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Policiales 12 de octubre de 2020

Fuga, denuncia y muerte: los archivos que pueden esclarecer un caso que conmocionó a Neuquén

El 30 de mayo de 1916, el pequeño poblado de no más de 2.500 habitantes de la capital del Territorio Nacional de Neuquén sufrió una fuerte conmoción por la fuga de presos de la cárcel federal U9 y el fusilamiento de ocho de los evadidos en el paraje Zainuco.

El hecho fue denunciado por el periodista y director del Diario Neuquén, Abel Chaneton, que sufrió amenazas por los artículos que refutaban la versión oficial de los hechos y finalmente fue asesinado.

El escritor y periodista Juan Chaneton, nieto de Abel, publicó en 1993 un libro titulado “Zainuco” en el que realiza una recopilación de lo ocurrido sobre la base de los artículos en los que su abuelo denunciaba el crimen de los ocho presos en un lugar alejado, desértico, ubicado en el centro del territorio.

Con prólogo de Osvaldo Bayer y del obispo Jaime De Nevares (ambos fallecidos), el texto refleja una minuciosa descripción del contexto en el que se produjo la fuga y las consecuencias del accionar de la Policía del territorio con la protección política del entonces gobernador Eduardo Elordi.

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Las publicaciones de Abel Chaneton le valieron amenazas, la suspensión de la publicidad oficial del Gobierno territorial y finalmente la muerte el 18 de enero de 1917 por un disparo efectuado por un policía que oficiaba de guardaespaldas de sus enemigos.

Uno de esos enemigos era Carlos Palacios, director del diario “El Regional” de la ciudad rionegrina de Allen, que hacía las veces de vocero de las autoridades.

La noche del 18 de enero de 1917, Chaneton, tras asistir al teatro con su esposa, le pidió a la mujer que lo esperara y, al enterarse de que sus enemigos estaban en un bar cercano, fue hasta el lugar, se enfrentó a los tiros con Palacios y lo hirió de muerte, pero al tratar de retirarse del bar por una puerta posterior, fue asesinado por el guardaespaldas de su enemigo.

Abel Chaneton fue una figura descollante para la época: se desempeñó como intendente de Neuquén en 1908 por pocos meses y nuevamente entre 1911 y 1914.

Posteriormente, se dedicó a dirigir el Diario Neuquén, que había fundado en 1908. Tenía 40 años cuando fue asesinado.



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