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Gerardo Romano: “Hay momentos en los que es imposible respirar la realidad”

Lleva diez temporadas poniéndose en la piel de Emanuel Goldfarb, el "judío" que reflexiona sobre los grandes temas vigentes de la humanidad.

Interés general 15 de febrero de 2024

Gerardo Romano volvió a Mar del Plata con su premiada obra “Un judío común y corriente”, unipersonal que cuenta sobre la persecución al pueblo judío durante el nazismo, pero con gran anclaje en la actualidad.

El actor se pondrá en la piel de Emanuel Goldfarb hoy, mañana y el domingo en la sala Piazzolla del Teatro Auditorium.

“Hay momentos en los que es imposible respirar la realidad”, reflexionó Romano sobre la puesta que, además de una crítica profunda, tiene momentos de humor.

Es que la obra refleja el conflicto que debe resolver un judío que vive en Alemania cuando recibe la invitación de un profesor de historia de una escuela secundaria, cuyos alumnos, luego de estudiar el Holocausto y el nazismo quieren conocer y ver en persona a un judío.

El protagonista pasa revista a los principales puntos de argumentación por los cuales considera que no debe aceptar la invitación y presenta su visión sobre la problemática contemporánea de los judíos fuera de Israel y sobre los problemas específicos que plantea para un judío la vida en un país cuya población vive bajo el peso psicológico de las consecuencias del nazismo.

Neoliberalismo, esclavitud, discriminación, catolicismo, judaísmo, autoritarismo, genocidio son algunos de los temas que aborda la obra dirigida por Manuel González Gil y que cuenta con música original de Martín Bianchedi, asistencia de dirección de Edgardo Millán sobre un texto de Charles Lewinsky.

– ¿Cómo fue la creación de este personaje?

– Ya habitaba en mí el ser judío. Nací en el corazón del barrio judío, Rivadavia al 2500. Yo vivía en el segundo piso y en el primero vivía Eduardito Spack, mi primer y gran amigo. Por aquellos años iba a un colegio estatal de la zona y de 30 alumnos, 27 eran judíos. Nací con esta impronta y tuve, no sé si la suerte o la desgracia de que mis padres me inscribieran en un club católico y allí pude percibir ciertas contradicciones entre ir a un club de la religión oficial (la de poner la otra mejilla…) en donde para los chicos en lo cotidiano, los judíos eran “judíos de m…”. ¿Dónde un chico de cinco o seis años puede decir esa frase? ¿Dónde aprendió a expresarse así? ¿Cómo podía ser que se diera esta contradicción entre la amorosidad de Cristo y la cotidianeidad de los fieles católicos?

– El guion pivotea entre la humorada y la reflexión densa. ¿Cómo trabajaste ese nivel de emociones?

– Es un acierto del autor (Charles Lewinsky) que percibió que hay momentos en los que es imposible respirar la realidad. Dramatúrgicamente, son necesarias una sonrisa, un “afloje” y un respiro. Es muy intensa la obra.

– En lo personal, ¿es reparadora la obra?

– El arte, el teatro y la cultura son reparadores. La cultura no necesita de un gobierno autoritario, necesita un gobierno democrático y sin presiones. La cultura es de lo que nos acordamos cuando nos hemos olvidado de lo que hemos aprendido. Esperemos no olvidarnos de todo, porque lo fundamental es saber tener una lectura sobre lo ocurrido y que fluya la posibilidad de transmitir el conocimiento sobre lo sucedido con la historia argentina.



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