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La Ciudad 8 de agosto de 2016

Firme reclamo de la Iglesia para que todos puedan ganar el pan con su trabajo

En la celebración central por San Cayetano, el obispo diocesano Antonio Marino pidió por "los hermanos que carecen de bienes indispensables para vivir dignamente", recordó la necesidad de "ganar el pan con el trabajo" y apeló al "compromiso" tanto de los "simples ciudadanos o funcionarios responsables del bien común" para revertir la situación y "luchar por un mundo más conforme con la vocación de

La fiesta de San Cayetano volverá a congregar a miles de fieles este fin de semana.

Luego de la procesión por las calles adyacentes al santuario de San Cayetano, con la imagen del santo encabezando la marcha seguida por el obispo diocesano Antonio Marino y numerosos sacerdotes, se realizó la misa central. Al aire libre, los fieles escucharon la palabra de Dios en la plaza “abrigados” por el tibio sol invernal.
La peregrinación, que se extendió a lo largo de más de cuatro cuadras, fue recibida al canto de “viva San Cayetano” a la vez que desde el altar bajo el cielo celeste el párroco del santuario, Juan Pablo Cayrol, arengaba a los fieles a entregarse “al año de la misericordia”.
Después de las lecturas correspondientes, a través de la homilía el obispo recordó que ayer se celebró “ante todo el triunfo pascual de Cristo sobre el pecado y la muerte. Hoy recordamos a un discípulo ejemplar, fiel hijo de la Iglesia y modelo de pastor para el pueblo de Dios. San Cayetano supo expresar con su conducta un abandono confiado en la divina Providencia de Dios Padre, ‘busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura'”.
Ya de lleno en la realidad, tanto nacional como local, el sacerdote reseñó que “ante las circunstancias actuales, en las que muchos hermanos nuestros carecen de bienes indispensables para vivir dignamente, cabe preguntarnos si hemos entendido bien esta enseñanza evangélica”.
“Hay hogares en los que escasea el pan -añadió-, y son muchos quienes no pueden experimentar el derecho y la dignidad de ganarlo para sí y su familia mediante el trabajo. Cuando no se puede dar satisfacción a requerimientos primarios, nos interrogamos: ¿qué significa para nosotros, como creyentes en Cristo y en cuanto Iglesia congregada en su nombre, este abandono confiado en la divina Providencia y la invitación de Jesús de no inquietarnos por el mañana?”.

Esperanza

En ese sentido, el prelado explicó que “este abandono en la Providencia, lejos de enfriar nuestro entusiasmo por volver más humana nuestra vida y la de los demás, despierta en nosotros las energías de la esperanza y reaviva la llama del compromiso de luchar por un mundo más conforme con la vocación del hombre y con la gloria de Dios”, haciendo referencia tanto “a los simples ciudadanos o a funcionarios responsables del bien común”.
Marino reiteró que “nuestra fe cristiana nos lleva al compromiso, nunca a la negligencia” y sostuvo que “la confianza en la Providencia me invita a convertirme en instrumento suyo al servicio de los demás. Si queremos que Dios nos ayude debemos colaborar con El en los problemas de nuestra vida y en las necesidades de los demás”.
Y citó al papa Francisco: “A San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil conseguirlo porque siempre hay alguna persona o institución buena que te lo acerca, al menos en Argentina donde nuestro pueblo es tan solidario. Hay lugares en el mundo que ni esa posibilidad tienen. Pero trabajo es tan difícil lograrlo, sobre todo cuando seguimos viviendo momentos en los cuales los índices de desocupación son significativamente altos. El pan te soluciona una parte del problema, pero a medias, porque ese pan no es el que ganás con tu trabajo”.

Posibilidades

Así, el obispo diocesano describió que “una cosa es tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere dignidad”, por lo que recomendó seguir las orientaciones del Papa y aseguró que “como Iglesia escuchamos, acompañamos, bendecimos, expresamos nuestra cercanía y comprometemos nuestra oración. Y sobre todo exhortamos a no perder la esperanza y abrirnos a la fe en un Dios que cuida de nosotros con amor providente y misericordioso”.
Antes del final, pidió que “las espigas que muchos fieles llevan en sus manos sean un símbolo de todo esto” y despidió a todos los cristianos para que vayan en paz.



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