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La Ciudad 26 de mayo de 2019

Furor por los carritos a rulemanes en una carrera pensada para toda la familia

La organizó el Oratorio Juvenil Pequeño Mundo de la Obra Don Orione frente a su sede de Matheu 3349. Participaron 64 chicos. "Nos llena de orgullo hacer esta actividad cada año", afirmaron.

Una carrera de carritos a rulemanes convocó este fin de semana a más de 60 familias de la ciudad a partir de una actividad que año a año vienen organizando los jóvenes que integran el Oratorio Juvenil Pequeño Mundo de la Obra Don Orione.

El sábado por la mañana, bajo el sol de un 25 de Mayo que poco a poco fue calentando el ambiente, familias enteras llegaron disfrazadas con sus hijos hasta las puertas de Pequeño Mundo, en Matheu 3349, adonde había sido convocada esta carrera.

Una tabla, dos ejes de madera, cuatro rulemanes ensamblados y una soga fueron lo indispensable para participar de una esta nueva edición de la carrera, una actividad que crece año a año y que busca despegar a los más chicos de la tecnología y acercarlos a compartir un divertido momento en familia.

“Realmente salió todo muy bien por suerte, se llenó de gente, muchos chicos vinieron, también muchas chicas que por primera vez participaron de la carrera y afortunadamente no hubo ningún accidente”, resumió Joaquín, uno de los jóvenes organizadores, en diálogo con LA CAPITAL.

La actividad comenzó a las 10, con música, un clima festivo, juegos y un infaltable chocolate caliente para hacer entrar el calor al cuerpo y respetar la tradición del 25 de Mayo. Una a una fueron llegando hasta la sede de Pequeño Mundo las 64 familias que se anotaron este año.

La mayoría preparó y decoró sus propios carros, mientras que otros utilizaron los que tenían disponibles en el oratorio.

El armado del carrito a rulemanes busca en ese sentido generar un tiempo compartido entre padres e hijos, como así también al trabajar en la decoración del vehículo para dejarlo listo para la carrera.

El frente de Pequeño Mundo se transformó en un gran circuito en el que, como en cada edición, la carrera se corrió de a dos personas por carro: uno al “volante” y otro empujando.

Así pudo verse a padres y madres empujando a sus hijos, pero también algunas parejas de niños dándose impulso entre sí para ganar velocidad y sentir la adrenalina sobre la tabla y los rulemanes.

Claro está que el carrito es mucho más que eso. Lo que para las nuevas generaciones podría ser una antigüedad, para muchos las tablas y ejes con rulemanes dejaron una huella imborrable en la memoria, con la combinación de impulso, velocidad, adrenalina y la risa ante los “despistes”. El carrito podía -y todavía puede- transformarse en el vehículo que la imaginación construyera. Y creatividad para idear mundos y situaciones de juego es algo que claramente no falta en la mente de un niño.

Por otro lado, despegarse de la tecnología es otro de los objetivos de esta iniciativa, en tiempos donde el celular, la tablet, las consolas de videojuegos, la computadora y todos los dispositivos electrónicos ocupan hoy un tiempo importante en la vida de gran parte de los niños.

Por eso, la carrera de carritos a rulemanes apuntó este año también a despegarse de la tecnología, al menos por un rato, para compartir en familia la preparación del carro o bien el momento de dejar todo en la pista, con los más pequeños al “volante” y alguien dando impulso desde atrás.

La jornada se extendió hasta pasadas las 18, cuando sol ya estaba cayendo, entre juegos y entretenimientos en simultáneo.

“Nos llena de orgullo hacer esto que ya tiene una historia, y saber que cada chico lo espera cada año nos hace muy felices. Lo único que nos queda es agradecer a todos los participantes y sus familias”, completó Joaquín, integrante de Pequeño Mundo.