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Felipe Pigna: “Mariano Moreno es un héroe civil”

El historiador y escritor presentó su libro "La vida por la patria. Una biografía de Mariano Moreno". En diálogo con LA CAPITAL, habló sobre la obra y aquellos mitos que se construyeron alrededor de uno de los hombres más importantes de la historia argentina.

Por Julia Van Gool

“¿Creen nuestros enemigos que los hijos del país pueden volver a las cadenas que acaban de romper? ¿No conocen que los europeos se han de ir acabando naturalmente, y que aún cuando logren nuestro exterminio, nuestros hijos han de vengar la muerte de sus padres?”.

Mariano Moreno escribía desde el amor a una patria que quería ver crecer. En sus varios escritos evidenciaba los resabios de lecturas revolucionarias y por consiguiente prohibidas por la Inquisición a las que, paradójicamente, había accedido gracias a la biblioteca del obispo Terrazas, religioso que lo había acogido durante sus estudios en Chuquisaca. Su visión del mundo y las libertades quedarían para siempre influenciadas por la pluma de intelectuales de la talla de Rousseau y Voltaire, y lo llevarían a destacarse como uno de los fundadores de la patria.

Tras una minuciosa investigación sobre la vida y obra de un hombre que marcó el curso de la revolución argentina, el historiador y escritor, Felipe Pigna, presentó en la ciudad, en el marco del ciclo Verano Planeta, “La vida por la Patria. Una biografía de Mariano Moreno”.

Primero escribiste sobre San Martín, después sobre Belgrano. ¿Qué te llevó a destacar ahora a Mariano Moreno?

– Hay una secuencia ahí porque, por un lado, Mariano Moreno es un poco discípulo de Manuel Belgrano, que fue el pionero de muchas cosas y uno de los primeros en pensar la Patria. Ellos tuvieron un contacto importante e incluso escribieron juntos un artículo muy memorable que es “La representación de los hacendados”, un texto que se hace en coautoría. Y, por otra parte, si bien José de San Martín no logra conocer a Moreno, porque llega un año después de su muerte, va a conocer su obra y quedará muy impresionado. Así que había un vínculo casi natural por lo que me parecía importante que la gente conozca a ese muchachito de apenas 32 años. Una persona que se destacó por su pensamiento, no es un héroe militar, sin desmerecer absolutamente a ningún héroe militar, pero es un héroe civil, es una persona que se destacó fundamentalmente por su pensamiento, por su obra de gobierno, y creo que vale la pena destacar este tipo de personajes.

¿Y cuáles fueron las particularidades de su persona y su vida política que buscaste destacar en este libro?

– Su formación. Me parece que son momentos interesantes para que la gente piense antes de actuar. Hay una especie de desesperación de las opiniones en las redes sociales que nos lleva a veces a hablar sin conocimiento o a ‘retuitear’ o a hacer circular cosas que no son del todo ciertas. Esto tiene que ver con cierta pulsión de actuar sin pensar, y creo que justamente el caso de Moreno y Belgrano, y otros, muestran una formación previa antes de actuar. El caso de San Martín es muy importante también. Es decir, la preparación intelectual, profesional, antes de entrar en acción habla del respeto hacia los demás, habla de estar convencido y bien formado en cuanto a lo que uno hace y en cuanto a lo que uno propone antes de pasar a la acción, que es el caso de Moreno. Por eso yo le dedico casi la mitad del libro a la biblioteca con la que él se formó, a cuáles fueron sus fuentes en lo jurídico y en lo político. Eso en una primera parte, en una segunda, ya sí entrar en su obra de gobierno y en la acción política.

Bueno, hacés mucho hincapié en las ‘lecturas prohibidas’ a las que tiene acceso cuando va a estudiar a Bolivia, pese incluso a no formar parte de una élite determinada.

– Sí. Ahí juega el azar, que a veces en la historia aparece, porque la verdad es que él podría haber ido a parar en Chuquisaca a cualquier lado, y por una recomendación de un amigo sacerdote él termina parando en la casa del obispo Terrazas, que tenía una buena costumbre que era en lugar de quemar los libros que la Inquisición incautaba, se los quedaba y formaba parte de una muy importante biblioteca. Ahí Mariano Moreno conoce una cantidad de libros prohibidos, teóricos de la Revolución Francesa, de la Revolución Inglesa, una bibliografía a la que no hubiera podido acceder ni por sus escasos recursos económicos ni por la rigidez del sistema de control y censura colonial. Ese paso por Chuquisaca y por esa biblioteca le va a cambiar la vida sin ninguna duda.

Además de ahondar en su formación también brindas importantes detalles de su infancia en familia y de su matrimonio con Guadalupe. ¿Cómo es recorrer esos rincones de la historia de personajes tan significativos y cuán importante es conocer esto para rendirles el merecido homenaje?

-Sí, por un lado rendirle homenaje, por supuesto, pero por otro también es hacer justicia con un ser humano que es una persona, básicamente. Un ser humano que tiene una vida familiar, pero no para inmiscuirnos en su vida privada, sino para darle un carácter personal, un carácter que la gente pueda sentir empatía con él, porque él siente que es un par, no alguien lejano, perfecto. Y por lo tanto me parece importante que la gente conozca su núcleo familiar, su romance, su vida afectiva. Y en este caso es una vida afectiva muy monogámica, de un amor extraordinariamente profundo y compartido con esta chica, que es María Guadalupe de Cuenca, que él conoce en Chuquisaca, y que es el amor de su breve vida; será la mujer que lo enamora y que, evidentemente, ella está profundamente enamorada de él, algo que se puede ver en las correspondencias y en la profundidad del sentimiento al único hijo de la pareja, Marianito.

