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Deportes 9 de noviembre de 2018

Felipe Marino, protagonista de una historia como caso testigo

"Llego con muchísimas expectativas", dijo el deportista que hace más de dos años sufrió un accidente de tránsito.

Felipe Marino en acción, sobre la tabla, derribando barreras y con la imagen del Cristo de la Escollera Sur como fondo.

Hace dos años y algunos meses, Felipe Marino sufrió un accidente de tránsito. Perdió el control cuando transitaba con su auto que hizo el temido “aquaplaning”. Cerca del camino del Buen Ayre, el vehículo impactó contra el guardarrail, que invadió el habitáculo y la provocó la amputación de su pierna izquierda y parte del pie derecho.

Marino tenía 39 años y había practicado distintas actividades físicas. Hoy, a los 42, trabaja para Presidencia de la Nación y se ha reinsertado en la vida deportiva. Es uno de los participantes en el I Campeonato Sudamericano de Surf Adaptado. Una historia de vida dentro de las muchas que seguramente atesora este certamen.

-¿Cómo afrontás este I Campeonato Sudamericano?
-Llego con muchísimas expectativas. Con una mezcla de miedo, emoción, inquietud. Estos torneos son muy lindos en la previa, durante y en el post. Son acontecimientos en donde conconés a gente parecida a vos y también distinta a vos. Se forma una comunidad con deportistas de diferentes discapacidades. Estoy súper entusiasmado.

-¿Cómo volviste a practicar deporte?
-Yo hacía surf de chico y después empecé a hacer body boarding. Luego del accidente no pude volver al body porque me costaba la patada con la pata de rana. Así que volví al surf, un poco porque un par de años del accidente también había practicado skate, y me había animado a subirme otra vez. Entonces probé con el surf y pude hacerlo. Lucas (Rubiño), un genio, me invitó a probar, me cuidó mucho, me explicó una técnica nueva y como en Buenos Aires andaba un poco en skate, me fue saliendo bastante bien.

-Lo decís como si te hubiera salido tan natural…
-Por supuesto me costó. Cuando uno vuelve a hacer algo después de un accidente, lo que se produce es una mezcla de alegría por volver a las pistas y a mí personalmente, una pequeña depresión, porque lo que antes lo hacía de taquito, ahora me cuesta un montón.

-¿Se siente algo especial, diferente, o es la misma sensación de antes?
-En el ambiente de la discapacidad, los amputados, a mí me lo han dicho, somos los más loquitos. Es como que somos los más nos resistimos a aceptar nuestra condición de discapacidad motriz. Será porque con ropa a veces ni se nota la amputación. En definitiva, como en casi todos los órdenes, es un tema emocional que tenés que aprender a controlar. De todas maneras, la gente te tira buena onda y alrededor del ambiente se genera una atmósfera que contagia y a mí, particularmente, me ha hecho muy bien.

-¿Esta va a ser tu primera competencia de este calibre o ya tenías algún antecedente?
-Participé en los Juegos de Invierno, en Ushuaia, en una categoría de esquí de fondo adaptado. El guía e instructor Pablo Robledo, una eminencia, me invitó a participar y, al margen de la competencia, me llevé un puñado de muy buenos consejos de otros deportistas más jóvenes pero más experimentados que yo, aún cuando tengo 42 años.

-Mencionaste a Lucas Rubiño. ¿Es cierto que te quiere llevar al Mundial?
-Sí, él tiene un empuje bárbaro y me quiere llevar a California. Me encantaría, pero tengo dos opciones. O salir a recaudar colaboraciones para pagar el pasaje o generar algún tipo de sponsor. Es una idea que tengo porque desde Presidencia de la Nación me gustaría empezar de a poquito y tratar de ayudar. Creo que las marcas merecen tener a estos deportistas que generan un mensaje tan especial, que contagia y que seguramente permitirá vender.