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Opinión 10 de febrero de 2020

Estados Unidos e Irán: nueva fase de tensión

Por Raquel Pozzi

El ataque iraní sobre bases estadounidense en Iraq, entre ellas una de las más importantes como Al-Balad ubicada al norte de Bagdad, confirma la alta conflictividad en la cual se encuentra inmersos ambos estados.

Si bien Estados Unidos ha iniciado la evacuación de 15 bases militares en Iraq, no obstante, el secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, anunció la disposición del presidente Donald Trump para entablar diálogo con los altos mandatarios iraníes.

La presencia militar norteamericana en Iraq se limitará a dos bases: Ain Al-Asad al oeste y Erbil al norte, según miembro de la Comisión de la Seguridad y Defensa Nacional del Parlamento iraquí, Ali al-Qanimi. Tanto el ataque iraní como el repliegue de fuerzas y bases norteamericanas habilitan a repensar el panorama de conflagración en Oriente Próximo, dónde Siria y Yemen siguen en guerra y los actores extraregionales parecerían confabular a favor de la continuidad del caos. En el actual panorama internacional donde la incertidumbre desdibuja el futuro y amenaza desestabilizar el desordenado tablero de la paz regional en “Medio Oriente”, las futuras elecciones (3 de noviembre de 2020) presidenciales en Estados Unidos orientan el cauce de la discusión hacia las relaciones internacionales.

En la política doméstica, la imagen del fracaso de los demócratas en la Cámara Alta como también la incapacidad institucional para demostrar fehacientemente el sistema de auto-control de poderes, absolvieron al presidente Trump en el juicio político por el escándalo de Ucrania acusado por abuso de poder y obstrucción al Congreso, lo que derivó en el otorgamiento de mayor poder de acción a Trump por la propia incapacidad de la oposición.

En este marco de interna política dónde la imagen del presidente y los números macro y micro económicos generan certidumbre solidificando la figura del presidente norteamericano, la situación de riesgo por un nuevo enfrentamiento con Irán define el interés general del votante estadounidense.

La figura del buen gobernante

Una larga historia de tipología sobre la figura del buen gobernante remite distinguir según Pierre Rosanvallon, en el modelo medieval del “príncipe virtuoso”; el modelo del “puro elegido” durante la Revolución francesa; el “hombre pueblo” de origen cesarista y el “hombre político por vocación” de Max Weber.

Las diferentes formas que amenazan de manera global la desintegración por implosión de las democracias occidentales en diferentes regiones, proponen retomar según el historiador francés otra figura que representa el concepto del buen gobernante “el hombre de confianza” que define claramente un nuevo modelo de relación candidato-electores.

La confianza del electorado estadounidense sobre Trump actúa como guía de la conducta futura del mismo, una poderosa carta de confianza que representa el cordón umbilical donde los dispositivos formalizados de verificación de las promesas equivalen a un contrato en el orden político y a la autorización popular de mantener esa fina estructura representativa.

Esa confianza determina la acción pragmática en política exterior en tiempos de Trump, todo es un gran diseño para provocar al irascible régimen del ayatolá y ha sido con éxito. Para la maquinaria imaginativa de Occidente, la República Islámica de Irán oficia de régimen tirano y aunque también Estados Unidos son considerados como tales, la confianza juega un rol preponderante, dice el filósofo Georg Simmel: “La confianza es también un intermediario entre el saber y el no saber acerca del otro”. Quien no sabe nada del otro, ni siquiera puede, razonablemente confiar. En ese tablero teórico, quien mejor publicita sus bondades, ej. “EEUU asesinó al terrorista y 2do. Hombre más importante iraní” tendrá mayores votos de confianza en el largo proceso electoral estadounidense.

Factores que preocupan

A pesar de las sanciones económicas, el régimen iraní sigue preocupando por diversos factores: posee mayor consenso político aún en el contexto de movilizaciones sociales; dispone de instituciones militares que están equipadas con modernos armamentos y con alta efectividad combativa; tiene importante cantidad de soldados profesionales, milicianos y reservistas con posibilidad de ser movilizados rápidamente y detenta avances científicos como los sistemas de misiles con gran poder disuasivo.

Pero el factor más preocupante para Trump es la posición geo-estratégica, la clave del conflicto es el Estrecho de Ormuz, la puerta de entrada y salida al Golfo Pérsico y la ruta del petróleo más importante por la cual ejerce presión no sólo sobre los países que integran la región del Golfo sino también con todos los que componen la cadena de comercialización con esos países.

Aunque el enfrentamiento directo entre Teherán y Washington se ha desechado, cada acción y reacción genera preocupación a nivel mundial. Considerando la línea de esta editorial: “la confianza” es el prejuicio favorable que cuentan los altos mandatarios para emprender cualquier acción inmediata y la “desconfianza” se transforma en la institución invisible que puede perturbar el reconocimiento de la incondicionalidad otorgada para realizar las tareas confiadas sobre todo en el caso específico de las decisiones en política exterior que lleve a cabo Trump de cara a las futuras elecciones presidenciales del presente año.