Ella era su leal militante. En las correspondencias que mencionás, y que incluís en tu libro, lo demuestran.

-Absolutamente. Era una mujer muy comprometida con su época, perteneciente claramente al partido morenista, y que cuando él se va lamenta profundamente cómo se va desarmando la revolución, cómo el saavedrismo va modificando esos avances que se habían logrado a partir del mayo de 1810. Esas cartas las escribe Guadalupe ya en ausencia de Mariano y sin saber que Mariano estaba muerto. Ella se empieza a preocupar cuando ve que no recibe cartas de Mariano durante ese viaje a Londres. Incluso en un principio supone que Mariano podría estar en pareja con una inglesa, algo muy triste porque Mariano ya estaba muerto. Esas cartas también tienen un correlato político muy importante porque, a la mitad de la carta, es un reporte político de lo que está pasando en Buenos Aires que con mucho dolor le va contando cómo su obra se va diluyendo.

También desechás cualquier idea de muerte misteriosa y hablás concretamente de asesinato ¿En qué te basás?

– Sí, a mí me llama la atención el seguir hablando de muerte misteriosa cuando hay dos testigos presenciales, dos personas que después tendrán dos recorridos muy distintos en sus vidas: uno será antirrosista y otro será rosista, como son Tomás Guido y Manuel Moreno, que dirán claramente que Mariano Moreno muere a partir de un medicamento que imprudentemente y sospechosamente le suministra el capitán del barco, el inglés George Stephenson. Era un remedio que se usaba para los mareos, llamado emético, que se daba en dosis muy bajas porque se sabía que era muy poderoso y se diluía en agua. Este capitán, en cambio, le da prácticamente medio frasco, sin diluirlo, sabiendo lo que podía provocar. A las pocas horas de ingerirlo, Mariano Moreno muere. Incluso cuando está en agonía, sus acompañantes le piden al capitán que se acerquen a Río de Janeiro, porque estaban muy cerca, y él se niega. Y a la vez, cuando muere Mariano le piden que se haga la autopsia, pero este capitán también sospechosamente se niega. ¿Por qué mentirían ambos, Tomás Guido y Manuel Moreno? Además ellos no arman una teoría conspirativa, no avanzan diciendo que seguramente detrás de esto está fulano, la verdad es que no lo dicen.

Pese a los pocos meses que estuvo frente al gobierno, Moreno llevó adelante políticas revolucionarias para la época. Por nombrar una: hacía leer la Gazeta de Buenos Aires en las iglesias y en el Ejército para mantener a la población informada.

– Siempre les cuento eso a los periodistas porque me parece impresionante, fue como un antecedente de las redes sociales. Lo que podía ser, hace más de 200 años, una red social. La ciudad de Buenos Aires era una ciudad altamente militarizada por las invasiones inglesas por lo tanto se crearon milicias a las cuales debían incorporarse obligatoriamente los mayores de 16 años hasta los 60 años, así que la población masculina estaba incluida prácticamente en los cuarteles y entonces Mariano Moreno hacía leer el periódico para que llegara a todos los varones, sabiendo que aproximadamente el 40% de la población en la ciudad era analfabeta. Y para que llegara a mujeres, ancianos y niños lo hacía leer los domingos en los templos. Ahí hay una forma creativa, terriblemente innovadora, de que un periódico llegue a gente que no podía llegar.

Otro de los ejes principales fue el de desentrañar aquellos mitos que se crearon alrededor de la figura de Moreno, algunos muy instalados, como su autoría en el Plan de Operaciones.

– Sí, uno tiene que ver con el famoso Plan de Operaciones, que supuestamente se le atribuyó a él durante tanto tiempo. Es un plan apócrifo, que fue escrito tres años después de la muerte de Moreno, pero predatado al 1810 con la intención de, al momento en el volvía Fernando VII al trono, el rey español que había sido desplazado por Napoleón y que lanzaba una fuerte campaña de reconquista de América, se tenga un justificativo, un documento muy grave que hable del carácter salvaje de esta gente, de sus nivel terrorista y sanguinario. Entonces, un agente español a las órdenes de Portugal, que era Álvarez de Toledo elabora un documento llamado Plan de Operaciones que, además, muy burdamente transcribe literalmente, cometiendo un plagio de una obra literaria francesa llamada El cementerio de la Magdalena. Ahí hay un largo párrafo de un discurso de un jacobino donde dice “cortemos cabezas, vertamos sangre” y eso lo copia y lo pone dentro de ese supuesto Plan. Además, agrega cosas muy irritativas como entregar a los ingleses la isla Martín García, y una cantidad de cosas similares para hacer quedar mal a Moreno, que ya había muerto hacía tres años.

Conocimos más de San Martín, de Belgrano y ahora de Moreno. ¿Quién sigue?

-Estoy pensando trabajar un libro de Juan Bautista Alberdi, que me parece otro personaje olvidado muy importante porque es nada más y nada menos que el padre de nuestra constitución. Un hombre que vivió gran parte de su vida en el exilio y que ha tenido una trayectoria altamente interesante. Un hombre muy crítico en su tiempo, un gran escritor y un hombre que soñó una Argentina distinta.

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