La Ciudad

Fin de año conflictivo y con más chispazos en Cambiemos

La puja con los municipales sigue abierta. El Concejo responsabiliza al intendente por la imagen de la ciudad a las puertas de la temporada. Arroyo sumó otro capítulo de tensión con Vidal. También hubo quejas radicales.

Por Ramiro Melucci

De principio a fin, el año del municipio fue una odisea. Empezó con un paro de los recolectores de residuos que dejó a la ciudad repleta de basura en los primeros días de enero. Y concluye con una retención de tareas de los municipales que paralizó los servicios y cubrió con un manto de mugre los espacios públicos a las puertas de la temporada.

Los dos conflictos tienen un hilo conductor: la Provincia intervino para encarrilarlos. En el caso de la recolección, le otorgó la solución en bandeja al aplazar un desenlace que parecía inminente. En el de los municipales, encauzó a las partes por el camino del diálogo.

Ese conflicto todavía no ha concluido. La nueva oferta del gobierno local, con un retroactivo de 10% octubre y un 4% en diciembre, mejora la que había adelantado el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente, una semana antes. Al margen de la oferta salarial, hubo algunos gestos de distensión. El municipio no descontará los días de paro y medidas de fuerza, se comprometió a reabrir la paritaria a mediados de marzo y pasará a la planta permanente a unos 200 contratados.

El gremio aún duda: dejó la potestad de aceptar o no la oferta en manos de una asamblea convocada para el miércoles, un día antes de la nueva audiencia en la sede del Ministerio de Trabajo bonaerense.

La preocupación por la imagen que devuelve Mar del Plata ante los miles de turistas que llegan para disfrutar del verano fue uno de los planteos que le hicieron los jefes de bloque al intendente el último día hábil del año. Ante ellos el jefe comunal se mostró quejoso por la actitud del sindicato. “Pero la reunión, como todas las que tenemos con Arroyo, no fue muy productiva”, concluyó un edil opositor.

Con su demora habitual, el intendente se percató de que las plazas se convirtieron en un chiquero. Mandó a limpiarlas a organizaciones no gubernamentales, scouts y evangelistas. No habrá soluciones, por ahora, para el caos del tránsito céntrico, la falta de atención en salas de salud y el retraso de los trámites administrativos, como la habilitación de comercios para la temporada y la renovación de licencias de conducir.

El duro conflicto con los municipales le bajó el tenor a la disputa entre el Ejecutivo y el Concejo. Pero de todos modos hubo otra provocación del secretario de Hacienda, que asistió a la audiencia pública por el presupuesto cuando todos la daban por suspendida y no había anotados por la retención de tareas. Una avivada con la que buscó exponer al Concejo, donde sus principales referentes coinciden en que la audiencia es nula y deberá hacerse como corresponde.

Hubo otras novedades legislativas sobre el filo del fin de año. El Concejo necesitaba una última sesión para sancionar expedientes atrasados. Por la retención de tareas, no la tuvo. Debió apelar a un recurso de emergencia como los decretos ad referéndum. Así sacó el aumento de la tarifa de taxis y permisos de usos de espacios públicos clave para el verano. Entre ellos el de la playa pública equipada de la Provincia y el festival Acercarte en Parque Camet. Fueron aprobados un día antes de que la gobernadora inaugurara el balneario bonaerense frente al Museo MAR. Un anuncio que no logró escindirse de la fuerte interna de la alianza gobernante.

La retirada de Arroyo del acto porque no quería estar al sol disparó lecturas contrapuestas. La dirigencia local habló por lo bajo de un destrato a su investidura. Abonó esa hipótesis, sobre todo, el hecho de que los radicales se fueran por el protagonismo del diputado Guillermo Montenegro, el candidato que impulsa la Provincia para Mar del Plata.

La gobernadora y su equipo actuaron como si no hubiera habido nada diferente a otros actos. Se mostraron sorprendidos y lamentaron la actitud del jefe comunal. Al margen de las interpretaciones, el episodio no hace más que corroborar la fisura entre el gobierno local y el provincial.

Los radicales también deslizaron su enojo. Pero evitaron los comentarios públicos. Vilma Baragiola, otra posible candidata como Arroyo, estuvo entre las que decidieron irse. Al igual que el diputado Maximiliano Abad, que tuvo una justificación a mano: junto con el presidente de la UCR, Ariel Martínez Bordaisco, salió para Lobería donde participó de otro acto de Vidal.

Cambiemos nunca tuvo en Mar del Plata una mesa coordinada. El episodio de la playa muestra que en el año electoral eso seguirá siendo una utopía.

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