Para despedir una exitosa temporada en Mar del Plata, Fabián Vena presentará “Conferencia sobre la lluvia”, este sábado y domingo, a las 21.30, en la sala Payró del Teatro Auditorium.

La puesta, ganadora del premio Estrella de Mar como mejor unipersonal, se despide en una sala más grande y con una puesta audiovisual especial, que se usó en su estreno en Capital Federal.

“Estamos súper felices con la temporada” aseguró Vena, un enamorado de la obra y los textos “brillantes”, que “generan identificación, reconocimiento”.

“Nos hace mucha ilusión presentar en las últimas dos funciones esta versión con un viaje visual, con una pantalla que durante toda la obra recorre diferentes imágenes, algunas fijas, otras en movimiento, que terminan de completar el espectáculo sin competir ni con la palabra, ni con la historia, ni con la actuación” explicó.

El actor, que en esta ocasión se dirige, en la interpretación de este texto del mexicano Juan Villoro, repasó en una nota con LA CAPITAL, algunos aspectos del texto que definió como un “homenaje a todos aquellos que han tenido la suerte de enamorarse”.

– Has comentado que a medida que ibas haciendo la obra le encontrabas distintos sentidos al texto. ¿Te sigue pasando, seguís encontrando capas?

– Nuestro trabajo no termina hasta que no termina la última función. Y este es un texto en el que estoy solo y en la temporada, que lo hice seguido se vienen momentos, los repaso y en ese repaso siempre aparece algo nuevo, algo que hay que valorizar más o prestarle más atención o cambiarle el medio tono. Estoy todo el tiempo atento a lo que el material provoca, uno va siendo distinto con el correr de la vida y los textos te resuenan de manera distinta en función de haber atravesado más vida. Sobre el escenario hay una retroalimentación constante y abajo hay que estar atento porque eso también te permite cumplir con la primera regla básica de subir a un escenario y estar presente sin repetirte. Uno no la pasa bien cuando se repite y en el teatro se ve todo, hay que estar siempre, al borde del precipicio o tirándose deliberadamente y al estar solo, es un viaje muy particular que cambia todos los días porque uno cambia todos los días.

– Además de la lluvia, la obra va pasando por distintos climas y hacen a ese juego teatral de ir transmitiendo distintos sentimientos…

– Sí, está lleno de climas, la música también provoca eso, el juego de la música y las imágenes. Los momentos clave de música son importantes, los momentos clave de la historia son importantes. El tipo atraviesa tres historias muy distintas, la primera que tiene que ver con el mundo de los libros, la historia de Soledad, muy graciosa dentro de este aparente romanticismo y la historia de amor verdadero, de amor fuerte, la de Laura, que son tres estados completamente distintos de emoción y terminan conformando uno solo que es la vida de este personaje entrañable y erudito pero que no te hace saber que es erudito, que trata de llegar a todo el mundo.

– Tiene un costado de vocación docente, formador, generoso, comparte su mundo y todo lo que ha aprendido.

– Es recontra docente. Hay momentos donde claramente se me viene el docente, cuando enseña a leer, describe la silla perfecta, el monumento a la comodidad, cómo hay que leer, fijo ante la página, mantener la atención, ‘el movimiento de la mente exige que se suprima el del cuerpo’ dice, esa parte es absolutamente docente porque empieza a darte las leyes de una buena lectura.

– Las personas lectoras se sienten muy identificadas, pero el personaje, la obra, no son solo para un público lector, tiene algo de cercanía, es reconocible y querible.

– Me llevó un buen tiempo hasta que me di cuenta de que el bibliotecario no tiene nombre, creo que ha sido un guiño real del autor, no le puso nombre y me gusta pensar, imaginar, que tiene que ver justamente con que aunque esté ahí en cuerpo y alma, no ponerlo en términos personales sino que todo lo que le pasa sea realmente algo empático para quién lo escucha y sin diferencia de género porque así como al principio prensé que la obra era un gran homenaje a los lectores, en realidad termino sintiendo que es un gran homenaje a aquellos que han tenido la suerte de enamorarse. Frente a esos estados de enamoramiento y de sentir y percibir a otra persona y en la descripción de ese amor y esa otra persona, los textos son brillantes, conmueven, generan identificación, reconocimiento, así que sí, creo que forma parte del plan, identificarse la mayor parte del tiempo posible.

– ¿Vos lo has reconocido en personas reales? ¿Así lo construiste?

– Es muy importante la observación, de todas maneras lo que aparece es la identificación en función de los estados por los que va pasando. Lo que le pasó a este personaje, ¿me pasó? o ¿lo reconozco en alguien a quien le haya pasado algo parecido? La construcción del personaje es lo último que aparece, entonces empieza a aparecer en función de todo lo que recorriste y todo lo que le pusiste y todo lo que empieza a ser una voz diferente, la unificación de una nueva personalidad. Tiene una personalidad muy clara el bibliotecario y fue apareciendo su espíritu, el tipo es un espíritu que está ahí, que puede habitar en vos en determinado momentos, pero tiene una personalidad tan fuerte que, por ejemplo, meses después del estreno me encuentro con un amigo y me pregunta, cómo anda el bibliotecario? Eso es lo mejor que te pueden decir, porque lo que pasa ahí es que viste a alguien que no es uno y a alguien que puede existir. Hay un valor real.

– La capacidad de citar, de relacionar y evaluar textos, la memoria ¿Creés que es una especie de guiño autobiográfico que Villoro le pone al personaje?

– El tipo trae citas de los autores porque los ha leído y comprendido a todos y describe, ‘me he quemado las pestañas buscando citas, la frase es arcaica pero las pestañas de los grandes lectores se siguen quemando, ahora por autocombustión, porque arden al advertir la luz de los textos’. Creo que esa parte del texto lo describe a él. No sé si es un guiño autobiográfico, pero es una genialidad muy grande que ha hecho y que tiene que ver con que el pertenece a los dos mundos, al de la literatura y al del teatro. Pudo combinar perfectamente eso y después, el terreno que le encanta, el de la conferencia como estructura, y divagar, que es empezar hablar de algo y terminar en lugares muy íntimos y que uno ni se imagina que podía llegar. Esas son dos claves que pone en el prólogo y que son muy ciertas, porque de hecho el bibliotecario termina hablando de cosas muy íntimas, cuando en realidad aparentemente está dando una conferencia.

Lo que me ha quedado por preguntarle -lo voy a hacer ahora en marzo cuando nos encontremos porque vuelve a Buenos Aires- es cuántas citas dejó afuera.