Salud

El argentino que deslumbra con sus hallazgos para controlar el cáncer

Gabriel Rabinovich es reconocido internacionalmente por encontrar un vínculo entre una proteína, la galectina 1, y el avance del cáncer y enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y la artritis.

Son las 12 de un sábado soleado pero frío en la ciudad. LA CAPITAL espera su encuentro con uno de los científicos argentinos más importante de estos tiempos, en el hall de un conocido hotel. Puntual, llega y agradece el interés por entrevistarlo. Después, se disculpa por no estar vestido ‘más formal’ para la ocasión. Lo está, pero eso da el pie para una charla amena en la que los términos científicos adquieren otro nivel de comprensión.

Gabriel Rabinovich es un científico cordobés del Conicet reconocido en el mundo por su investigación sobre la función que cumple la proteína galectina 1 en el sistema inmune y la posibilidad que hay, a través de su bloqueo o no, de controlar enfermedades graves.

Si se coloca el nombre de Rabinovich en Google, el buscador lo posiciona como el responsable de uno de los hallazgos más importantes en la búsqueda de la cura para el cáncer. En el mundo de la ciencia, y en los 60 laboratorios alrededor del mundo que hoy investigan sus hallazgos, obtiene igual reconocimiento.

Esto, sin embargo, le resulta incómodo y aprovecha para destacar la importancia del trabajo colectivo y las mejoras que podrían alcanzarse en el tratamiento de las enfermedades.

Gabriel Rabinovich deslumbra en el mundo con sus hallazgos en la búsqueda de la cura del cáncer.

“Un granito de arena”

“Es algo que me da mucho pudor porque, en realidad, lo que estamos haciendo es un granito de arena para generar nuevas terapias y que con el esfuerzo colectivo de mucha gente se puede llegar a construir un nuevo paradigma”, señaló Rabinovich a LA CAPITAL en referencia a los trabajos realizados junto a su equipo desde el Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme) del Conicet.

Formado en la educación pública, subrayó también su necesidad de “devolverle” algo a la gente a través de charlas como la que brindó en la ciudad.

“Todo lo que construimos lo hicimos en la universidad pública. Yo crecí en la Universidad Nacional de Córdoba y después en el Conicet, en la Universidad de Buenos Aires. La gente fue la que aportó, con sus impuestos o aportes a fundaciones como Fundación Sales, y posibilitó que estemos nosotros acá, construyendo. Por todo esto es que yo creo que nos debemos completamente a ellos”, señala.

Fue galardonado con el premio “Investigador de la Nación”, en diciembre del año pasado. El presidente Mauricio Macri se lo entregó en persona.

El comienzo de un descubrimiento

Su investigación comenzó a principios de los ’90; años difíciles en términos de inversión en áreas de ciencia y tecnología. Rabinovich era un estudiante que estaba a unos pasos de convertirse en bioquímico, por lo que optó por iniciar una pasantía en uno de los laboratorios del área. Allí, comenzó una investigación que nada tenía que ver con el cáncer pero fue determinante para la que hoy es su carrera.

Su tarea consistía en purificar distintas capas de la retina del pollo y aislar lectinas, un tipo de proteínas. “Las aislábamos de la retina del pollo, las inyectábamos en conejos y sacábamos anticuerpos de los conejos para ver qué estructura podían reconocer”, indicó.

En 1993 el laboratorio donde trabajaba había cerrado pero los anticuerpos extraídos todavía permanecían en el freezer de sus padres. Estudiándolos nuevamente fue que Rabinovich descubrió la galectina 1, una proteína que desconocía y debía secuenciar. También, una proteína que cambiaría su vida y -ojalá- la de muchas personas más.

– ¿Qué es la galectina 1 y por qué es considerada en ocasiones heroína y en otras, villana?

