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Deportes 10 de julio de 2021

Fernando Aguerre: “Soy un esperanzado, siempre prefiero mirar todo con optimismo”

El dirigente marplatense es el presidente de la Asociación Internacional de Surf (ISA) desde 1994 y el principal impulsor de un trabajo agotador que llevó a su deporte a los Juegos Olímpicos.

Fotos: @ISA/Pablo Franco

Por Marcelo Solari

Desde la exclusiva zona de La Jolla, en San Diego, Estados Unidos, el marplatense Fernando Aguerre lleva la cuenta regresiva hacia Tokio 2020/21 con similares dosis de tranquilidad y ansiedad. Es, sin dudas, el principal responsable de que el surf haya sido aceptado como deporte olímpico, y tendrá su debut en la cita nipona, postergada un año a causa de la pandemia de coronavirus.

A continuación, un recorrido imperdible con LA CAPITAL desde aquellas lejanas tardes marplatenses en los ’70, cuando el surf estaba prohibido por la dictadura, a este presente que lo ubica como uno de los dirigentes deportivos más influyentes y vigentes. Cuando asumió, la ISA tenía 28 países afiliados. Hoy, ya son 110. Y Aguerre ha sido ocho veces reelecto en su cargo.

-Hagamos un repaso histórico. ¿Dónde dirías que empezó toda esta historia que termina con el surf en los Juegos Olímpicos?
-No sé cuánto tiempo para atrás tendría que irme. Podría decir que empezó más o menos en el ’92, cuando me pidieron de la Asociación Argentina que me contactara con ISA, porque yo hablaba inglés, para inscribir al país en el Mundial de Lacanau, Francia. Yo recién había empezado con el longboard, porque antes corría en tablas cortas. Eramos muy pocos en Argentina, gané la plaza, fui a competir como longboarder y promediando el Mundial, en el mes de octubre, ya había fundado la Asociación Panamericana de Surf y era el presidente electo. Seis meses después, en Semana Santa de 1993 ya estaba en Margarita, en el Caribe, organizando el Primer Campeonato Panamericano de Surf. Era una forma de unir en competencia a los países de las Américas que solamente se enfrentaban en los Mundiales y me parecía una locura.

-Parece que pasó todo muy rápido…
-Totalmente. Para el Mundial del ’94, en Río de Janiero, Brasil, entre reuniones y competencias, me propusieron por consenso como candidato para presidente de la ISA. Yo no tenía ningún plan. No estaba en mi mente para nada. Era presidente de la Panamericana, director general de Reef, tenía mucho trabajo.

-Pero te presentaste igual…
-Sí, y gané en primera vuelta. Obtuve 16 de 31 votos. Cuando terminó el Mundial era presidente de la Panamericana y de la ISA. Mi hermano Santiago, que era el coach del equipo argentino, me dijo: “¿Qué hiciste? Te dejo una semana solo, me voy con el equipo y aparecés como presidente” (risas). La ISA no era lo que es hoy. Era una organización muy chiquita, muy informal. Lo único que había era un campeonato mundial cada dos años que ni siquiera lo organizaba la ISA, sino la federación nacional anfitriona.

-¿Y con qué panorama te encontraste?
-¡Había tanto para hacer! No tenía un buen logotipo, no estaba inscripta en ningún país ni reconocida como una fundación o una ONG, no había Ceremonia de las Arenas, no había medallas, los profesionales no participaban. Tampoco se llamaban World Surfing Games. Todo eso lo pude cambiar en dos años. No fue fácil, porque lógicamente hubo cierta resistencia a los cambios. Pero era un trabajo ad honorem que me encantaba. De alguna forma estaba repitiendo lo que había hecho hacía 10 o 15 años en Argentina, cuando organizaba los primeros campeonatos, entre 1978 y 1980. Solo que ahora era a nivel mundial. La escala era global, pero lo que hacíamos era básicamente lo mismo, con la misma pasión, la misma intensidad. Así que podría decir que todo comenzó por ahí.

-¿Sos optimista o pesimista con esta pandemia que ha afectado al mundo entero?
-Soy un esperanzado, siempre prefiero mirar todo con optimismo. Estuvimos remando 27 años para poder subirnos a la ola olímpica. Estaba todo listo y el año pasado la pandemia tiró todo para atrás. Todo lo que parecía tener un sentido, pasó a tener otro. Pasamos más de un año esperando. Con todo organizado. Y ahora vamos a ir a Tokio, no va a haber gente en la calle ni público en las competencias. Cuando nos aprobaron en el COI, en 2016, en Japón tenían destinado un predio de dos hectáreas para el Olympic Surfing Festival (Festival Olímpico de Surf), con yoga, música, bandas, DJ’s, comida orgánica, ambientalismo, enseñanza de surf. Nada de eso se va a poder hacer. Es un bajón. Pero vamos a estar ahí, y eso supera cualquier inconveniente.

