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Opinión 26 de abril de 2017

Francia: París bien vale una misa

por Raquel Pozzi

Los franceses se han pronunciado en las urnas. La proeza del electorado se materializó con la ruptura del orden tradicional del bipartidismo, Republicanos y Socialistas. La nueva configuración del plano político oscila entre: nacionalismo o globalización; populismo o progresismo; Frexit o europeísmo. Marine Le Pen y Emmanuel Macron escriben las primeras líneas del nuevo rumbo que adoptará la V República en un contexto geopolítico candente y la fetidez de los “exit” que patrullan en la Unión Europea. Desde la Galia, la conquista romana, las dinastías merovingias, carolingas y capetos;  la guerra de los 100 años, el Renacimiento, la reforma protestante, los reinados de Luis XIV y XV; la guerra de los 7 años; Los ilustrados;  La Revolución Francesa; Napoleón Bonaparte, la restauración de los Borbones, las guerras mundiales y Charles De Gaulle, Francia declama la autoridad que le otorga su opulenta historia intelectual y política.  Con la construcción republicana de la V República y la constitución de 1958, los franceses lograron reparar y reconstruir parte de su historia moderna y contemporánea.

El flamante sistema semi-presidencialista y la carta magna del 58  otorgaron  mayores facultades al presidente quien ejercería el poder real dejando atrás el poder simbólico y acortando el período de duración del ejecutivo de 7 años a 5 años. Con la llegada de Charles de Gaulle hasta Francois Mitterand (1981-1995) el establishment político fue disputado entre la Unión Demócrata por la República y el Movimiento Republicano Popular, sin embargo el impasse lo gestionó F. Mitterand quien accedió a la presidencia de la mano del Partido Socialista, luego vendría la consecución de gobiernos representando al partido conservador Unión por un Movimiento popular (conservadores, democracia cristiana, liberalismo conservador) con Jacques Chirac y Nicolás Sarkozy hasta la llegada de Francois Hollande  del Partido socialista. La cronología de la política francesa se representa como un camino sinuoso donde las derechas tendieron a  confundirse con las izquierdas a través del coqueteo constante con el liberalismo político.

Desde la corriente intelectual liberal monárquica denominada Orleanismo hasta Alexis Tocqueville, la derecha liberal tuvo continuidad en el partido Unión para la Democracia Francesa y el progresismo liberal en el Movimiento Republicano Popular. Habida cuenta, la crónica del comportamiento electoral francés es el espejo de las características propias de un tipo de  estado activo, vigoroso y brioso hasta que en los albores del siglo XXI aparecieron las primeras sombras que velarían el clasicismo de la Gran República de Francia que marcaba el paso y conducía con gran autoridad los designios políticos europeos, pero los excesos de una prepotencia refinada durante la etapa imperialista y la fe ilustrada de toda exención, reflejó los efectos colaterales con el arribo de los atentados terroristas.

La política de  transferencia de población en la 2da. Década del S. XX desde la metrópoli a las colonias y viceversa en su mayoría provenientes del norte de África ayudo al estado francés a mitigar la fatiga usurera de la industrialización adoptando a sus huéspedes como mano de obra barata. La gloria francesa comenzó a sentir los pies de barros cuando ya no eran los jóvenes del Mayo ni la eterna cohabitación en el gobierno entre conservadores y republicanos sino cuando el “hospedado” forzado a vivir en la periferia comenzó a exhibir y a exigir la devolución del sentido de identidad, cabe recordar como ejemplo, la revolución del pueblo argelino en la lucha por lograr su independencia.

Sin definición

Las actuales corrientes inmigratorias que se desangran en el Mar Mediterráneo no miran solo las costas italianas y áticas sino también observan con pasión a Paris, exigiendo con susurros piadosos salir de la situación de orfandad en la cual los dejó el proceso de descolonización del tercer mundo a partir de la Conferencia de Bandung. Actualmente el enjambre cultural dentro del estado Francés erige un muro de diferenciación  no desde el punto de vista idiomático sino desde las diferentes creencias, desde la “fe en…” La República francesa que ostenta con vigor los ideales de la democracia liberal sustenta una importante fisura del muro imaginario de contención que divide a los franceses de los nacionalizados, hendidura que rompe los principios elevados por La Declaración de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos de 1789.

Los efectos del terrorismo zarandean  cual topetazo la matriz moral de la historia de Francia. La V República es el estado “cruzado” para el fundamentalismo yihadista porque atenta contra los preceptos religiosos más radicalizados, por eso la 2da. Vuelta de las actuales elecciones presidencialistas se dirimirá entre la candidata Marine Le Pen del partido Frente Nacional  de extrema derecha que otorga una solución a la inmigración y al terrorismo más allá del extremo  y Emmanuel Macron del partido En Marcha! de centro liberal que pretende otorgar un nuevo standard de vida a todos los que habitan el suelo francés.

Paris en misa

La certidumbre para estas horas se cierne sobre el favorito Emmanuel Macron joven, carismático e intelectual quien cuenta con el aval expresado por el socialista Francois Holland. Pero somos testigos que en la mayoría de los casos,  los predilectos son fortalecidos al principio por los vientos cálidos de las urnas tórridas, no obstante las brisas gélidas del miedo por la continuidad de los actos terroristas inclinan la balanza hacia la fórmula más extrema –el Frente Nacional- de Marine Le Pen, la antisistema, cuya solución alivia el pánico que cunde en Paris y en toda Francia, Le Pen asegura que sólo el exhaustivo control y la expulsión de inmigrantes irregulares como el acercamiento a Rusia en la contienda contra el Estado Islámico devolverá la tranquilidad a los franceses. Pero Macron se posiciona con carisma frente a la aspereza.

El final del bipartidismo y los nuevos rostros en política auguran momentos decisivos que trascenderán las barricadas ideológicas. ¿Frexit o statu quo? ¿Extrema derecha o centro liberal? ¿Mano dura o garantismo? Responder cada interrogante se torna engorroso pero el tiempo corre la maratón política más importante. Paris bien vale una misa no sólo para Francia sino para los estados de la Unión Europea la cuál penden de un hilo fino cuando resuenan los tambores para los votantes que eligieron las otras opciones: Fillon  y Mélenchon ¿Cuáles de los dos candidatos –Le Pen o Macron- acaudillará los votos de los indecisos, de la población musulmana, de los desencantados de la UE, de los nostálgicos del glamour francés? entre el rigor y la moderación el reloj apremia y las campanas resuenan para los exasperados que creemos en el final abierto de la V República de Francia.

(*): Profesora en Historia.