– La galectina 1 es una proteína que modula el equilibrio de la respuesta inmunológica y que está expresada en distintas células. Cuando los tumores empiezan a crecer, la toman y expresan muchísimas más y ahí es cuando nuestro sistema inmunológico busca defendernos. Nuestro ‘ejército’ son los linfocitos T, que se sitúan alrededor del tumor, lo reconocen pero están paralizados y no pueden eliminarlo. La pregunta del millón siempre ha sido por qué. Lo que nosotros descubrimos es que los tumores producen esta proteína, la galectina 1, en altísima concentración, como un contraataque para eliminar el linfocito antes que el linfocito elimine al tumor. Es un mecanismo de evasión, de escape. Ahí la proteína se comporta como una villana porque en realidad hay que bloquearla para que el sistema inmunológico pueda matar al tumor.

– ¿Y cuándo es una heroína?

– Como en las películas, todas las villanas tienen una parte buena. El ‘ejército’ de linfocitos siempre va a salir a defender el sistema, pero después tiene que volver a su normalidad y bajar la cantidad porque nosotros no podemos tener miles de millones de soldados para defendernos todo el tiempo. Ahí hay que lograr la homeostasis -capacidad de mantener una condición interna estable en el organismo- y es en ese momento en que aumenta la galectina 1 para matar a esos linfocitos, evitando así el posible daño de tejidos. De lo contrario, por ejemplo, comienzan a dañar las articulaciones ocasionando artritis; o el cerebro, provocando esclerosis múltiple; o el páncreas, causando diabetes. Todas estas son enfermedades autoinmunes porque son nuestros propios linfocitos los que dañan nuestros tejidos. En este caso, esta proteína sería una “heroína” porque nos protegería.

Con 49 años, Rabinovich ya fue galardonado como “investigador de la Nación” por la Casa Rosada. También lo nombraron Miembro Asociado Extranjero por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos -una de las instituciones científicas más prestigiosas del mundo- y ganó importantes premios.

Considera a las distinciones como ‘hitos’ en su carrera, pero su emoción llega cuando relata el reconocimiento que recibió en la escuela Nahuel Huapi, de la ciudad. La invitación, cuenta, la hizo un maestro por bandeja de entrada de Facebook y consistía en brindar una charla en la institución para los alumnos.

“Tuve una experiencia con los chicos que fue alucinante. Las preguntas que hicieron, la atención que tuvieron. Me hicieron hasta dibujos… fue el amor en estado puro”, asegura, aun sorprendido por el interés de los más jóvenes en su trabajo.

Lejos de la “meritocracia” y cerca de la educación pública

Gabriel Rabinovich manifestó su apoyo a la educación pública y a los docentes, en el marco del paro en 57 universidades nacionales.

“Yo creo que existe cierto ajuste y tenemos que dialogar directamente con nuestros gobernantes para poder expresarles la necesidad de la educación, la ciencia y la cultura como pilar para el país”, señaló el investigador a LA CAPITAL.

“Si estamos mal -siguió-, tenemos que utilizar nuestros fondos para poder construir el camino futuro, y no pensar en la coyuntura de los cuatro años. Yo he tenido la posibilidad de hablar con el presidente Macri, como también tuve la posibilidad de hacerlo en el gobierno anterior con Cristina Fernández de Kirchner y con Néstor Kirchner, y creo que los presidentes aprenden de nuestras experiencias. Tenemos que transmitirles que con nuestra ciencia podemos construir, y que si la apoyan, dentro de diez años van a tener algo mejor”.

El prestigioso investigador resaltó la importancia de que el Estado “apoye los sueños de los chicos jóvenes” y que “evite que se nos vayan al exterior por buenas ofertas y que nunca más vuelvan”.

“Quién de nosotros puede decir de dónde va a salir el próximo gran científico. Yo ayer lo veía en la escuela a la que fui y pensaba qué importante es que a esos pibes, tan curiosos, que preguntaban tanto, se les dé una oportunidad. Si la universidad pública se castiga, ellos quizás no puedan estudiar o desarrollarse. Y quizás sean los que nos salven la vida. Yo no creo en esta cosa meritocrática que apoya la idea de que si te esforzás lo lográs. No. Por su puesto uno tiene que soñar y trabajar por ello, pero se llega siempre y cuando se nos dé la oportunidad. Yo la busqué, pero también sé que me la dieron y en ese contexto pude crecer”.

El doctor Rabinovich junto a su equipo de investigación del CONICET-FIBYME.

 

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