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La Ciudad 23 de febrero de 2020

Fatiga: un estado que afecta las funciones cognitivas y las habilidades motrices

Se trata una señal del organismo para detener todas las actividades que se están realizando, sean mentales o físicas, y descansar. Los conductores profesionales son más vulnerables a sus efectos.

por Fernando Poo

“La enfermedad hace a la salud agradable y buena, el hambre a la hartura, el cansancio al descanso”. Estobeo, Ant. 1, 3, 17.

Unos días atrás el tránsito volvió a ser noticia. Sucede cada tanto que los choques y las muertes se vuelven tema de conversación. En Argentina mueren a diario unas 15 personas en siniestros viales: es una epidemia, es una catástrofe individual y social, y debería ser una emergencia sanitaria. Curiosamente, nos preocupa más la posibilidad de morir contagiados de coronavirus o de dengue. La noticia más reciente, aunque no será la última, dice que un colectivo de dos pisos volcó en la ruta 2 y que dos personas murieron.

Para entender los siniestros debe observarse la interacción entre el vehículo, el ambiente y la persona. No obstante, y con la doble advertencia de que nuestro sistema vial (urbano e interurbano) es intrínsecamente inseguro, y que los vehículos de doble piso también lo son, vamos a referirnos a la fatiga, un estado frente al cual los conductores profesionales son vulnerables.

La fatiga es un estado físico y mental que afecta el humor y la motivación, las funciones cognitivas y las habilidades motrices de las personas. Puede ocurrir como resultado de abocarnos a una tarea, tanto si es muy demandante como si es monótona, automática o predecible. También puede asociarse al ritmo circadiano, es decir, a la sucesión de estados de sueño y de vigilia. La somnolencia está vinculada con la fatiga. Sin embargo, mientras que la somnolencia está relacionada con la necesidad de dormir, la fatiga puede entenderse de manera más amplia como una señal del organismo para que detengamos todas las actividades que estamos realizando, sean mentales o físicas, y que descansemos, aunque ello no implique necesariamente dormir.

La fatiga tiene tres aspectos, uno fisiológico, que lleva a la reducción de la capacidad física; uno objetivo, que implica la disminución de la capacidad de trabajo; y uno subjetivo, que se traduce en sentirse fatigado o cansado.
Durante la conducción la fatiga provoca la inclinación a dejar de conducir, o a dormirse al volante. Las condiciones ambientales de alta demanda involucran la circulación de muchos vehículos, malas condiciones climáticas, o tener que ocuparse de una tarea secundaria. Entre las condiciones de baja demanda se encuentran conducir en una ruta muy conocida, sin cambios durante largas distancias, o con muy bajo volumen de tránsito. La cantidad de tiempo dedicada a la tarea y la monotonía pueden interactuar y afectar de manera negativa las capacidades del conductor.

La deprivación del sueño comparada con dormir ocho horas aumenta la somnolencia y empeora el rendimiento en tareas como sostener la velocidad, mantener el control lateral del vehículo, y reaccionar a tiempo. Estos efectos son similares a los que tiene el consumo de alcohol.

Los datos disponibles señalan a la fatiga como un importante factor de riesgo para los siniestros viales. Este tipo de eventos suele involucrar un solo vehículo que muchas veces sale del camino sin dejar señales de frenado, a menudo con consecuencias graves.

Los conductores

Por otra parte, ocurren en mayor proporción entre los conductores profesionales que entre los conductores particulares, con estimaciones que van desde el 20% hasta el 50% del total entre los primeros. Existen tres factores que se vinculan con su participación en este tipo de choques. En primer lugar, los relacionados con el sueño cuando la jornada laboral no respeta los ritmos circadianos. Es decir, trabajar cuando se debe dormir y dormir cuando se debe trabajar. En segundo lugar, hay factores vinculados con las condiciones de trabajo como la duración de la jornada laboral o la ausencia de tiempos de descanso. Por último, se encuentran factores de salud, como dificultades para dormir, o problemas vinculados al estilo de vida, como el sobrepeso, o la obesidad.

En Argentina, tal como surge de un informe de la Universidad Nacional de Quilmes, la Universidad Católica y la Universidad Austral, los conductores de colectivos de larga distancia registran jornadas de trabajo de hasta 17 horas, con pocas horas de descanso y sueño, parte de las cuales se realizan durante los viajes. Casi la totalidad de los choferes tienen sobrepeso, la mitad es sedentario y más de un tercio fuma. Estos factores más dormir arriba del colectivo dan como resultado que obtengan un sueño de baja calidad.

La intervención más importante para la salud laboral de los conductores es garantizar condiciones de trabajo seguras. En Argentina, como en otros países, la duración de la jornada de trabajo no puede superar las 12 horas (incluidas las horas extras), seguidas de jornadas de descanso de la misma duración. Sin embargo, esa regulación muchas veces no se cumple. Los controles son fundamentales para ello.

Por otra parte, es necesario educar a los choferes para que reconozcan los estados de fatiga y actúen en consonancia, y a los dueños de las empresas para que se comprometan con su prevención. Las intervenciones ambientales que quiebren la monotonía o aumenten los estados de alerta son recomendables. Del mismo modo pueden incluirse dispositivos al interior de los vehículos como detectores de movimiento ocular, de control lateral y de peligros de choque. Más allá de todo esto, como dijimos más arriba, los colectivos de doble piso son inseguros en sí mismos. Cabe preguntarse por qué otras formas de transporte intrínsecamente más seguras como el tren continúan sin ser prioridad en el país. Finalmente, hasta que los cambios sucedan, descansar cuando se experimenta fatiga es la principal medida de prevención.

(*): Docente e Investigador Facultad de Psicología Universidad Nacional de Mar del Plata.



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