“Estás muerta P. Adriana“. La pintada en la casa del barrio Punta Mogotes apareció el jueves a la noche, luego de que dispararan contra la vivienda en dos oportunidades. No es la primera vez que algo así sucede: a fines de junio le habían prendido fuego el auto que estaba sobre la trotadora y otra vez el mismo escrache: “Estás muerta P. Adriana“.

Adriana P. está asustada en su casa. Pidió una licencia psiquiátrica en su trabajo y no puede salir a la calle por miedo. Si bien ella acusó de esas amenazas puntualmente a un excompañero de trabajo, la Justicia consideró que no hay pruebas suficientes para imputarlo y no tomó medidas, a pesar de que su abogado, Bernardo Palumbo, solicitó una orden de restricción.

El caso, que Palumbo considera que se trata de daños y amenazas agravadas, es investigado por el fiscal Paulo Cubas. En una intervención, la jueza de garantías Rosa Frende entendió que el temor de la víctima se encuentra “más que fundado” y que se verifica un peligro evidente por lo que ordenó al personal policial de la comisaría quinta que “efectúe rondines aleatorios y periódicos para proteger el inmueble y sus ocupantes, así como desalentar cualquier intento de reiteración de hechos de similar naturaleza o más graves, requiriendo la remisión de informes diarios respecto del resultado de dicha diligencia”. Según el abogado de la víctima, estos rondines aun no se han hecho efectivos.

La víctima había conseguido trabajo el año pasado como auxiliar en una escuela técnica, donde trabajaba un hombre que, según consta en la denuncia, la hostigó desde que la conoció y la amenazó para dejara el puesto de trabajo. “Le molestaba mi situación económica, porque yo estaba jubilada y seguía trabajando, por lo que me decía estafadora”, contó la mujer y agregó: “Era un ninguneo constante hacia mi persona, trató siempre de bajar mi autoestima y que mis compañeros dudaran de mí”.

La mujer informó de esta situación a los directivos del establecimiento y solicitó una licencia psiquiátrica. Al volver a trabajar en junio de este año, la víctima volvió a hacer hostigado y presentó una denuncia en la comisaría de la mujer contra su compañero de trabajo.

El 22 de junio, pasada la medianoche, la mujer se encontraba junto a su hijo en su casa de Punta Mogotes cuando escucharon que vecinos golpeaban a la puerta. A salir vieron que el auto del joven, que se encontraba en la trotadora, estaba incendiándose.

Los vecinos ya habían llamado al 911 y los bomberos llegaron en minutos para apagar el fuego y evitar que las llamas se propagaran. Tras controlar la situación, se percataron que en una de las paredes de la casa estaba escrito con aerosol la frase “Estás muerta Adriana P.”.

Un vecino aportó una filmación de las cámaras de seguridad en las que se podía ver a un hombre que se alejaba corriendo con un bidón blanco. Para la mujer, ese hombre era su compañero de trabajo, que concretaba las amenazas que le había dicho en la escuela.

Según explicó el abogado Palumbo, desde la fiscalía no avanzaron contra el acusado, que fue cambiado de establecimiento educativo por esta situación. Sin embargo, lejos de calmarse, el pasado jueves 7 de agosto la violencia y las amenazas recrudecieron.

Ese jueves a la noche, A.P. estaba con su hijo cuando escucharon dos fuertes ruidos que le parecieron disparos. El joven salió a la vereda y encontró dos casquillos y otra vez una pintada en la pared que decía: “Estás muerta P. Adriana”.

Un vecino aportó imágenes de sus cámaras de seguridad, en las que se ve a un hombre que se agacha detrás del paredón de la vivienda y luego salta hacia el interior del patio.

Con esta información, la víctima radicó nuevamente una denuncia y, junto a su abogado Bernardo Palumbo, solicitaron una orden de restricción de acercamiento, que fue desestimada, y un rondín policial, que si bien ya fue ordenado, dicen que no se hizo efectivo.

“Temo por mi integridad física y la de mi hijo“, dijo la mujer a quien le balearon la casa, le incendiaron un auto y le pintaron paredes con la leyenda: “Estás muerta P.”.