguir acercándonos.