-Los que tenemos algunos años vividos caemos en la tentación de decir que lo de antes era mejor. ¿Era mejor?
-La evolución siempre es hacia adelante, aunque hay algunos que te quieren tirar para atrás, no quieren que avances. Los cambios a veces generan inconvenientes. Pero no tengo dudas de que esto es mejor. Eso sí, hay un montón de otros problemas. Pero no por eso deja de ser mejor. Pasa que hoy, con la velocidad de las comunicaciones, todo se sabe más, y entonces lo de antes parece mejor. Pasaba lo mismo, pero no se sabía. Hoy, te sacan una foto o te graban un video y se entera la mitad de la humanidad.

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-¿Cuál es tu visión personal?
-Sigo pensando que se puede hacer mucho para mejorar un montón de cosas. Durante mis primeros 25 años como presidente de la ISA, la frase elegida era: “Un mejor futuro para el surf”. Pero hace dos años, me di cuenta de que era una frase para nosotros. Y para el resto, ¿qué? Entonces la cambiamos y ahora es: “Un mejor mundo a través del surf” (A better World through surfing). Tenemos un rol: defender los mares, que la gente tenga acceso. Antes no sabíamos por qué, pero nos gustaba el mar. Ahora hay estudios científicos que ratifican algo que decimos habitualmente: “El mar todo lo cura”.

-¿Qué significa para vos que el surf se incluya en el programa olímpico?
-Para mí es la finalización de una campaña. Pero no del presidente de la ISA, sino de ese chico marplatense que descubrió que le mar era el único lugar en donde no se sentía mal. Porque era mal futbolista, mal rugbier, no podía jugar al tenis porque era muy caro. Encontré en el surf un lugar en el cual no hay dueños del mar, donde todos son tratados igual, sin importar el color de tu piel, tu sexualidad, tu posición económica.

-¿Hubiese sido muy diferente si no había un argentino en el surf olímpico?
-No, no creo, aunque para mí, emocionalmente, por supuesto que me encanta que haya un argentino y ojalá hubiera una argentina también (Lucía Indurain está como primera suplente entre las damas). Lele Usuna entró de manera casi increíble, por su medalla de plata en los Juegos Panamericanos, que estaban por debajo del Mundial en la jerarquía para clasificar a Tokio. Fue una felicidad total. A Lele lo conozco desde que nació. El otro día estaba caminando por la playa con una de mis hijas, en La Jolla, y Lele estaba adentro del agua, matándola. El vivió como 10 años acá. Lo quieren todos, es como un local más. Y en los Juegos van a querer que le vaya muy bien porque es como uno de ellos. Es un hijo adoptivo de San Diego.

-¿Cómo vivís esta previa de los Juegos?
-Con una emoción muy grande. Lo pienso y no me doy cuenta. Me levanto y soy el mismo Fernando de todos los días. Me afeito, me cepillo los dientes, voy a hacer mis ejercicios, a surfear un rato y después a atender el telefóno y ver los 1.500 millones de mensajes de WhatsApp. Trato de ser humilde, leo todo y respondo todo lo que puedo.

-¿A los 63, seguís surfeando todos los días?
-Salvo que esté arriba de un avión… Hoy, mi preocupación más grande en este momento es saber si me van a dejar surfear en Japón (risas). Estaba todo arreglado, pero ahora no se sabe qué se va a poder hacer y qué no.

La película que refleja todo el camino hasta el status olímpico

Un proyecto ambicioso y de calidad fue presentado recientemente en forma conjunta por YouTube y Olympic Channel. Cómo el skateboarding, surf y escalada se convirtieron en deportes olímpicos. La película cuenta con total libertad y en detalle, todos los avatares que tuvieron que atravesar esas disciplinas para ser incoporadas al programa del COI.

El legendario hawaiano Duke Kahanamoku, campeón olímpico en natación, también era surfista, y fue quien hizo pública la primera solicitud de incluir a este deporte en los Juegos, hace más de 100 años.

“En los Juegos de Río 2016, un periodista brasileño de O Globo me preguntó por qué habíamos tardado 100 años en conseguir que nos aceptaran en los Juegos. Lo miré serio y le respondí: estábamos ocupados… surfeando”, cuenta Aguerre, reflejando ese ADN inconfundible. Entonces redobla la apuesta: “Andá a sacar a los surfistas del agua cuando hay buenas olas”.

Y argumenta con números y cierta dosis de humor: “Me llevó 12.000 horas/hombre conseguir que el surf sea olímpico. Un sufirsta mediocre, como yo, puede correr unas 6 olas por hora. Eso significa que me perdí de surfear 84.000 olas”. Y más serio, asegura que “fue mucho tiempo invertido, durante el cual no estuve con mis hijos, en el que tuvieron que cubrirme mis socios”.

La película está realmente muy buena. Con imágenes excelentes de Mar del Plata que no figuraban en el plan original. “Después del Mundial de Japón, en 2019, volví a Argentina y a las tres semanas, me rompí la pierna en el skate. Tenía que volver a California en noviembre para tres días de rodaje para la parte del surf. No podía viajar, me decían de todo, que si yo no estaba, la película no se podía hacer. Me quedé. Y entonces los gringos se vinieron para acá, en enero de 2020. Y grabaron cuatro días en Mar del Plata, con unas olas increíbles. Millones de personas en todo el mundo van a ver esa imágenes de la ciudad”, cuenta entre emocionado y orgulloso.



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