“Como un trabajador de la música, así me defino”, dijo Fabio Herrera, músico, autor, actor, quien este sábado celebrará, en la Sala Payró del teatro Auditorium, sus 15 años de recorrido en la escena musical.

“Cada canción es un desahogo y una historia, es un desarraigo y memoria” aseguró el intérprete, para quien la guitarra es “la representación de la libertad, del estímulo”, según confió en esta nota a LA CAPITAL.

– ¿Qué podés adelantar de la puesta de esta presentación de celebración de tu 15° aniversario con la música?

– Esta celebración tiene como eje central la música en sí, las canciones que me representan hoy, las poéticas que encontraron cauce para que todo lo demás gire en torno a ellas; por supuesto, está la comunión, la energía que se produce cuando tantas almas trabajan en función de un hecho artístico y los detalles finos a partir del encuentro, del pensamiento de lo adecuado y de la alegría con que lo hemos previsto todo para que el público pueda ser partícipe, también, de la emoción.

– ¿Cómo pensaste el diseño escenográfico, audiovisual y de iluminación?

– Cuando pensé en el concierto como concepto más allá del festejo, que acaso sea un pretexto, se sumó a mi idea el razonar varios planos que se acoplaran a lo musical, la razón de la palabra, el puente entre aquel pibe que fui y el hombre que soy y el relato significado en ilustraciones en cada canción. Yo no sé dibujar ni mucho menos, por lo que abrí el juego para que una ilustradora (Carla Berghoff) y una diseñadora audiovisual (Micaela Cestona) a quienes admiro y quiero mucho, me ayudaron con ese ajedrez. La escenografía se irá marcando a medida que vaya desarrollándose el concierto y la iluminación se pondrá a favor de ese reconocimiento.

– Vas a contar con invitadas e invitados ¿Quiénes y cómo van a ser esos momentos?

– Cité con el corazón a 12 músicos invitados; quedaron compañeras y compañeros a los que no pude convocar porque no entraríamos ni en el horario ni en el formato. He pensado para quien es cada canción que he escrito y quiero compartir, mis queridos Lilián Saba y Marcelo Chiodi que vienen especialmente y mis grandes amigos y amigas: Marita Moyano, Charly Vela, Pablo Olmedo, Claudia Goiburu, Guille Yanícola, Seba Echarry, Camila Suero, Juan Manuel Chazarreta, Rodrigo Argain y Gastón de la Cruz.

– ¿Qué es lo que te impulsó a escribir canciones como modo de expresión?

– La canción tiene una maravilla por dar; cada canción es un desahogo y una historia; es un desarraigo y es memoria, es ayer y actualidad; expresarme a través de la canción es un recurso al que me abrazo porque me permite contar lo que algunas veces no puedo soltar o decir, y a la vez, al ser compartida en su concepto con los músicos que me acompañan, toma un vuelo revelador; la dinámica del mundo necesita más canciones; más canciones comprometidas con el amor, con la vida, los reencuentros, la esencia misma del ser. Combino la música con la actuación porque siento emocionalmente que hay un puente entre esas dos ramas del arte, por la búsqueda, la introspección, el desarrollo, el camino que se transita, todo.

– ¿Qué lugar ocupa la guitarra en tu vida?

– Como instrumento ocupa el lugar de lo creativo y de lo lúdico; como figura, es la representación de la libertad, del estímulo, de la imaginación puesta al frente, de la comunicación y la palabra sonora.

– ¿Cuál creés que es tu rol como músico popular?

– Siempre me ha parecido que el compromiso lo determina la entrega que uno tenga con su arte y la visión sociológica del lugar donde vive, su calle, su barrio, su ciudad, su geografía, la gente que conforma esa andana. Mis canciones pretenden comulgar con la palabra que dibuja un camino para quien quiera transitarlo u oírlo serenamente, las letras, las melodías, las ideas poéticas y los recursos de estilo buscan ese camino, que delata pequeñas historias que están contadas desde el mejor pulso que tengo.

– ¿Cómo observás la escena musical de la ciudad?

– La escena musical está complicada respecto de los espacios, en estos últimos años han cerrado varios lugares que eran muy necesarios, aunque todavía se sostienen algunos. Personalmente me es difícil tocar con este formato quinteto en cualquier lado, llámese bar cultural o cantina, en festivales muchísimo menos, ya que mis canciones tienen un relevo distinto de la dinámica del entretenimiento, no encajan en sitios donde la gastronomía es el motivo de reunión y no la música, no encastran bien donde el ruido que produce el choque entre un cuchillo y un tenedor está por sobre la emoción que fue impulso motivador de una canción que nació con letra y música, que tuvo muchas pruebas, que fue compartida con otros músicos y ensayada y luego adoptada, querida y está lista para ser entregada sensiblemente en ese lugar. Por suerte hay tres o cuatro espacios, que sin ser salas de teatro, tienen un buen trato con la música y con los músicos, eso es porque sus dueños están ligados íntimamente con lo musical y son músicos; y la diferencia es enorme; todavía tenemos ventanas por donde hacer pasar la poética hecha música.